La búsqueda por la equidad y por la igualdad de género por parte de las mujeres ha sido una lucha ardua durante siglos, mujeres que sacrificaron su vida por apostar una sociedad más igualitaria como Olympes de Gouges, Argelia Laya, Nora Castañeda, en ellas la lucha por el derecho a una vida digna como mujeres, con el pleno reconocimiento de los derechos humanos.
En la actualidad, pareciese que la violencia hacia la mujer se ha mitificado aunque exista la Ley sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, pareciese que para muchas personas en la cotidianidad este ciclo para las mujeres ha sido superado, incluso por parte de muchos funcionarios y funcionarias publicas que empleados en el área violencia de género (Ministerio Publico, Fiscalía General, incluso Inamujer, Cicpc), no cumplen con el debido proceso de atención a las víctimas de violencia cuando estas mujeres van a hacer una denuncia, ni siquiera de informarlas o guiarlas para donde y como deben ejercer sus derechos contemplados en esta ley.
No más que las mujeres víctimas de violencia no solamente tienen que pasar por este duro proceso de tomar las riendas de hacer la denuncia sino que además son violentadas de manera institucional cuando recurren a instituciones con competencia en la materia, sin una asesoría por parte de estos empleados y empleadas, no le queda más a la mujer víctima de violencia regresar con el rabo entre las piernas, y el nudo en la garganta de la impotencia que sienten al no ser atendidas de manera adecuada o simplemente ser mal atendidas diciéndoles que se vaya que no logrará mayor cosa.
Para esto se hace necesario la revisión y vigilancia permanente del funcionamiento de dichas instituciones para la correcta atención a la victima además de la debida formación en materia de género a los empleados y empleadas para que puedan utilizarla como herramientas de guía y como también herramientas de la liberación contra el patriarcado que asecha a nuestra vital cotidianidad.
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