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Hay temas que han ocupado a las mujeres con conciencia de lo que significa ser mujer desde siempre, o mejor dicho desde que el trabajo dejó de ser de los hombres y las mujeres, para ser expropiado por el capital.
El trabajo como tema de reflexión y lucha ha preocupado y ocupado a las mujeres desde mediados del siglo XIX. Flora Tristán desde sus Paseos por Londres (1840) nos describe las condiciones aberrantes a la que es sometida la clase obrera, luego ella misma en la Unión obrera (1843) nos invita a la organización y con reflexiones como: “todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”, introduce a la mujer proletaria dentro del conjunto de reivindicaciones necesarias. Marx reconoce en Flora una de las precursoras del socialismo y sus obras de consulta obligada.
Unas décadas después Clara Zetkin levantó las banderas feministas en la II Internacional Socialista (1889). Luego que en la primera se impusiera una tesis que lo menos que podemos decir de ella es que era machista. En esta oportunidad se discutieron y asumieron luchas que aún son vigentes y que estamos discutiendo hoy en nuestro país. Y ya en la III internacional Lenin llamaba a unir el movimiento de mujeres a la lucha de la clase proletaria.
Claro está, que para llegar a este estado de conciencia tuvo que tener largas discusiones con Alejandra Kollontai, quien introdujo los cambios más revolucionarios para la mujer obrera en la naciente Unión Soviética. Y llegamos al siglo XX y a esa partecita de la historia de las venezolanas que se ha comenzado a escribir y que por tanto podemos reseñar. Con el cadáver de Gómez todavía tibio, las venezolanas escriben y distribuyen el Mensaje de la mujer venezolana (diciembre, 1935) y entre sus peticiones al próximo gobierno están mejoras en las condiciones de la mujer trabajadora. Mujeres como Carmen Clemente, Eumelia Hernández, Argelia Laya fueron militantes y fundadoras de organizaciones de trabajadores y trabajadoras tanto como en organizaciones para la educación de las mujeres como lo fue la Casa de la Obrera fundada por la Agrupación Cultural Femenina.
Para terminar me permito tomar las palabras de Alejandra Kollontai del 8 de marzo de 1913, muy oportunas en el debate de nuestra próxima legislación del trabajo, “demandamos derechos para todos los ciudadanos, hombres y mujeres, pero nosotras no sólo somos mujeres y trabajadoras, también somos madres. Y como madres, como mujeres que tendremos hijos en el futuro,demandamos un cuidado especial del gobierno, protección especial del estado y de la sociedad”.
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