En un hecho sin precedentes en la historia de la cirugía plástica, unas 30 mil francesas deberán someterse a una intervención quirúrgica a fin de retirarse implantes mamarios riesgosos para su salud.
La recomendación la hicieron las autoridades a todas las mujeres de este país que, por razones médicas o estéticas, se hayan injertado productos de la fábrica Poly Implant Prothése (PIP).
Esa sociedad fue creada en 1991 en la Costa Azul francesa y llegó a convertirse en el tercer productor mundial de este tipo de artefactos, con unos 100 mil implantes anuales.
Sin embargo, a inicios de 2010 la empresa colapsó ante las reiteradas denuncias de un aumento de la frecuencia de roturas de las prótesis con respecto a las de otros fabricantes.
Las quejas de los clientes llevaron a las autoridades a realizar una inspección en el lugar y descubrieron que el gel utilizado por el fabricante no era el declarado en su prospecto.
La recomendación la hicieron las autoridades a todas las mujeres de este país que, por razones médicas o estéticas, se hayan injertado productos de la fábrica Poly Implant Prothése (PIP).
Esa sociedad fue creada en 1991 en la Costa Azul francesa y llegó a convertirse en el tercer productor mundial de este tipo de artefactos, con unos 100 mil implantes anuales.
Sin embargo, a inicios de 2010 la empresa colapsó ante las reiteradas denuncias de un aumento de la frecuencia de roturas de las prótesis con respecto a las de otros fabricantes.
Las quejas de los clientes llevaron a las autoridades a realizar una inspección en el lugar y descubrieron que el gel utilizado por el fabricante no era el declarado en su prospecto.
La PIP empleaba una silicona industrial, usada también en la elaboración de ordenadores y artículos de cocina, mucho más barata que la autorizada para fines médicos.
Según estimados, con este producto la sociedad, propiedad del ex comerciante de embutidos y vinos Jean-Claude Mas, se ahorraba alrededor de un millón de dólares anuales.
Interrogado por la cadena France Info, el abogado de la PIP Yves Haddad justificó la utilización de ese gel por razones “económicas” y de “enfoque capitalista”.
Es un problema de precios, de costos y de beneficios, dijo Haddad y añadió: “No está demostrado científicamente que sus productos sean peligrosos”.
Si bien es cierto que el Instituto Nacional Oncológico ha desestimado por el momento las sospechas sobre presuntos casos de cáncer asociados a esa silicona, el Ministerio de Salud sí comprobó la existencia de otros riesgos.
El gel empleado para la fabricación de estos implantes duplica las posibilidades de ruptura de la bolsa y causa irritación e inflamación en los tejidos.
Por esa razón el ministro de sanidad Xavier Bertrand aconsejó a las mujeres extraérselos, aunque aclaró que es con “carácter preventivo y no urgente”.
La Seguridad Social sufragará los gastos para las operaciones, estimados en unos 60 millones de euros, pero sólo asumirá los costos de la reconstrucción estética de las afectadas con cáncer. El resto tendrá que pagar de su bolsillo la nueva intervención.
Esa entidad estatal, que subvencionó varios implantes de pacientes enfermas, anunció la decisión de presentar una denuncia contra los dueños de la fábrica por la elaboración de productos defectuosos.
El descubrimiento de la estafa ha causado gran revuelo y preocupación en Francia, donde representantes de una asociación de portadoras de PIP se reunieron con autoridades sanitarias para demandar soluciones adecuadas.
Muriel Nowak, quien fue sometida a una cirugía en 2006 por padecer cáncer, acudió a un tribunal tras presentar infecciones repetidas e instó a otras mujeres a seguir sus pasos.
Las autoridades instalaron una línea telefónica para atender inquietudes de la población, en la cual se han recibido más de nueve mil 500 llamadas y dos tercios de ellas eran de mujeres que llevan esos implantes. Las quejas más frecuentes son roturas, fisuras, dolor e irritación.
El problema rebasa las fronteras porque, aunque la empresa estaba radicada en Francia, se estima que 80 por ciento de su producción se vendía en el exterior, sobre todo en Europa, América Latina y Estados Unidos.
En Francia y Venezuela las autoridades anunciaron el retiro gratuito de las prótesis, pero otros países como Reino Unido y España recomendaron a las víctimas someterse a chequeos periódicos para evaluar su situación, algo que no satisface a las pacientes.
En el mundo, entre 300 mil y 400 mil mujeres llevan este tipo de prótesis que ponen en riesgo su salud y lo peor de todo es que no hay hasta el momento una solución inmediata para la mayoría de los casos.
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