Uno de los rasgos históricos más significativos del patriarcado ha sido el control de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad para reproducir el sistema por medio de políticas demográficas. La asignación autoritaria de la maternidad como rol femenino, ha sido una practica ideólogica impulsada por aparatos cómo las distintas religiones, vinculando la sexualidad sólo con la reproducción y nunca con el placer.
En este sentido, el patriarcado se ha encargado de coartar nuestros derechos sexuales y reproductivos. Precisamente este es uno de los puntos más impugnados por la teoría feminista, quien viene reivindicando en las últimas décadas que lo personal es político, y que por tanto la maternidad constituye una opción y no una obligación. Por esta razón, nuestra constitución del año 99 reconoce que las parejas, sobre todo las mujeres, son responsables de la planificación familiar, del número de hijos e hijas que deseen tener sin ningún tipo de imposición.
Sin embargo, en Venezuela las mujeres todavía nos falta conquistar un conjunto de derechos sexuales y reproductivos que vienen siendo consagrados en las últimas décadas en un conjunto importante de países. En primer lugar una educación sexual científica (nada que ver con esa caricatura de educación sexual cargada de prejuicios religiosos retrógrados) masiva que llegue a todos los adolescentes y jóvenes del país. En segundo lugar, la distribución masiva, gratuita y constante de anticonceptivos. Por último, la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo bajo cualquier circunstancia durante las primeras 12 semanas de gestación (tal como está establecido a nivel regional en Cuba, Puerto Rico, México DF, estando a punto de definirse en Uruguay y Argentina).
Todas estas propuestas pasan, por reconocer que estamos en presencia de problemas de salud pública, cómo el embarazo adolescente y las muertes producto de abortos en condiciones inseguras e insalubres. Pero sobre todo, estas medidas tienen que partir del reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho, cómo únicas dueñas de su cuerpo y su sexualidad. Ni el Estado, ni los maridos, ni los curas son los que deben ejercer la soberanía sobre un tema como la maternidad, en primer lugar son las mujeres las que decidimos cuantos hijos e hijas queremos tener y cuando los queremos tener, al fin y al cabo fenómenos como la paternidad irresponsable y el caracter matricéntrico predominante de las familias venezolanas constituyen una muestra palpable, que en última instancia son las mujeres las que terminan asumiendo la crianza y cuidado de los niños y niñas.
Por lo tanto, reivindicamos que las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos, por lo cual exigimos nuestros plenos derechos sexuales y reproductivos, construir la sociedad socialista no sólo pasa por socializar la propiedad de los medios de producción o el desmontaje del Estado burgués, pasa también por derribar los fundamentos del patriarcado. Finalmente hay dos consignas que sintetizan nuestras aspiraciones:
¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir!
¡La Mujer decide, la Sociedad respeta, el Estado garantiza y la Iglesia no interviene!
http://generoconclase.blogspot.com/
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