Norma Loto
(Especial SEMlac).- Darles voz a las mujeres portadoras del VIH/sida, con el fin de incidir en las políticas públicas, es el objetivo de la denominada "Investigación diagnóstica: vulnerabilidad de las mujeres viviendo con VIH/sida en la región", que viene realizando el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Mujeres Positivas (MLCM+), con el apoyo de ONUSIDA.
El MLCM+ es una organización nacida en 1999, que concentra a agrupaciones de 19 países del área y tiene como finalidad mejorar la calidad de vida de las mujeres que viven con VIH/sida.
El mencionado estudio será presentado en julio de este año y reflejará las situaciones de violencia, discriminación y estigmatización que, tanto en el ámbito familiar como en el institucional, sufren las mujeres con VIH/sida en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Perú, Guatemala, Panamá y Ecuador.
Se estima que 550.000 mujeres adultas viven con VIH en la región, lo que representa el 34 por ciento del millón 600.000 personas infectadas en el continente. Con estas cifras queda demostrado que las mujeres son actualmente uno de los grupos más afectados por la epidemia, tanto por razones biológicas como socioculturales, pero pese a eso se encuentran fuera de las políticas públicas.
La principal forma de infección con el VIH para las mujeres es mediante relaciones heterosexuales sin preservativo. Esto significa que muchas adquieren el virus de sus maridos o parejas estables y por eso el estudio pretende instalar la reflexión acerca de la vulnerabilidad ante el VIH de las mujeres que no están dentro de los considerados "grupos de riesgo".
Estos últimos son los constituidos por consumidores de drogas inyectables, mujeres en situación de prostitución y hombres que tienen sexo con hombres.
"Llevamos 30 años de epidemia y, según los últimos informes de ONUSIDA, se observa que el VIH es cada vez más mujer, más pobre y más joven", remarca a SEMlac Marcela Alsina, presidenta del MLCM+.
Alsina comenta que, en el caso de Argentina, se han implementado acciones de incidencia para las mujeres con VIH; sin embargo, son "muy débiles" para enfrentar la situación actual de la epidemia en el país.
"Necesitamos políticas que analicen cómo llegar a poblaciones vulnerables y cómo implementar la prevención y el diagnóstico temprano. En el conurbano bonaerense (territorio integrado por 24 localidades que rodean a la Ciudad de Buenos Aires), se concentra el 50 por ciento de la epidemia en todo el país y a eso se le suma que cerca de 60 por ciento desconoce su serología.
Esos datos nos indican que se necesita una política real de prevención, atención, cuidado y acceso a la salud, y además sostenerlas en el tiempo. Es decir, que no sea una preocupación que se instala el 1 de diciembre (Día Mundial de Lucha contra el Sida)", manifiesta Alsina.
La violencia
E. tiene 33 años, vive en Argentina y cuenta que su pareja no quería usar condón: "dejamos de cuidarnos, me quedé embarazada. Ahora tomo anticonceptivos. Mi pareja tiene VIH y los dos estamos bajo tratamiento. No nos cuidamos, no pensamos en la re-infección, y es que a él no le gusta usar preservativo. Cuando le pido a mi pareja que se ponga preservativo, él no quiere (…) algunas veces él me obligó a tener relaciones sexuales para demostrarle que solo estaba con él y lo hacíamos sin preservativo". Este es uno de los testimonios que MLCM+ adelantó a SEMlac.
La historia de E. expresa una de las situaciones de violencia más frecuente en el ámbito privado. El uso del preservativo implica, muchas veces, una negociación en la que prevalecen las desigualdades de género, que acrecientan las dificultades para que el varón utilice profilaxis.
"Las otras mujeres que se encontraban en el hogar (donde vivió un tiempo con sus dos hijos), comenzaron a separar los platos y cubiertos de sus hijos y los míos. Llegaron al punto de no permitir que mis niños jugaran con los de ellas porque sospechaban que alguno podía tener VIH. Fueron momentos de mucha angustia, después de todo lo que había pasado y encima ahora esto, yo estaba destrozada sobre todo por los niños que no entendían por qué actuaban de esa manera", refiere otra de las vivencias recogidas por MLCM+.
El estigma y la discriminación siguen pesando. "Pese a que estamos a 30 años de la epidemia, en la actualidad recibir un diagnóstico positivo es casi igual que en las décadas pasadas. La primera sensación de las mujeres que reciben un diagnóstico positivo es pensar en sus familias y no en ellas mismas. Se plantean: "discriminarán a mis hijos", "¿qué pasará en el barrio?", relata Alsina.
"Esos temores -abunda- hacen que las mujeres no regresen más al sistema de salud. Entonces, ante el miedo, ocultan su situación y, cuando retornan a un hospital, ya tienen la enfermedad en estado avanzado, lo cual es inconcebible", agrega.
La Presidenta del MLCM+ considera la realidad descrita como inaceptable, al menos en Argentina, ya que existe la Ley Nacional de Sida que, en el artículo 1, declara "de interés nacional a la lucha contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, entendiéndose por tal la detección e investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención, asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas tendientes a evitar su propagación, en primer lugar la educación de la población."
La ignorancia, convertida en violencia por parte de los operadores de salud, es otro aspecto que tiñe las historias de las mujeres que viven con VIH, lo que se evidencia al tratarlas de "irresponsables" si están embarazadas, o desalentarlas a tener hijos, o directamente forzarlas a esterilizarse, aun cuando hay tratamientos para impedir la transmisión vertical.
"Hay jóvenes que nacieron con VIH y desean tener una vida con todos los derechos sexuales y reproductivos, pero cuando ellas manifiestan sus deseos de ser madres; los médicos les dicen: "pensálo bien". No hay acompañamiento en esa decisión y, además, existe desconocimiento acerca de los tratamientos para que el bebé nazca sano".
"Ante esa situación -sigue Alsina- las jóvenes deciden tener hijos, pero sin la asistencia de los profesionales, y regresan al hospital en el momento del parto, con todas las graves consecuencias de esa situación".
Desde 2002 el Programa Nacional de Lucha contra los Retrovirus del Humano, Sida y las ITS -creado en 1992- publicó las Recomendaciones para la Prevención Perinatal del VIH, con el objetivo de establecer pautas de funcionamiento para los servicios de salud. Esas pautas proponen alternativas de tratamiento y modalidades de parto.
Cifras en Argentina
Según el Boletín de VIH/sida de 2009 del Ministerio de Salud de Argentina, la cantidad de personas infectadas se estima que asciende a 120.000. Distintos estudios han determinado estas cifras en los siguientes colectivos: travestis-transexuales (34%), homosexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (12%), usuarios de drogas (5%) y trabajadores sexuales (5%).
De estas personas, 41.000 reciben medicación antirretroviral (ARV), en el 69 por ciento de los casos proporcionada por la Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación y el resto a través de la Seguridad Social y los servicios de salud prepagos. El otro 50 por ciento de las personas infectadas desconocería su serología, estimación consistente con encuestas poblacionales desarrolladas en los últimos años.
(Especial SEMlac).- Darles voz a las mujeres portadoras del VIH/sida, con el fin de incidir en las políticas públicas, es el objetivo de la denominada "Investigación diagnóstica: vulnerabilidad de las mujeres viviendo con VIH/sida en la región", que viene realizando el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Mujeres Positivas (MLCM+), con el apoyo de ONUSIDA.
El MLCM+ es una organización nacida en 1999, que concentra a agrupaciones de 19 países del área y tiene como finalidad mejorar la calidad de vida de las mujeres que viven con VIH/sida.
El mencionado estudio será presentado en julio de este año y reflejará las situaciones de violencia, discriminación y estigmatización que, tanto en el ámbito familiar como en el institucional, sufren las mujeres con VIH/sida en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Perú, Guatemala, Panamá y Ecuador.
Se estima que 550.000 mujeres adultas viven con VIH en la región, lo que representa el 34 por ciento del millón 600.000 personas infectadas en el continente. Con estas cifras queda demostrado que las mujeres son actualmente uno de los grupos más afectados por la epidemia, tanto por razones biológicas como socioculturales, pero pese a eso se encuentran fuera de las políticas públicas.
La principal forma de infección con el VIH para las mujeres es mediante relaciones heterosexuales sin preservativo. Esto significa que muchas adquieren el virus de sus maridos o parejas estables y por eso el estudio pretende instalar la reflexión acerca de la vulnerabilidad ante el VIH de las mujeres que no están dentro de los considerados "grupos de riesgo".
Estos últimos son los constituidos por consumidores de drogas inyectables, mujeres en situación de prostitución y hombres que tienen sexo con hombres.
"Llevamos 30 años de epidemia y, según los últimos informes de ONUSIDA, se observa que el VIH es cada vez más mujer, más pobre y más joven", remarca a SEMlac Marcela Alsina, presidenta del MLCM+.
Alsina comenta que, en el caso de Argentina, se han implementado acciones de incidencia para las mujeres con VIH; sin embargo, son "muy débiles" para enfrentar la situación actual de la epidemia en el país.
"Necesitamos políticas que analicen cómo llegar a poblaciones vulnerables y cómo implementar la prevención y el diagnóstico temprano. En el conurbano bonaerense (territorio integrado por 24 localidades que rodean a la Ciudad de Buenos Aires), se concentra el 50 por ciento de la epidemia en todo el país y a eso se le suma que cerca de 60 por ciento desconoce su serología.
Esos datos nos indican que se necesita una política real de prevención, atención, cuidado y acceso a la salud, y además sostenerlas en el tiempo. Es decir, que no sea una preocupación que se instala el 1 de diciembre (Día Mundial de Lucha contra el Sida)", manifiesta Alsina.
La violencia
E. tiene 33 años, vive en Argentina y cuenta que su pareja no quería usar condón: "dejamos de cuidarnos, me quedé embarazada. Ahora tomo anticonceptivos. Mi pareja tiene VIH y los dos estamos bajo tratamiento. No nos cuidamos, no pensamos en la re-infección, y es que a él no le gusta usar preservativo. Cuando le pido a mi pareja que se ponga preservativo, él no quiere (…) algunas veces él me obligó a tener relaciones sexuales para demostrarle que solo estaba con él y lo hacíamos sin preservativo". Este es uno de los testimonios que MLCM+ adelantó a SEMlac.
La historia de E. expresa una de las situaciones de violencia más frecuente en el ámbito privado. El uso del preservativo implica, muchas veces, una negociación en la que prevalecen las desigualdades de género, que acrecientan las dificultades para que el varón utilice profilaxis.
"Las otras mujeres que se encontraban en el hogar (donde vivió un tiempo con sus dos hijos), comenzaron a separar los platos y cubiertos de sus hijos y los míos. Llegaron al punto de no permitir que mis niños jugaran con los de ellas porque sospechaban que alguno podía tener VIH. Fueron momentos de mucha angustia, después de todo lo que había pasado y encima ahora esto, yo estaba destrozada sobre todo por los niños que no entendían por qué actuaban de esa manera", refiere otra de las vivencias recogidas por MLCM+.
El estigma y la discriminación siguen pesando. "Pese a que estamos a 30 años de la epidemia, en la actualidad recibir un diagnóstico positivo es casi igual que en las décadas pasadas. La primera sensación de las mujeres que reciben un diagnóstico positivo es pensar en sus familias y no en ellas mismas. Se plantean: "discriminarán a mis hijos", "¿qué pasará en el barrio?", relata Alsina.
"Esos temores -abunda- hacen que las mujeres no regresen más al sistema de salud. Entonces, ante el miedo, ocultan su situación y, cuando retornan a un hospital, ya tienen la enfermedad en estado avanzado, lo cual es inconcebible", agrega.
La Presidenta del MLCM+ considera la realidad descrita como inaceptable, al menos en Argentina, ya que existe la Ley Nacional de Sida que, en el artículo 1, declara "de interés nacional a la lucha contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, entendiéndose por tal la detección e investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención, asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas tendientes a evitar su propagación, en primer lugar la educación de la población."
La ignorancia, convertida en violencia por parte de los operadores de salud, es otro aspecto que tiñe las historias de las mujeres que viven con VIH, lo que se evidencia al tratarlas de "irresponsables" si están embarazadas, o desalentarlas a tener hijos, o directamente forzarlas a esterilizarse, aun cuando hay tratamientos para impedir la transmisión vertical.
"Hay jóvenes que nacieron con VIH y desean tener una vida con todos los derechos sexuales y reproductivos, pero cuando ellas manifiestan sus deseos de ser madres; los médicos les dicen: "pensálo bien". No hay acompañamiento en esa decisión y, además, existe desconocimiento acerca de los tratamientos para que el bebé nazca sano".
"Ante esa situación -sigue Alsina- las jóvenes deciden tener hijos, pero sin la asistencia de los profesionales, y regresan al hospital en el momento del parto, con todas las graves consecuencias de esa situación".
Desde 2002 el Programa Nacional de Lucha contra los Retrovirus del Humano, Sida y las ITS -creado en 1992- publicó las Recomendaciones para la Prevención Perinatal del VIH, con el objetivo de establecer pautas de funcionamiento para los servicios de salud. Esas pautas proponen alternativas de tratamiento y modalidades de parto.
Cifras en Argentina
Según el Boletín de VIH/sida de 2009 del Ministerio de Salud de Argentina, la cantidad de personas infectadas se estima que asciende a 120.000. Distintos estudios han determinado estas cifras en los siguientes colectivos: travestis-transexuales (34%), homosexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (12%), usuarios de drogas (5%) y trabajadores sexuales (5%).
De estas personas, 41.000 reciben medicación antirretroviral (ARV), en el 69 por ciento de los casos proporcionada por la Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación y el resto a través de la Seguridad Social y los servicios de salud prepagos. El otro 50 por ciento de las personas infectadas desconocería su serología, estimación consistente con encuestas poblacionales desarrolladas en los últimos años.
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