Fanny Edelman cumple 100 años, lleva 77 en el Partido Comunista. Aunque no le gustan los homenajes, esta mujer que se afilió al PC en 1934, conoció a la mítica Pasionaria durante la Guerra Civil española y recorrió todos los avatares del partido en la Argentina, recibirá hoy un homenaje en el comité central que preside.
En la casa de Fanny Edelman atiende amable su asistente, dice que está trabajando. En el comité central del Partido Comunista, organización política que preside, responden que está en una reunión. A poco de cumplir 100 años, esta luchadora militante hace un hueco en su agitada agenda y dialoga con Página/12, en medio de esos altos y grises muros de la casona de despojado estilo soviético. Y aclara enseguida que no le gustan los homenajes. Pero hoy, a las 19.30, sus compañeros le harán uno en ese mismo edificio de Entre Ríos al 1000. Allí también dirige la cátedra libre de género y clase Alcira de la Peña, otra histórica militante del PC.
De mirada sagaz e inquisidora, Edelman responde rápido pero mide sus palabras, que surgen de una consecuente trayectoria de compromiso social y político. Empezó a militar a los 23 años y en 1934 se afilió al Partido Comunista de la Argentina. Ese año, la huelga minera en Asturias fue brutalmente reprimida, lo que provocó una activa campaña de solidaridad que se incrementó en julio de 1936, cuando los jefes de las Fuerzas Armadas se levantaron contra la República Española. Esa solidaridad en Argentina la encontró como fundadora de la ayuda para niños. Y en 1937 ya luchaba junto a los brigadistas internacionales en España, donde viajó junto a su compañero Bernardo Edelman, que era corresponsal de guerra. “Fue una experiencia hermosa y dolorosa a la vez porque se pudo medir en toda su dimensión la solidaridad con los combatientes, la consigna de las Brigadas era ‘Por vuestra libertad y por la nuestra’. Y fue así, la experiencia más extraordinaria de mi vida.”
En la casa de Fanny Edelman atiende amable su asistente, dice que está trabajando. En el comité central del Partido Comunista, organización política que preside, responden que está en una reunión. A poco de cumplir 100 años, esta luchadora militante hace un hueco en su agitada agenda y dialoga con Página/12, en medio de esos altos y grises muros de la casona de despojado estilo soviético. Y aclara enseguida que no le gustan los homenajes. Pero hoy, a las 19.30, sus compañeros le harán uno en ese mismo edificio de Entre Ríos al 1000. Allí también dirige la cátedra libre de género y clase Alcira de la Peña, otra histórica militante del PC.
De mirada sagaz e inquisidora, Edelman responde rápido pero mide sus palabras, que surgen de una consecuente trayectoria de compromiso social y político. Empezó a militar a los 23 años y en 1934 se afilió al Partido Comunista de la Argentina. Ese año, la huelga minera en Asturias fue brutalmente reprimida, lo que provocó una activa campaña de solidaridad que se incrementó en julio de 1936, cuando los jefes de las Fuerzas Armadas se levantaron contra la República Española. Esa solidaridad en Argentina la encontró como fundadora de la ayuda para niños. Y en 1937 ya luchaba junto a los brigadistas internacionales en España, donde viajó junto a su compañero Bernardo Edelman, que era corresponsal de guerra. “Fue una experiencia hermosa y dolorosa a la vez porque se pudo medir en toda su dimensión la solidaridad con los combatientes, la consigna de las Brigadas era ‘Por vuestra libertad y por la nuestra’. Y fue así, la experiencia más extraordinaria de mi vida.”
–¿Empuñó armas?
–No, no, estaba en la actividad del Socorro Rojo, es decir, la solidaridad con los combatientes que recibíamos de todo el mundo y enviábamos a los frentes de batalla ropa, alimentos y calzado.
–¿Conoció a La Pasionaria?
–Sí, era una mujer muy bella, siempre vestida de negro y con una voz extraordinaria, con una gran capacidad de captación del sentimiento popular. La conocí en España y después trabajé con ella en la FDIM (Federación Democrática Internacional de Mujeres), una organización creada luego del fin de la guerra y yo estuve como secretaria general ocho años en Alemania, y la visitaba a Pasionaria en su exilio en Moscú. Su personalidad apabullaba, saltó las fronteras de su patria para convertirse en la personalidad más significativa de aquella época, ejemplo para muchas mujeres, de firmeza, de combatividad, de dignidad.
A su regreso en el ’39, el movimiento de solidaridad con la República se organizó junto a Chile y Uruguay, y logró reintegrar a más de 3000 refugiados. Ante el fin de la guerra, Fanny y un grupo de compañeras comunistas impulsaron la U.M.A, organización de carácter reivindicativo, social y de lucha por la paz. Edelman fue la primera secretaria general y durante 50 años dedicó un trabajo intenso a la organización femenina en lucha por trabajo, salario, salud y vivienda. En 1972, en representación de la U.M.A, asumió la conducción de la FDIM.
–¿Cree que hay un regreso de la juventud a la militancia?
–Siempre he respetado mucho a la juventud, está demostrando lo que es, no lo que dicen algunos medios de la gran prensa que tratan de minimizar sus capacidades y de dañarla, reflejando sólo la droga y al saqueo.
–Sin embargo, luego de la primavera alfonsinista hubo un reflujo de la militancia joven, el menemismo no fue muy movilizador.
–Hay que tener en cuenta lo que significó la dictadura genocida, que silenció durante tanto tiempo a la juventud, pero lo notable es que la juventud resurge. La huelga de los estudiantes del año pasado fue de carácter político reivindicativo.
–¿No le parece que con la figura de Néstor Kirchner haya un impulso?
–Es la esencia de la juventud que renace por épocas.
–¿Cómo evalúa los cambios en la región?
–América latina está preñada de revolución, en Bolivia, Ecuador y Venezuela hay cambios que no son revolucionarios pero son profundos que repelen al imperialismo norteamericano. Es posible radicalizar este proceso, la derecha neoliberal es un enemigo que crece para incivilizar.
–¿Incivilizar?
–Hay una crisis civilizatoria de parte del gran capital, esa crisis quieren descargarla sobre nuestro continente, que hoy es el de la rebeldía.
–¿Por qué al PC se le sigue reclamando por su postura en la dictadura?
–El partido tuvo centenares de muertos y desaparecidos durante la dictadura, miles de expulsados de sus trabajos, la derecha es mendaz y la gran prensa de los partidos burgueses han deformado el contenido de la lucha. Hoy es querellante en cantidad de juicios contra Videla, contra Menéndez, contra esa caterva de asesinos. Hubo una declaración incorrecta pero eso no significa que no hayamos sido luchadores convencidos contra la dictadura.
–Como luchadora en asuntos de género, ¿no le parece que hay mucho ruido y pocas nueces?
–Para nosotros el tema de género es un tema de clase. Es decir, la clase es explotada, el género es explotado por el patriarcado. De manera que patriarcado y explotación de clase son una sola cosa. Luchamos por cambiar la realidad social, que es el camino para obtener la liberación de la mujer, que no se consigue hoy o mañana. Es un largo proceso condicionado a la influencia política burguesa sobre la conciencia social. El neoliberalismo llevó a la mujer a condiciones de inferioridad jamás reconocidas. Y la feminización de la pobreza es uno de sus ejemplos más absolutos: la mujer ha tenido que salir a trabajar para conseguir el sustento y siempre ha cobrado menos por las peores tareas, es más explotada, y no pudo desarrollar su capacidad. Esto ha incidido en la disolución de las familias.
Edelman saluda, pide disculpas y se levanta para asistir a otra reunión.
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