Son aterradoras las historias de vida de niños y niñas que han perdido a su madre de forma violenta.
Alba Trejo
Son historias tan aterradoras como trágicas. Es la vida de niños y niñas que han perdido a su madre de forma violenta y quienes, a su corta edad, de repente tuvieron que reemplazar el rostro de mamá por el de la abuela o la tía, cambiar de vivienda dejando atrás a sus amigos, su escuela y el barrio, porque había que huir de las amenazas.
También les llegaron las confusiones, la tristeza, la depresión y el miedo que sobrevino con la ausencia de mamá.
Muñecos sin brazos, cruces, rostros melancólicos, así son los dibujos que hicieron ante especialistas al menos 200 huérfanos del feminicidio, para expresar el vacío que quedó en sus vidas tras la pérdida.
La psicóloga Nadyezhda Van señaló a SEMlac que son niños y niñas cuyo duelo aún no ha concluido, tienen inseguridad y, sobre todo, no se sienten acogidos con la nueva familia con que les tocó vivir.
Pequeños que apenas salían de la infancia (entre los 5 y 13 años de edad) cuando les tocó ver cómo sus mamás caían abatidas por las balas en una parada del transporte público, frente a la puerta de la casa o en el interior de un bus.
También fueron testigos de cómo papá le arrancaba la vida, a golpes, al ser más querido.
El diagnóstico "¿Qué pasa cuando mamá es asesinada?", realizado por la Comisión contra el Femicidio de la Presidencia de la República de Guatemala, señala que de 186 casos investigados de mujeres asesinadas en 2009, por lo menos 200 niñas y niños hijos de las víctimas se encuentran en una situación económica, social y sicológica devastadora.
Junto a la escuela de Trabajo Social de la Universidad de San Carlos de Guatemala, la Comisión contra el Femicidio inició la búsqueda de los pequeños que perdieron a su mamá para determinar si estaban en situación de vulnerabilidad, bajo la responsabilidad de quién habían quedado y darles tratamiento sicológico para restaurar su salud mental.
A decir de Karina Javier, del programa IPEC de la Organización Internacional del Trabajo, Guatemala es un país donde la trata de personas, principalmente de niñas y niños con fines de explotación sexual, es un grave problema y estos infantes que quedan sin madre son presa fácil de los proxenetas.
La experta señala que este país centroamericano ocupa uno de los primeros lugares en Latinoamérica donde más niños se comercian para las adopciones irregulares, la trata con fines de pornografía y comercio sexual, y que son los niños y niñas más pobres, y con problemas dentro de la familia, las víctimas principales.
De ahí que la Magistrada de la Niñez de la Procuraduría General de la Nación, Sara Payes, dijera a SEMlac que es importante localizar a los niños cuando la madre muere -y por lo regular son varios pequeños- porque lo primero que hace la familia de la víctima es separarlos, incluso de los amigos de la fallecida, y se desconoce su situación.
A Roldan y Sergio, de cuatro años de edad, nadie los reclamó y la vecina de su madre se quedó con los niños sin una orden de un juez.
El cuerpo de la madre de Roldan y Sergio apareció en un tragante de aguas negras; la violaron, la asfixiaron y después le dispararon a la cabeza.
"Nadie imagina siquiera lo que es ver morir a una madre de nueve tiros cuando se tiene siete años de edad, y más cuando ese cuerpo cae a los pies del niño", indica Mirna Bojorquez, directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
La investigación tiene sus casos paradigmáticos, como el de Xiomara, Kevin, Arseny y Deymi. Después de que su progenitora cayera masacrada a tiros frente a sus ojos, ellas -de apenas tres, siete, 10 y 13 años de edad- optaron por hacer del patio de su casa un cementerio para tener a su madre más cerca de ellas y acudir a su tumba cuando necesitan fuerzas, dijeron.
O como José, el niño que se vio obligado a tirarse al suelo para hacerse el muerto y salvar su vida, cuando la de su madre era arrebatada de nueve balazos en una parada del bus.
Guatemala se ha convertido en un centro de impunidad para los asesinos de mujeres, donde a diario son asesinadas dos mujeres por arma de fuego y estrangulamiento, de acuerdo con el Ministerio Público.
De enero a septiembre, el Instituto de Ciencias Forenses señala que el recuento es de 545 fallecidas por arma de fuego, arma blanca y asfixia por estrangulamiento. Algunas son torturadas y luego son lanzadas a la calle desde autos en movimiento.
Las víctimas, entre 18 y 45 años de edad son, en su mayoría, comerciantes, amas de casa y trabajadoras de almacenes.
Y la abuela materna o paterna se queda cuidando de los niños. Pero son mujeres de la tercera edad, sin recursos económicos.
Dora Muñoz, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), advierte que esta niñez ha sido vulnerada en todos sus derechos porque, además de ser testigo del asesinato de su madre, nunca recibió un resarcimiento por el daño.
Muchas de estas víctimas ya no van a la escuela porque pesa más la tristeza y no han tenido atención sicológica, por lo que presentan severos daños emocionales.
La Comisión contra el Femicidio elaboró un protocolo de atención urgente que dará respuesta inmediata a esta problemática que genera un círculo de violencia.
Marta Olga Rodríguez, de la Comisión, indicó que el protocolo es una ruta que involucra a todos los entes del Estado, que tendrán que proteger a los niños ante el femicidio cometido contra sus madres, quienes suelen dejar en la orfandad hasta seis hijos que, en su mayoría, ni siquiera han llegado a la adolescencia.
De igual forma, la Comisión contra Femicidio planteará una reforma a la ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer que no contempla el resarcimiento a las víctimas colaterales, sino solo a la víctima de los diferentes delitos: el sexual, físico, sicológico y patrimonial.
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