martes, agosto 03, 2010

Nadje Sadig dice que el burka en Irak "es un fenómeno postinvasión"

(EFE).- El uso del burka es "un fenómeno postinvasión", según Nadje Sadig Al-Ali, autora del libro "Mujeres iraquíes" en el que relata, a través de las vivencias de más de 200 mujeres, cómo la caída del régimen de Hussein, y el actual control de las milicias, ha empeorado la situación de la mujer.

"Los vecindarios están controlados por milicias y el país es un caos. Se restringen las libertades de las mujeres para diferenciarse de Occidente, como la creación de códigos de vestir. El burka en Irak es un fenómeno postinvasión", denuncia la escritora y antropóloga en una entrevista con EFE.

Clara y contundente, Nadje Sadig Al-Ali, alemana de origen iraquí y afincada en Londres desde hace catorce años, arremete contra la falsa imagen que en Occidente se tiene de la invasión de Irak en 2003.

"Antes teníamos un dictador que era la fuente de toda violencia, ahora tenemos a hombres armados, y las mujeres están incluso más oprimidas", explica la escritora, que ha participado en el Congreso Mundial de Oriente Medio y de África del Norte (WOCMES), celebrado recientemente en Barcelona.

"Mujeres iraquíes" no es un texto denuncia, sino más bien un manifiesto en favor del papel que la mujer ha jugado y juega en Irak. Una radiografía intergeneracional cuyas protagonistas, desde los 16 años hasta los 70, describen la historia del país desde 1948 hasta la actualidad a través de vivencias personales.


Se trata de "romper estereotipos", como que las mujeres han jugado "un papel pasivo" en Irak, y acabar con análisis reduccionistas que se limitan a considerar la problemática como "algo lógico en un país islámico", aclara Sadig Al-Ali, catedrática en estudios de género de la Universidad de Londres.

Historias de superación y lucha. De fuerza y de voluntad. Como la de una dentista expulsada de Irak por ser chií y que tras su deportación a Irán, y a pesar de no entender la lengua, consiguió volver a trabajar como dentista.

Y relatos de solidaridad que desdibujan la tensión religiosa que, desde el prisma occidental, se perciben inherentes en los países islámicos.

"Cuando esa misma dentista consiguió regresar a casa -explica una emocionada Sadig Al-Ali- descubrió que sus vecinos suníes, el presunto enemigo, le habían guardado todas sus pertenencias".

Porque antes, según explica: "la clase social era más importante que la religiosa y la clase media chií y suní apenas se diferenciaban".

Y precisamente, es esta degradación del tejido social en Irak lo que más preocupa a la escritora, porque lleva a la población a pensar lo de 'todo tiempo pasado fue mejor', por dictatorial y coactivo que fuera.

"Hay gente que mira hacia los noventa y siente nostalgia. No es que apoyen el régimen de Hussein, es que las cosas han ido de mal en peor", puntualiza la antropóloga.

En este contexto, Sadig Al-Ali remarca la capacidad de superación de la mujer, "siempre creativa" y "buscando formas de mantener a los suyos".

"En todo este tiempo siempre ha habido mujeres que luchaban por sus derechos, activistas que siempre han intentado mejorar la situación de la mujer. Incluso arriesgando su propia vida", cuenta la autora.

Para ella, el amor por su patria de origen no fue algo inculcado, sino más bien una reacción personal ante las imágenes "a modo de videojuego", del bombardeo en Bagdad durante la guerra del Golfo.

"Después de la guerra visité Bagdad en 1997 y vi un país cambiado. Me di cuenta de lo privilegiada que era y me prometí a mi misma que usaría mi libertad de una forma positiva para Irak", sentencia Sadig Al-Ali.

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