viernes, julio 23, 2010

UNA MUJER PARA NO OLVIDAR

Por Marilys Suárez Moreno
MUJERES Este 28 de julio se cumplirá 30 años del deceso de la inolvidable heroína del Moncada, Haydée Santamaría Cuadrado, una mujer que acepto el brindis que la historia le ofrecía y se creció, como su compañera Melba Hernández, su hermano Abel y Boris Luis, su amor, entre tantos compañeros del Moncada a los que acompañó en los derroteros por transformar la patria deseada.

A La Habana vino a vivir con su hermano, a quien adoraba, y comenzó a estudiar de noche, mientras compartía con sus compañeros del Movimiento los planes para la lucha.

Boris Luis Santa Coloma, Raúl Gómez García, Pedro Miret y otros, eran asiduos al apartamento de 25 y 0, en el Vedado capitalino. Fidel y Abel, los dos hombres principales de la acción, se conocieron en mayo de 1952 y desde entonces, nació entre ellos una verdadera amistad e idénticos anhelos revolucionarios.

Fracasado el ataque moncadista, Yeyé y Melba Hernández, la otra heroína de aquel hito patrio, fueron juzgadas y condenadas a siete meses de prisión. Unidas en la lucha y en la fidelidad a la Revolución, las dos heroínas se mostraron firmes ante los jueces que las juzgaban, denunciando el asesinato de todos los prisioneros de aquel día. Los primeros de ellos, los jóvenes que acompañaron a Abel, segundo al mando de Fidel en el ataque a la segunda fortaleza de la tiranía.

La primera misión de las dos heroicas mujeres tras su liberación, fue divulgar clandestinamente el Mensaje a Cuba que sufre, manifiesto en que Fidel explicaba cómo fueron masacrados los combatientes del Moncada. Luego, editarían y distribuirían La Historia me Absolverá, reconstruida y hecha salir de la cárcel hoja a hoja por Fidel.

A finales de 1956, Yeyé se encontraba entre los organizadores del alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba en apoyo al Granma, que estremeció a esa ciudad oriental. La acompañaban otras mujeres heroicas, como Vilma Espín, por siempre Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y Asela de los Santos.

Después subió a la Sierra Maestra y, enviada por la dirección del Movimiento 26 de Julio, marchó a los Estados Unidos a recaudar fondos y acopiar armas De regreso, triunfante ya la Revolución, se integró a las funciones educativas y a las que le generaba La Casa de las Américas, que bajo su mandato abrió las puertas a todo lo valedero del continente. Su tiempo abarcaba el hogar, la atención a sus dos hijos y a otros cuatro que crió como suyos.

A pesar de aquella tristeza que nunca la abandonó, seguía siendo la muchacha sencilla de Encrucijada. Quien fuera miembro de la Dirección Nacional del 26 de Julio, lo será luego del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, al constituirse éste en 1965.

Mujer para no olvidar, los que la conocieron de cerca la recuerdan siempre rebelde, tierna e impaciente, creciéndose cada día ante aquel dolor innombrable que nunca la abandonó.

La Casa de las Américas, donde Haydée Santamaría cultivó la amistad y el respeto de grandes intelectuales de la región y en la que cumplió una intensa labor de defensa y difusión de los valores de lo que Martí llamó “nuestra América”, la tiene presente en su quehacer renovador, porque como dijo alguien: “Haydée era la Casa.

Hace ya algún tiempo que no está físicamente entre los que aman y construyen, mas esta mujer que se derramaba en energía inagotable, que era toda sensibilidad y delicadeza, pervive en lo mejor de la memoria de su patria.

1 comentario:

Carmela dijo...

De esta mujer luchadora , valiente y comprometida surge uno de los tantos ejemplos que nos guía hacia el camino de la única verdad.
Por su sensibilidad y su grandeza.
Por integridad vive en lo mejor de nuestra memoria.
Y nunca será olvidada.