lunes, mayo 31, 2010

Capitalismo, sexualidades y actitudes políticas. ¿Qué tiene que ver con nosotras?[1]

Marian pessah[2]
¿Tiene sentido hablar de capitalismo sin mencionar antes al patriarcado? ¿Tiene sentido hablar del patriarcado sin resignificarlo en sus vínculos con el capitalismo? De manera simplificada, el patriarcado es una ideología/ un sistema/ una práctica de dominación y control de los hombres sobre las mujeres. La primera idea que quiero expresar, es que el patriarcado nació mucho antes que el capitalismo y se mantiene hasta nuestros días; hasta que la humanidad llega al sistema capitalista y entra en el patriarcado, como guante en plena estación invernal.

Como menciona Frederic Engels en su gran obra: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, refiriéndose a las formas pre-capitalistas de organización de la producción más primitivas:

“...Y con la aparición de los rebaños y la demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia. La industria había sido siempre asunto del hombre; los medios necesarios para ella eran producidos por él y propiedad suya. Los rebaños constituían la nueva industria; su domesticación al principio y cuidado después, eran obra del hombre. Por eso el ganado le pertenecía, así como las mercancías y los esclavos que obtenía a cambio de él. Todo el excedente que dejaba ahora la producción pertenecía al hombre; la mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad. (…) La división del trabajo en la familia había sido la base para distribuir la propiedad entre el hombre y la mujer.”


A partir de ese punto de partida planteado por Engels y considerando que un sistema económico se define por la manera como las personas se relacionan para producir, debemos hablar no solamente en clases sociales, sino también, en clases sexuales. Veamos cómo sigue, si todo el excedente producido queda en poder de los hombres, lxs herederxs van a precisar estar bien definidxs, así nace la necesidad del casamiento heterosexual, para que los hombres controlen a “sus” mujeres y poder garantizar la paternidad de sus hijos/as, para darles su apellido. Del mismo modo nace la monogamia obligatoria, porque si las mujeres están con varios hombres, no es posible identificar al pater-padre. Ahora se hace necesario crear un dispositivo de vigilancia, la moral será una increíble herramienta que contará con una fiel ayudante : la iglesia.

Estamos hablando de un patriarcado-capitalista, donde la prostitución que ya existía de las más diversas formas para asegurar el placer sexual de los patriarcas, y la monogamia asumen un nuevo carácter. Junto al capitalismo, los cuerpos de las mujeres (y de algunos hombres) comienzan a ser cambiados por moneda, transformándose en mercaderías, categoría específica del sistema capitalista. Este “nuevo” sistema, está siendo un gran caldo de cultivo de la moral homo-lesbofóbica, porque existiendo personas gays o lesbianas, son bellas enemigas y un terrible peligro para el sistema reproductor del sexo centrado en la reproducción y en la moral familiar.

Parece una consecuencia lógica, una ecuación matemática que las relaciones familiares, como microcosmos de la organización económica, hayan convergido para el formato de pareja heterosexual y monogámica, con un papel fundamental en la manutención de la ideología capitalista.

De esta forma, del punto de vista económico, se entiende por capitalismo una relación de dominación de la burguesía sobre el proletariado. Y se entiende por familia hetero-monogámica, una relación entre el hombre y la mujer, en la cual, es él quien trabaja fuera de la casa, y es ella quien hace las tareas del hogar, sin horario determinado. Actualmente, gran parte de las mujeres también trabajan fuera de casa, solo que esa actividad no las exime de las tareas domésticas, por el contrario, duplica su jornada laboral.

Por eso, en 1843, cuando Flora Tristán escribió su importante libro La Unión obrera, ya decía que las mujeres somos las proletarias del proletariado. Lamentablemente, 167 años después, eso sigue tan actual como entonces. Sería interesante preguntarnos por los avances realizados en todos estos años, sería importante hacer una minuciosa evaluación sobre los feminismos y su incidencia en la sociedad.

Continuemos. ¿Que es el casamiento? Un contrato social y económico – ¿de compra y venta? - firmado frente al Estado y/o la Iglesia. Cuando una mujer se casa, pasa de ser propiedad del padre, para el marido. ¿O no es así que sucede en las Iglesias? Sean estas católicas, judías o musulmanas.

Las mujeres entran caminando sobre la alfombra roja del brazo del padre hasta los ahora maridos que aguardan en el altar. Para llegar hasta ese momento sublime ellas/nosotras tienen/tenemos que habernos tragado el cuento romántico del amor para toda la vida, de la persona elegida, de no quedarnos solas, ni solteronas. Del miedo de no ser amadas. El capitalismo, hoy en día está muy bien representado por mega empresarios que no se quedan atrás. Dejan su importante marca con grandes y caros vestidos y elegantísimas fiestas; relacionando lujo con amor. Los ojos de este sistema se parecen a los del Tío Rico, en lugar de iris tiene el signo $.

Cabe preguntarnos cuál es la relación entre amor y Estado. Si no fuese por todas estas cosas de la necesidad de herencia, control y dominio, no habría necesidad de casamiento, de atestiguar amor ante nadie. Cuando se firma un contrato con una empresa, por ejemplo, enseguida se informa cuántas horas serán de trabajo y cuáles los días libres, somos avisadas sobre derechos y obligaciones. En un contrato matrimonial, las mujeres debemos trabajar los 365 días del año, limpiar la casa, mantener el orden, tener hijxs y cuidarlxs, responsabilizarse por su educación. Y como si no fuera suficiente, también nos es exigido un cuerpo maravilloso y estar siempre listas para tener sexo todas las noches que el marido lo desee. ¿Cómo es el nombre de la mujer cazada? Presa, mucama sin sueldo, proletaria del proletariado, eterna esclava.

¿Cuál es el sentido de mantener todo esto intacto hoy? Que el movimiento LGBTT – ahora formalmente con la L al frente[3] – luche por obtener el casamiento, que no hace más que reproducir el sistema y los sueños de consumo concebidos por el sistema, ¿cuál es la función del casamiento entre personas que no tienen bienes? ¿Cuál la de habitar el sueño creado para oprimir? ¿Cuál es la actitud política del movimiento que debería ser de libertación, y no de continuación, para amenizar las opresiones de manera que todo cambie para que todo continúe igual?

Felizmente, existió una criatura muy inteligente, que en 1949, escribió un libro de dos volúmenes importantísimo, que se llamó El segundo sexo. Sí, me refiero a Simone de Beauvoir. Ahí dejó impresa su grande e importante frase: “Nadie nace mujer, llega a serlo”. Ella también fue una importante referencia con su vida, en el plano intelectual, y en la práctica. Junto con su compañero, Jean Paul Sartre, con quien nunca se casaron ni vivieron juntxs; enfrentaron el desafío de construir nuevos y variados amores y núcleos afectivos.

Pocos años después, las FMF - Feministas Materialistas Francesas, del mismo grupo que Simone formaba parte, dirán : “...el punto central del pensamiento, radica en que ni los hombres, ni las mujeres son un grupo natural o biológico, no poseen ninguna esencia especifica ni identidad la cual defender y no se definen por la cultura, la tradición, la ideología, ni por las hormonas, sino, simplemente por una relación social, material concreta e histórica. Esta relación es una relación de clase ligada al sistema de producción al trabajo y a la explotación de una clase sobre otra”[4].

Unos años más tarde, Monique Wittig, también del grupo de las FMF, escribirá un texto: Nadie nace mujer y se hará muy conocida su frase las lesbianas no somos mujeres.

“... pues el lesbianismo ofrece de momento, la única forma social en la cual podemos vivir libremente. Lesbianidad es el único concepto que conozco que está mas allá de las categorías de sexo (mujer y hombre), pues el sujeto designado (lesbiano) no es una mujer, ni económicamente, ni políticamente, ni ideológicamente.”[5].

“Somos prófugas de nuestra clase, de la misma manera en que los esclavos americanos fugitivos lo eran cuando se escapaban de la esclavitud y se liberaban.”.

“Tenemos que comprender que el conflicto de clases no es eterno y que para superarlo, es necesario destruir políticamente, filosóficamente, y simbólicamente las categorías de hombres y de mujeres”.

Ahora con algunas herramientas de análisis en las manos, seria interesante posicionarnos como lesbianas polítikas, y no mujeres homo-afectivas como a algunas personas les gusta llamarnos/se. Es necesario abrir los ojos y ver el potencial revolucionario que tenemos en nosotras, llegó la hora de sacarnos aquellos guantes y tomar la realidad con nuestras propias manos. ¡Basta ya! Vamos a vestirnos con nuestras propias ropas de lesbianas, seres disidentes de este patriarcado capitalista. Es importante tomar una actitud política contraria al casa-miento monogámico y reproductor de las normas heterosexuales. Nos-otras no aceptamos este sistema económico y entendemos que no tiene sentido el casa-miento que refrenda a través de nuestros propios cuerpos este sistema opresor.

Tenemos la sartén por el mango, y el mango también, para decir no a esta monogamia obligatoria que tanto nos oprime, cuya función básica es la reproducción del sistema del capital y de la propiedad privada, también en los cuerpos de las mujeres.

No hay movimiento posible sin la existencia de la utopia, objetivos y sueños. ¡Vamos adelante! El cielo está aquí para que volemos, soñemos y experimentemos la libertad que nos da el hecho de ser anormales- lesbianas polítikas.

Referencias bibliográficas

Beauvoir, Simone de. El segundo sexo, Ed. Gallimard, Paris, 1976.

Engels, Friederich El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Editorial Progreso, Moscú.

Falquet, Jules e Curiel, Ochy (org)- El patriarcado desnudo, ed. Brecha Lesbica, 2005.

Tristán, Flora La Unión obrera, Ed. Fontanara.

Wittig, Monique. Ninguém nasce mulher in Em rebeldia – da bloga ao livro, Porto Alegre, 2009.

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