“Nadie tiene el derecho de decidir sobre la guerra. Todas las personas tienen el deber de decidir sobre la paz”.
Ese espíritu hizo posible que en el año 1982 se instaurara el 24 de mayo como el Día Internacional de las Mujeres por la Paz, con el objetivo de visualizar y dar a conocer las diversas aportaciones hechas por mujeres desde concepciones filosóficas diferentes.
Este bagaje y análisis de la realidad, desde la perspectiva de género de la resolución de guerras y conflictos, posibilitó en 1990 que las Naciones Unidas, por medio de la resolución 1325, “pida que se promueva la contribución de las mujeres al logro de una cultura de paz y la inclusión de las mismas en todos los procesos”. El Consejo de Seguridad reconoce no sólo que la paz está intrínsecamente unida a la igualdad ente hombres y mujeres, sino que el acceso pleno y la participación total de las mujeres en las estructuras de poder y su completa implicación en los esfuerzos para la prevención y la resolución de conflictos son esenciales para el mantenimiento y la promoción de la paz y la seguridad en el mundo.
Este bagaje y análisis de la realidad, desde la perspectiva de género de la resolución de guerras y conflictos, posibilitó en 1990 que las Naciones Unidas, por medio de la resolución 1325, “pida que se promueva la contribución de las mujeres al logro de una cultura de paz y la inclusión de las mismas en todos los procesos”. El Consejo de Seguridad reconoce no sólo que la paz está intrínsecamente unida a la igualdad ente hombres y mujeres, sino que el acceso pleno y la participación total de las mujeres en las estructuras de poder y su completa implicación en los esfuerzos para la prevención y la resolución de conflictos son esenciales para el mantenimiento y la promoción de la paz y la seguridad en el mundo.
¿De qué mujeres hablamos?
Desconocidas, ignoradas e interesantísimas en cuanto a su aportación a la paz: Berta Sophie Felicitas, austriaca, autora del libro Abajo las armas, Premio Nobel de la Paz en 1905. Jane Addams, de EEUU, autora de Paz y pan en tiempos de guerra, Nobel de la Paz en 1931. Helene Stocker, alemana, activista incansable y represaliada por ello. Rosa Parks, mujer que inició la resistencia pacifica al no querer levantarse de su asiento para cedérselo a un blanco en EEUU. Wangari Maathai, de Kenia, líder del movimiento a favor de la tierra, de la vida y la paz. Shirin Ebadi, iraní. Rigoberta Menchú. Aung San Suu Kyi, birmana, Nobel de la Paz en 1941. Virginia Wolf, Irene Sleder, defensora y salvadora de 2.500 niños de las manos de los nazis. Somaly Mam o Lydia Cacho arriesgan sus vidas cada día por los demás. Aminatu Haidar con el pueblo saharaui. La periodista rusa Anna Politkovskaya o la activista por los derechos de los palestinos, Rachel Corrie, perdieron la vida mientras luchaban por dar voz a los más débiles. Mary Robinson, Carla del Ponte… Y muchas más. Una historia apenas conocida. Mujeres de todo el mundo que juegan un papel clave en la lucha contra la violencia y el mantenimiento de la paz. Son valientes, perseverantes e innovadoras, no se resignan a la injusticia y trabajan para cambiarla
Es indudable que las mujeres tenemos un importante protagonismo en la causa de la paz
¿Hay algo especial en nosotras?
No somos mejores ni más pacíficas que los hombres pero es indudable que tenemos un importante protagonismo en la causa de la paz, quizás por el hecho de un mayor contacto con el cuidado y mantenimiento de la especie humana, crucial para la sostenibilidad de la vida.
Iniciativas de mujeres por la paz
Comenzaron en 1915 alrededor de un millar de mujeres representando a 12 países, beligerantes y neutrales se reunieron en La Haya en el primer Congreso Internacional de Mujeres, surgiendo, con la pretensión de unir dos movimientos: el feminista y el pacifista.
En la India, en la Marcha de la Sal en marzo de 1930 la mayoría de las participantes eran mujeres y de ellas diecisiete mil fueron arrestadas. Es en la segunda mitad del siglo con la oposición a la instalación de misiles nucleares en los años 80. A partir de 1982, aparece un discurso feminista pacifista de contenido político, con un denominador común, que es el de enfrentarse y deslegitimar el triunfo de la fuerza sobre la razón y la vida. Se organizan para oponerse a la guerra y las políticas militaristas. Para romper barreras y acercar comunidades enfrentadas. Por la búsqueda de soluciones no militares a los conflictos… Contra la impunidad, los genocidios y la búsqueda de la verdad para todas las víctimas. Para apoyar a mujeres que viven en situaciones de negación derechos humanos o de guerras en distintos países. Para lograr que el Parlamento Europeo y Naciones Unidas tengan en cuenta la utilización de las mujeres a lo largo de la historia como armas de guerra, violadas sistemáticamente y obligadas a todo tipo de vejaciones y el trabajo y la especificidad de la aportación de las mujeres en la resolución de los conflictos. Y a pesar de toda esta historia, y a diez años de la aprobación de la resolución 1.325, las mujeres en negociaciones de paz siguen siendo excluidas, teniendo un acceso limitado a los espacios de toma de decisiones. Incluso en países que abanderan la democracia y la igualdad de géneros, su presencia en puestos de decisión clave es aún insuficiente
Recordad ese viejo lema: “No queremos guerra que nos destruya ni paz que nos oprima”. Y por qué lo que no se nombra no existe, recomiendo el libro titulado 1.325 mujeres tejiendo la paz (Icaria, 2009), impulsado por la Fundación Cultura de Paz que se presenta el 27 de mayo en Iruña y Estella/Lizarra.
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