En las próximas fechas en torno al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, probablemente veamos como el feminismo institucional y de salón cogerá la bandera de un falso feminismo, de una falsa libertad. De reformas y avances que no son más que las migajas del sistema, mientras que la situación de las mujeres seguirá siendo la de estar subyugadas al poder patriarcal. Mientras que los prejuicios sociales hacia la mujer siguen siendo los mismos desde hace milenios, la mujer como posesión del hombre.
El patriarcado, como arma primigenia del capitalismo, debe ser combatido precisamente desde la erradicación de este sistema. La lucha contra el patriarcado y la lucha contra el capitalismo deben ir de la mano, porque su enemigo y fines están en común, por un lado la explotación y por otro la libertad de todos los seres humanos. La primera explotación “del hombre sobre el hombre” es la que éste comenzó a realizar sobre la mujer hace ya cientos de años. Una estructura, que a pesar de lo que pueda pensar las instituciones oficiales, sigue manteniéndose a día de hoy y que hay que eliminar de raíz.
Hombres y mujeres nos juntamos para trabajar la cuestión de género. Es decir, si no realizamos este trabajo personal vamos a reproducir inconscientemente el patriarcado manteniendo las estructuras familiares (familia nuclear cómo unidad social y económica) y emotivas que mantienen el sistema capitalista. De esta manera vamos a perpetuar una desigualdad –a veces difícil de identificar a causa del arraigo del sistema patriarcal en nuestra herencia social, cultural y económica- que va a entorpecernos en nuestra lucha anticapitalista y de liberación nacional. Y no sólo va a entorpecerla sino que va a bloquear nuestra liberación cómo personas y cómo pueblo.
El patriarcado, como arma primigenia del capitalismo, debe ser combatido precisamente desde la erradicación de este sistema. La lucha contra el patriarcado y la lucha contra el capitalismo deben ir de la mano, porque su enemigo y fines están en común, por un lado la explotación y por otro la libertad de todos los seres humanos. La primera explotación “del hombre sobre el hombre” es la que éste comenzó a realizar sobre la mujer hace ya cientos de años. Una estructura, que a pesar de lo que pueda pensar las instituciones oficiales, sigue manteniéndose a día de hoy y que hay que eliminar de raíz.
Hombres y mujeres nos juntamos para trabajar la cuestión de género. Es decir, si no realizamos este trabajo personal vamos a reproducir inconscientemente el patriarcado manteniendo las estructuras familiares (familia nuclear cómo unidad social y económica) y emotivas que mantienen el sistema capitalista. De esta manera vamos a perpetuar una desigualdad –a veces difícil de identificar a causa del arraigo del sistema patriarcal en nuestra herencia social, cultural y económica- que va a entorpecernos en nuestra lucha anticapitalista y de liberación nacional. Y no sólo va a entorpecerla sino que va a bloquear nuestra liberación cómo personas y cómo pueblo.
Es por esto que afirmamos la necesidad imperiosa de ponernos manos a la obra, trabajar con nosotros mismos y difundir este trabajo facilitando y empujando a esta formación esencial al resto de colectivos y población en general. Esta ardua tarea -que no va a hacerse por sí sola- pasa por una toma de conciencia de mujeres y hombres a través de un esfuerzo de análisis y autocrítica entorno a esas desigualdades. Por eso, nosotros/as no entendemos otro feminismo que no sea de clase y rebelde.
Por lo dicho anteriormente, porque la lucha contra el patriarcado es lucha contra el capitalismo, los hombres deben de dejar de pensar que el feminismo “es cosa de mujeres” o que es algo con lo que estar de acuerdo o apoyar. Los hombres no deben apoyar el feminismo por mera solidaridad, los hombres son el feminismo al mismo nivel que las mujeres. Es por ello que no creemos en un feminismo segregador, como algo aparte por y para las mujeres. Nada más lejos de la realidad, como ya hemos dicho, el feminismo debe ser un arma más para alcanzar la libertad de la clase trabajadora, que aunque sea una falacia decirlo, agrupa a hombres y mujeres de cualquier raza, religión o condición.
Por último y como ejemplo práctico de nuestra visión como todo esto se manifiesta en Andalucía. No es de extrañar como a la vez que estamos a la cabeza de los índices negativos como el de paro, precariedad laboral, accidentes laborales, fracaso escolar, etc. Andalucía también lo está en aquellos que atacan directamente a la mujer como la violencia de género o el paro femenino. No hay que ser una lumbrera para darse cuenta de la relación que tiene todo esto. Andalucía como pueblo oprimido por el Estado español, que es lo que mediante el poder aplica el capitalismo a la clase trabajadora andaluza; seguirá estando a la cabeza de esos índices mientras no se acabe con el sistema capitalista, por ende con el patriarcado. Esto quiere decir, que como ya se ha dicho, al ser el Estado español una cárcel de pueblos con la que aplicar el capitalismo, la liberación de la mujer pasa por un proceso de liberación nacional necesariamente.
En consecuencia, elevando esto a clave internacional, entendemos que no habrá nación libre en el mundo hasta que la mujer no sea libre totalmente. No entendemos la lucha anticapitalista si no es desde la triple opresión: de clase, de género y nacional.
Trabajar la cuestión antipatriarcal pasa por trabajarse uno/a mismo/a, en el sentido que es necesario e imprescindible desaprender todos los estereotipos y patrones con los que nos hemos socializado según el género que se nos asignó al nacer. De ahí se desprende el hecho que lo personal es político y que hace falta un trabajo personal, que no fácil sino más bien duro y pedregoso pero muy satisfactorio y emancipador, en la vida propia, las actitudes, los roles y las relaciones sexoafectivas.
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