Los espacios del Centro de Arte La Estancia fueron escenario de un hecho singular el pasado jueves. Desde las cinco de la tarde, más de treinta cultores populares y numeroso público se aunaron en una sola voz, un solo abrazo y un solo aplauso, para rendir homenaje a Solimar Cadenas, la joven cantora revolucionaria fallecida hace ya un mes. También hubo tiempo para recordar el compromiso histórico y ético con el hermano pueblo haitiano.
La tarima se montó casi a ras del piso, como para que no hubiera distancia o diferencias entre los más de 35 artistas que lo poblaban y el público.
Sentados en la grama, entre árboles y flores, arriba o abajo del escenario se podían ver peludos, rastas, tipos y tipas con pinta de ñángaras e incluso de malandros, pero llamativamente no había ninguna corbata.
La tarde se hizo noche entre abrazos, lágrimas, risas, cantos, acordes, poesía, tambores, maracas, sueños y realidades.
Dijeron los organizadores que no hubo ensayo. Tampoco habían presentadores, pero del escenario surgía una armonía tal que cautivó y emocionó a todos los que tuvimos la suerte de estar allí. Los cultores se presentaban uno tras otro, una sola mirada bastaba para saber a quién le tocaba presentarse. La poesía se entremezclaba con el canto. Poetas y cantores se alternaron durante más de tres horas. Hubo palabras, canciones, poemas, consignas revolucionarias, recuerdos compartidos de experiencias y luchas vividas junto a Solimar.
La tarima se montó casi a ras del piso, como para que no hubiera distancia o diferencias entre los más de 35 artistas que lo poblaban y el público.
Sentados en la grama, entre árboles y flores, arriba o abajo del escenario se podían ver peludos, rastas, tipos y tipas con pinta de ñángaras e incluso de malandros, pero llamativamente no había ninguna corbata.
La tarde se hizo noche entre abrazos, lágrimas, risas, cantos, acordes, poesía, tambores, maracas, sueños y realidades.
Dijeron los organizadores que no hubo ensayo. Tampoco habían presentadores, pero del escenario surgía una armonía tal que cautivó y emocionó a todos los que tuvimos la suerte de estar allí. Los cultores se presentaban uno tras otro, una sola mirada bastaba para saber a quién le tocaba presentarse. La poesía se entremezclaba con el canto. Poetas y cantores se alternaron durante más de tres horas. Hubo palabras, canciones, poemas, consignas revolucionarias, recuerdos compartidos de experiencias y luchas vividas junto a Solimar.
En La Estancia estuvieron todos los compañeros de Solimar en La Cantera, al que ella pertenecía; también participaron los integrantes del Frente de Creadores Militantes. Se mencionó la presencia de Lilia Vera, Yorlando Conde, Chiche Manaure y Sol Musset. Se recordó a los que ya no están, como el Gordo Páez, a Juan José de Dame Pa´Matala y también se evocó al “Padre cantor” Alí Primera, quien decía “es mejor perder el habla que dejar de hablar”.
Pero no es este periodista, con sus limitaciones, quien podrá poner en sus palabras lo que allí pasó, habiendo tanto poeta y cantor derramando amor, poesía, canto y pasión por un mundo mejor. Valga entonces lo que allí se dijo sobre Solimar Cadenas:
“Esto que se refleja desde este escenario, de estar todos juntos por un objetivo común, queremos y esperamos que se refleje en todas las disciplinas”. (Amaranta Pérez)
“Sus pasos fueron más elocuentes que sus palabras” (Enrique de Son Cimarrón)
José Alejandro Delgado relata un viaje a Argentina compartido con Soli en ocasión de los 80 años del Che: “Allí nos dimos cuenta de que la lucha de todos nuestros pueblos latinoamericanos por la emancipación era inminentemente necesaria”.
“A los cantores cuando se van se les canta con alegría”, “¡Que viva lo nuestro!”, dice el público.
Alí Alejandro Primera recuerda el día en que conoció a Solimar: “Fue un 12 de febrero, en Pdvsa La Campiña, esa día Soli me pidió que la dejara cantar y allí ella asumió al Che en su boca y allí la asumí como cantora”.
La emoción fue envolviendo a todos. La inspiración que a veces no sale, y Alí Costas Manaure la reemplaza por un “Viva Solimar Cadenas” y con un “¡Carajo!” bien dicho.
Ya son las ocho y media, los que están en el escenario invitan a todos a cantarle una fulía a Solimar:
Canta canta Solimar
que tu agüita no se seca.
Canta canta Solimar
que siempre serás estrella.
Y la rima improvisada se extiende hacia las noche. Son las nueve y el himno nacional cierra el acto.
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