Aunque es cierto que hoy día contamos con el apoyo de unas tecnologías que facilitan la labor médica, también es verdad que falta mucho para llegar a esa calidad en la medicina pública que todas necesitamos.
Muchas veces, después de estar un mes o más en la lista de espera, salimos de la consulta con la impresión de que no nos prestan la atención que esperábamos, no nos escuchan, no entienden lo que tratamos de explicar o no dan importancia a nuestras dolencias.
Las miradas disimuladas al reloj cuando nos extendemos en nuestras explicaciones (probablemente pensando en la repleta sala de espera) no nos ayudan a comunicarnos. Nos vamos desilusionadas, confusas e incluso molestas. Otras veces, cuando la respuesta de la/el médica/o es clara, amable y respetuosa, salimos confiadas y tranquilas.
La higiene diaria, la comida saludable, el ejercicio, el conocimiento de nuestras etapas biológicas, la autoexploración de los senos y la consulta ginecológica son medidas preventivas en las que debemos participar activamente con la ayuda de nuestra/o médica/o.
Si aprendemos a conocer nuestro cuerpo, con sus posibilidades y limitaciones, podremos reconocer sus cambios, advirtiendo rápidamente cualquier señal de alarma. De esta forma asumimos el protagonismo y la responsabilidad que nos corresponde en el cuidado de nuestra salud.
No olvides que solamente entre todas podemos conseguir que la consulta ginecológica sea un espacio donde participar, sentirnos cómodas y ser protagonistas-responsables de nuestra salud, debemos unirnos todas para reclamar al Estado nuestros derechos en salud como ciudadanas.
Fuente: Instituto Español de la Mujer (1991) La Consulta Ginecológica. Salud VI. Madrid, España.
Edición del texto e ilustraciones que hoy publicamos de Palabra de Mujer.
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