Una pesquisa del Centro de Referencia, Estudios y Acciones sobre Niñez y Adolescencia (Cecria) detectó 241 rutas de tráfico que pasan por Brasil, de las cuales 110 son de tráfico interno y 131 de tráfico internacional.
Las mayores víctimas del tráfico son mujeres negras, de entre 15 y 27 años de edad. Pará, Amazonas y Amapá son Estados punto de origen de las principales rutas internacionales, que llevan mujeres a Surinam y a Bolivia, España y Alemania.
La Región Norte también absorbe buena parte del tráfico sexual interno. “Las mujeres acompañan el flujo de desarrollo de la Amazonía emigran junto con la mano-de-obra masculina para construcciones y haciendas, dando apoyo a esos hombres como cocineras o prostitutas”, dice el investigador Marcel Hazeu, de la Sociedad de Defensa de los Derechos Sexuales de la Amazonía (Sólo Derechos) a la periodista Fabiola Munhoz, del sitio Amazonía.
El tráfico de mujeres de la región Norte para el Brasil se da a partir de Acre, Amapá, Amazonas, Tocantins, Rondônia y Roraima, dice Cecria. La mayoría de las mujeres y adolescentes que migran para prostituirse difícilmente consiguen restablecerse después, afirma Hazeu.
“Tenemos un tipo de coronelismo en la Amazonía, en que las personas que tienen una cierta posición de poder se apropian de las personas que están sometidas a ellas. Prefectos, delegados, grandes estancieros, comerciantes actúan especialmente en el interior del Estado, viviendo como 50 años atrás, en que podían mandar en las personas de su entorno”, relata el investigador de Sólo Derechos.
De mayo de 2003 a octubre de 2008, el Disque Denuncia Nacional de Abuso y Explotación Sexual contra Niñas, niños y Adolescentes – Disque 100 – recibió 14 mil llamadas de la Amazonía, lo que da una media de 2.800 denuncias por mes. La información es muy importante en esos casos, por causa de la impunidad reinante, toda vez que es difícil de llegar hasta los criminales responsables por el tráfico de mujeres y adolescentes.
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