La infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y la violencia contra las mujeres son dos temas que tienen tal impacto en la sociedad y en la mortalidad de los países que ya se consideran problemas de salud pública a nivel global.
Por tal motivo, el análisis de ambas problemáticas requiere ser visto en el contexto de las determinantes sociales y de la sexualidad, como parte inseparable de la sanidad, aseveró Ada Alfonso Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
El VIH se extiende entre las poblaciones de menores recursos, donde hay mayores desigualdades e inequidades, pero también busca el ejercicio del sexo para propagarse en la región, acotó la especialista cubana a la agencia Prensa latina.
Por tal motivo, el análisis de ambas problemáticas requiere ser visto en el contexto de las determinantes sociales y de la sexualidad, como parte inseparable de la sanidad, aseveró Ada Alfonso Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
El VIH se extiende entre las poblaciones de menores recursos, donde hay mayores desigualdades e inequidades, pero también busca el ejercicio del sexo para propagarse en la región, acotó la especialista cubana a la agencia Prensa latina.
El análisis de la situación de la epidemia en América Latina y el Caribe está muy relacionado, agregó, con los comportamientos y prácticas sexuales, teñidas con los colores del género, y sobretodo con las vulnerabilidades del sexo femenino, el estigma y la discriminación asociados a la orientación sexual.
En cuanto a la violencia contra la mujer, Alfonso manifestó que constituye una de las más generalizadas violaciones de los derechos humanos de las mujeres y un problema sanitario mundial, pues afecta no solo a las compañeras, sino también al desarrollo económico y social.
Es una manifestación de las relaciones de poder, históricamente desiguales entre ambos sexos, que han conducido a la dominación y la discriminación de la mujer, así como a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo.
Indicó que la violencia es soportada por mujeres e inflingida por hombres, y las implicaciones que genera son muy elevadas.
Resaltó que según estudios de la Organización Panamericana de la Salud en 2004, en 48 encuestas de base poblacional realizadas en todo el mundo, entre 10 y 69 por ciento de las mujeres indicaron haber sido objeto de agresiones físicas por parte de una pareja masculina.
En algún momento de sus vidas, más de la mitad de todas las mujeres latinoamericanas han sido objeto de agresiones en sus hogares, un 33 por ciento fue víctima de abusos sexuales entre las edades de 16 y 49 años, mientras 45 por ciento recibió amenazas, insultos y la destrucción de objetos personales, añadió.
Según cálculos, la violencia intrafamiliar representa casi un año de vida por cada cinco años de existencia saludable en edades comprendidas entre 15 y 44 años, y junto a las violaciones comprenden el cinco por ciento de la carga global en materia de salud.
A esta realidad se une el tráfico de mujeres de América Latina y el Caribe, principalmente a Estados Unidos, Europa y Japón, cuya base es la pobreza, la falta de oportunidades laborales y educacionales, la inseguridad, la violencia y los conflictos armados.
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