miércoles, julio 29, 2009

Las mujeres guatemaltecas y la crisis...

Por: Lily Muñoz / Fuente: América Latina en Movimiento
Desde hace algún tiempo venimos escuchando sobre las distintas expresiones de la crisis que aqueja a la sociedad mundial y, desde luego, a la sociedad guatemalteca. Crisis económica, crisis ambiental, crisis política, crisis social y otra serie de crisis, que debemos entender como el agotamiento del sistema y la necesidad de provocar transformaciones radicales, que nos lleven a construir un mundo distinto, que vaya más allá de la sobrevivencia, y que se rija por la racionalidad de la vida. Después de todo, ése ha sido el sueño que a muchos y muchas guatemaltecas les ha costado la vida y, por su vigencia, las distintas luchas sociales que se están librando en este país, en contra de la racionalidad de la muerte, siguen siendo perseguidas y criminalizadas.

Desde luego, la crisis afecta a todos los grupos sociales, pero no a todos de igual manera. Las mujeres están expuestas a los embates de la crisis, pero si son pobres son todavía más vulnerables, y si además son indígenas, las probabilidades de que se encuentren en una situación crítica, son todavía muchísimo más altas. Es a esto a lo que las feministas llamamos “la triple opresión”, la exclusión social de las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, pobres e indígenas. Los hombres y las mujeres entonces, viven la crisis de manera no sólo diferente, sino desigual, porque en la sociedad, los hombres tienen ventajas sobre las mujeres, sólo por el hecho de ser hombres.



Si eso no fuera así, no tendríamos por qué tener una ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, ni tendríamos razones para crear instancias gubernamentales que velen por los derechos de las mujeres, ni organizaciones sociales que trabajen contra las distintas formas de discriminación y opresión de las mujeres, ni la existencia del feminismo y de las feministas tendría razón de ser. Pero por increíble que parezca, en pleno siglo XXI y 40 años después de que el ser humano pisó por primera vez la Luna, cientos de mujeres guatemaltecas siguen siendo asesinadas, golpeadas, maltratadas verbal y psicológicamente, acosadas, violadas sexualmente, explotadas y discriminadas laboralmente, expuestas a la violencia económica, robadas de los brazos de sus madres y dadas ilegalmente en adopción y, en general, sometidas a la dominación masculina, en todos los ámbitos de la vida social, tanto en el mundo público como en el privado.

Este contexto crítico en el que las mujeres guatemaltecas viven su día a día, agravado por los crímenes cometidos por los grupos de poder paralelos de este país, quienes tal como la antropóloga sudamericana Rita Segato señala, ven en los cuerpos de las mujeres una extensión del territorio sobre el cual ejercen su dominación, merece atención urgente y adecuada. Y cuando digo adecuada, me refiero a que algunas veces, las soluciones que se proponen a las múltiples problemáticas de las mujeres, no son precisamente las más acertadas, y en algunos casos, termina siendo peor el remedio que la enfermedad.

Por ejemplo, si hablamos de la forma como se ha enfrentado el problema de la violencia de género contra las mujeres desde el gobierno, vemos que todavía hay programas que trabajan desde concepciones conservadoras que pueden incrementar el nivel de riesgo de las mujeres víctimas, pues algunas veces, la idea de favorecer la unidad familiar, está por encima de la necesidad de garantizar la integridad física y emocional de las mujeres.

Ninguno de los problemas de las mujeres guatemaltecas debe ser entendido ni tratado de manera simplista y superficial. Las transformaciones radicales requieren de interpretaciones radicales, es decir, que vayan a sus raíces. Ojalá que el plan a favor de la mujer, en el que está trabajando la Secretaría Presidencial de la Mujer junto al vicepresidente, parta de un análisis profundo de la compleja situación y condición de las mujeres guatemaltecas, para que no incurra en errores como el señalado y para que sus acciones sean orientadas por la racionalidad de la vida.

¡Las mujeres guatemaltecas no queremos seguir sobreviviendo a la crisis permanente a la que nos condena el sistema!

¡Queremos vivir, y vivir dignamente!

- Lily Muñoz es Investigadora Asociada. AVANCSO

Fuente: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO) http://www.avancso.org.gt


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