Nacida en marzo de 1872 en San Petersburgo, ya en 1905 participó en la conformación de los primeros Soviets (asamblea de trabajador@s), organizándoles y elaborando artículos. Fue activista en la sublevación contra las autoridades del Antiguo Régimen, oponiéndose a la I Guerra Mundial. Su actividad en pro del Socialismo la llevó a coordinar actividades con Klara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Iness Armand, Nadezhda Krupskaia, Angélica Balabanov, Sophia Smidovich, Kart Liebknecht, Shliapnikov, Molotov, L.Trotski y V.I. Lenín, para luego integrar el comité ejecutivo del Soviet de Petrogrado, y posteriormente en Moscú, el Comité Central del Partido Ruso.
Cuando se logra en octubre de 1917 la Revolución Rusa, fue elegida Comisaría del Pueblo para la Asistencia Pública. Posteriormente impulsa una campaña nacional de movilización política de las mujeres rusas, desembocando en la organización de la 1ª Conferencia de mujeres, y organiza para 1918 el 1º Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia. Este decide crear en Ukrania diversas Comisiones para la Agitación y la Propaganda entre mujeres trabajadoras, lo que permitió la conformación del Departamento de Mujeres del Partido (o Zhenotdel), desde donde elaboraron a partir de 1921 un periódico mensual propio llamado La Mujer Comunista (Kommunistka), con un tiraje de 30.000 ejemplares. Kollontaieva también participó como vicepresidenta en el Buró Internacional de Mujeres Socialistas, y en el 3º Congreso de la Internacional Comunista.
Ella fue de las primeras en comprender la necesidad de crear organizaciones autónomas de mujeres, y en considerar que “lo personal es también político”. Para 1933 recibió la “Orden de Lenin” por su trabajo organizativo con mujeres, siendo la primera mujer que participó en un Gobierno de alcance Nacional, y desde 1943, la primera en ser Diplomática (en la Liga de Naciones, así como en Noruega, Suecia y México). Fue nominada por Finlandia para el Premio Nobel de la Paz en 1946. Y junto con la alemana K Zetkin propuso el “Día Internacional de la Mujer Socialista”, que fue aprobado por el Comité del Partido -más tarde por la UNESCO-, celebrándose desde ese entonces el 8 de marzo de cada año.
Esta vida de activismo y agitación políticas, simultáneamente estuvo acompañada por una extensa producción teórica y literaria, de las cuales recordamos tan sólo algunos de sus textos: “Finlandia y el Socialismo”, “El estado de la Clase trabajadora en Finlandia (1903), “Las mujeres trabajadoras luchan por sus derechos”, “Relaciones sexuales en la lucha de clases: amor y nueva moralidad”(1919), “El marxismo y la nueva moral sexual”, “La Nueva Mujer y la Moral Sexual”, “Sobre la liberación de la mujer (Seminario de Leningrado de 1921), 'Tesis sobre la moralidad comunista en la esfera de las relaciones conyugales”, “Interpretaciones Soviéticas de la problemática de la mujer”, “El Día Internacional de la Mujer Socialista”(1913), “Un sueño hecho realidad”, “Amor Rojo”, “Un gran amor”(1923), “El Amor de las Abejas Trabajadoras”(1923), “Hermanas”, “Escritos seleccionados”, “Oposición de las Trabajadoras”, “Los amores de 3 generaciones” (1923), “El Amor Libre”(1932), “MEMORIAS de mi vida y trabajo”(en español, 1974), “Autobiografía de una mujer comunista sexualmente emancipada”(esp.1976), etc.
Partiendo de la reflexión que hizo en el VII Congreso de Partido Comunista ruso (1919), de que debe ayudarse a las mujeres a las tareas del hogar porque éstas “ocupan todo su tiempo, agotan más energías y le impiden entregarse a la participación directa y activa en la lucha por el comunismo”, con el apoyo del movimiento de mujeres rusas y como funcionaria, promulgó iniciativas igualitaristas para mujeres y hombres que hoy son derechos de las mujeres completamente reivindicables, entre los cuales recordamos:
* Derecho pleno de las mujeres al voto
* Matrimonio voluntario y total libertad de divorcio
* Eliminación de la distinción entre hij@s “legitim@s” e “ilegitim@s”
* Libre y gratuita interrupción voluntaria del embarazo
* Igualación de los derechos laborales de las mujeres a los de los hombres -especialmente un mismo salario- y un salario universal de maternidad
* Abolición del derecho de herencia: las propiedades de la Burguesía pasan al Estado revolucionario para ser socialmente invertidas en instituciones públicas que liberasen a las mujeres de las tareas domesticas, instituciones tales como las Casas de Maternidad, Guarderías, Parvularios (Pre-escolares), Escuelas, Comedores y Lavanderías Populares, Centros de Reparación de ropa, etc.
* Involucramiento de las mujeres en planes de alfabetización / educación y en proyectos sociales
Tratando de responder a la cuestión de ¿Cuál es tipo de revolución que necesitan las mujeres?, estimuló la socialización del trabajo doméstico y una nueva concepción de la maternidad, donde las mujeres sean descargadas de los trabajos domésticos y de la tarea social de la reproducción de la especie. Para ella, quien articuló de forma racional y sistemática “feminismo” y “marxismo”, cualquier estrategia dirigida a la efectiva emancipación de las mujeres ha de partir del análisis de la situación de la mujer en la sociedad Capitalista, por lo que abordó ámbitos tales como “el trabajo”, “la familia” y el mundo personal de las “relaciones entre los sexos” (al preguntarse: ¿Cuál ha de ser el ideal amoroso que responda a los intereses de la Clase revolucionaria que lucha por dominar las relaciones sociales?"… La solidaridad, el compañerismo, el amor a la colectividad,… la camaradería). Esto la llevó a discutir dialécticamente -para impugnarlas- acerca las relaciones humanas, las teorías y literaturas, la moral y psicología predominantes en (y para) el Capitalismo Patriarcal: la “lucha por la existencia” y sus hábitos / mentalidad individualista e insolidaria entre personas, que les vuelve aisladas, apegadas y enfrentadas con la comunidad.
Sin embargo, tuvo numerosos enfrentamientos con sus camaradas varones quienes, desde una hostil indiferencia, negaban la necesidad de una lucha específica, alegando que los cambios relativos a los problemas inter-sexuales y a la emancipación de la mujer eran una “simple cuestión de superestructura” y que los mismos encontrarían solución “cuando la base económica de la sociedad se haya transformado”. Y es que para ella, no tiene sentido hablar de "un aplazamiento" de la liberación de la mujer: en todo caso, habría que hablar de un aplazamiento de la revolución ("¡Como si la ideología de una clase cualquiera se forme únicamente cuando ya se ha producido el desbarajuste en las relaciones socioeconómicas que asegura el poder de esa clase!"). Vivió personalmente la inmensa dificultad que tiene la "mujer nueva" de realizarse sentimentalmente en un mundo en que el varón todavía no ha cambiado, y concluyó:”¿Qué ganaría la mujer nueva con su recién estrenado derecho a amar, mientras no exista un "varón nuevo" capaz de comprenderla?”
Por lo tanto, postuló que no bastaba con la abolición de la propiedad privada ni con que la mujer se incorporase a la producción ni que el Proletariado como clase revolucionaria conquistase el poder político, pues no podía hablarse realmente de revolución socialista si no había una revolución de la vida cotidiana y de las costumbres, que generase una nueva concepción del mundo y una nueva relación entre los sexos. Como todo está sujeto a cambio y no hay costumbres ni moral (personales o familiares) ni organizaciones políticas que permanezcan fijas e inviolables, Alexandra Kollontaieva planteó que el Proletariado necesita una ideología y psicología propias, nuevos valores y hábitos de vida socialistas, pues una revolución humana verdadera no podía ser pospuesta a ningún triunfo político.
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