En las últimas semanas los medios masivos de comunicación han puesto en su agenda noticias sobre casos de violaciones. Con visión morbosa de los hechos apuntan a la monstruosidad de sujetos de un determinado sector social, como gancho efectivo de audiencia. "Los medios de comunicación caracterizan a los violadores seriales como casos aislados de sujetos trastornados psicológicamente. Pero en la vida real el abusador puede ser cualquiera y las mujeres continúan siendo victimas de una violencia naturalizada culturalmente hacia ellas."
Circula en los medios y en la sociedad la noticia de un violador serial; se intenta crear un perfil donde las caracterizaciones varían, pero en general siempre hablan de un sujeto con problemas psicológicos, perteneciente a los sectores más marginados de la sociedad.
¿Pero son realmente tan aislados los casos de abuso como para sostener la teoría de UN violador? Sólo en el período de un año (julio 2007-julio 2008) el centro de Atención y Orientación en Violencia Familiar de Tucumán ha recibido 1739 denuncias de mujeres abusadas psicológica, física, sexual o verbalmente. "Recibimos como mínimo cinco denuncias por día, en general de mujeres; creemos que también sucede en varones, pero hay tal prejuicio asociado a la vergüenza que no realizan denuncias" comentó la coordinadora de ésta división de la Policía de Tucumán Patricia Santucho.
"En general recibimos más denuncias de mujeres de clase media; las clases más bajas no denuncian, porque tienen más naturalizado el maltrato" indicó Santucho. "Las mujeres que llegan aquí en general no conocen sus derechos, están en un estado de anulación subjetiva, donde incluso justifican el maltrato sufrido" agregó.
Tradición de siglos
Cotidianamente las mujeres estamos sometidas a todo tipo de violencia que social y que culturalmente se han adoptado como prácticas naturales, asumidas desde una posición de poder y dominio frente a diferentes situaciones. Puede ser tanto tu jefe, como parte de tu familia, un amigo o compañero, y éstas van desde exponerte públicamente con comentarios lascivos hasta ser acosadas u obligadas a tener relaciones sexuales. Esta situación de violencia y desigualdad entre géneros, está sostenida por estereotipos y prejuicios arraigados en los imaginarios sociales, en donde la mujer es asociada a lo maternal, al hogar, a la docilidad; donde su forma de vestir y de sentirse con su cuerpo se relaciona a la "provocación sexual", siendo este argumento uno de los más comunes para justificar el abuso y la violencia hacia ellas.
La confección de un perfil característico de los violadores, es también un prejuicio, porque cada caso es diferente, y con este intento de generalización, se pasa por alto que los abusos sexuales hacia mujeres y niñas/os ocurren en todos los sectores sociales, aunque el nivel de denuncia varíe entre éstos.
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