miércoles, mayo 27, 2009

Las mujeres pobres son las grandes excluidas

Fuente: Artemisa Noticias
De paso por Buenos Aires, el director regional adjunto del UNPFA, habló con Artemisa Noticias sobre la situación de las mujeres a 15 años de la Conferencia de El Cairo. Los temas pendientes en la región: el embarazo adolescente, la mortalidad materna y la brecha entre ricas y pobres.

“Las mujeres pobres son las grandes excluidas de El Cairo. No del programa de acción sino de lo que se pudo cumplir en estos 15 años”. Las palabras de Luis Mora, director regional adjunto del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), dichas con un acento indescifrable producto de haber vivido en los más diversos países del planeta, son la confirmación de los reclamos que el movimiento de mujeres viene haciendo en torno a las metas planteadas en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo realizada en El Cairo en 1994, que aún hoy no se han cumplido. El sin embargo, rescata que “en el constructo social latinoamericano ha ido permeando la idea de que las mujeres tienen derecho a decidir”.

Nacido en España, Mora trabajó en África, donde se involucró en la situación de las mujeres, y hoy vive en Panamá con su esposa argentina. Se formó en Noruega en Relaciones Internacionales con especialización en Economía y Derecho y luego se especializó en género. Fue el primer varón con esta especialidad en el sistema de Naciones Unidas, donde trabaja desde hace 15 años.

¿Cómo llegó a interesarse por esta perspectiva? En lo personal, dice, tuvo una abuela protofeminista que había nacido a fines del siglo XIX, educada en una generación donde las mujeres tuvieron más espacio de desarrollo en España a nivel educativo, de derecho al voto y de oportunidades laborales. Esa abuela, criada en la época republicana, era más emancipada que la propia madre de Mora (su hija). Dividía su día en el espacio familiar, el de la pareja y su espacio. “A determinada hora se iba a sus tertulias literarias… y tenía ocho hijas. Muchos pensaban que no tenía hijos. Y sus hijas, educadas en el franquismo, no la entendían y le recriminaban su libertad”, cuenta.
La otra gran influencia fue su paso por Noruega, donde llegó buscando un modelo de Estado basado en la justicia social, en la igualdad. Ese paso fue determinante, dice.

-¿Cuáles son las prioridades del UNFPA en la región de América Latina y el Caribe?

Tenemos tres ámbitos principales. Los Derechos reproductivos son una prioridad, el acceso a los servicios. Algo que a partir del año pasado se convirtió en una nueva meta del milenio y que ya era una meta del programa de acción de El Cairo (1994).
El segundo tema es el de población y desarrollo. La meta es apoyar la ronda de censos del 2010, que se están dando en toda la región, para que sean elaborados con calidad y que incluyan nuevos enfoques: de género, indígenas. Esta información es fundamental para el diseño de políticas públicas.
Y el otro eje es el emponderamiento de las mujeres y la equidad de género. Estamos preocupados especialmente por la violencia sexual porque sentimos que es uno de los aspectos de la violencia contra las mujeres que ha quedado más rezagado en términos de investigaciones y de atención y respuesta institucional.

-Pero esta vez no vino a la Argentina por ninguno de esos temas…

No. El otro tema importante es el de adultos mayores.

-¿Y cómo lo analiza desde una perspectiva de género?

Por un lado, hay una feminización del envejecimiento. Es decir, América Latina ha sido una región joven, donde prevaleció la población de menos de menos de 24 años pero estamos en proceso de transición. Hoy hay 50 millones de personas mayores de 60 años, son más mujeres que hombres. Y en el 2050, 1 de cada 4 latinoamericanos y caribeños va a ser de más de 60 años.

En ese contexto, las mujeres tienen una esperanza de vida mayor pero la calidad es peor. Están en situación de vulnaverabilidad en términos de protección social, de su estado de salud, que es más precario, y de falta de acceso a ingresos propios.

Hoy, entre las personas de más de 60 años, por cada 100 mujeres hay 82 hombres; pero en más de 70 años, la brecha aumenta, hay más mujeres y menos hombres; y entre los de más de 80, aumenta más. Esto hace que vamos a tener una población feminizada y precaria. (ver recuadro)

-A 15 años de la Conferencia de El Cairo ¿cómo la evalúa?

Fue un hito que a veces no se hace explícito. Fue la primera conferencia no específica de mujeres, donde el movimiento de mujeres entró y se apoderó de la agenda de población y la convirtió en agenda de derechos y de igualdad. Se pasó de un enfoque demográfico y poblacional a un enfoque de derechos reproductivos.

-Pareciera que el programa de acción no se pudo cumplir ¿cuáles han sido los avances y los retrocesos?

Por un lado, en términos demográficos nos encontramos con una región caracterizada por el descenso de la fecundidad y en proceso de envejecimiento, a caballo entre Europa y Africa, pero más cercana de Europa. Por otro lado, ha habido un progresivo empoderamiento de las mujeres en relación con el control de la fecundidad y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos. Es un indicador de ejercicio de derechos por parte de las mujeres. Y en el constructo social latinoamericano ha ido permeando la idea de que las mujeres tienen derecho a decidir. Eso se plasma a nivel legal y a nivel de políticas públicas.

-Pero desde el movimiento feminista no se lo ve tan positivamente…

El claroscuro está en el tema tan recurrente entre igualdad formal y real. La igualdad formal no siempre se traduce. Esas políticas no siempre se implementan, por falta de presupuesto, porque no hay eficiencia, porque hay procesos impunes.

Sí se han producido retrocesos importantes y derechos adquiridos han sido quitados. Por ejemplo, el derecho al aborto terapéutico en Nicaragua, que se perdió. La situación en varios países con el derecho a la anticoncepción de emergencia. Republica Dominicana, donde el Congreso cuestionó avances de las últimas décadas en términos de planificación familiar.

-En cuanto a salud sexual y reproductiva, ¿cómo es el acceso en la región?

La región tiene una situación paradójica. En todos los grupos etarios la fecundidad ha disminuido, menos entre adolescentes. El embarazo adolescente es un problema y un desafío. Es la única región en la que se da ese fenómeno. Tiene la fecundad adolescente más importante después de África en términos relativos.
Tiene que ver con el acceso a la educación, a servicios de salud reproductiva para la población joven…

La mortalidad materna también es uno de los pendientes. Sigue estable. En la última década no ha disminuido a nivel regional.

-Eso está directamente relacionado con el acceso al aborto…

No en todos los casos. Sí con el acceso oportuno a la información, a la educación, a servicios de salud reproductiva y también a los cuidados obstétricos de emergencia.

-Esto perjudica especialmente a las mujeres más pobres...

América Latina tiene en relación con las mujeres una brecha enorme de desigualdad en términos étnicos, socioeconómicos y educativos. Por ejemplo, las mujeres del quintil más rico tienen niveles de fecundidad mucho más bajo que las del quintil más pobre, las afrodescencientes, las indígenas.
Las mujeres pobres son las grandes excluidas de El Cairo. No del programa de acción sino de lo que se pudo cumplir en estos 15 años.

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