Definitivamente, durante las décadas de los 20 y 30 del siglo pasado se establecieron en Cuba las bases para la radicalización de la lucha por los derechos de la mujer
La historiografía relacionada con el sector femenino en Cuba conserva, felizmente, valiosos documentos que permiten afirmar que, fue en esa época en la que se establecieron los principios que hoy sustentan a la Federación de Mujeres Cubanas, gracias a valientes mujeres que desafiaron el momento histórico que les tocó vivir.
El 21 de mayo de 1918 nació el Club femenino de Cuba, una organización que, aunque no era representativa de todos los sectores de la sociedad, sí fue la encargada de promover un primer intento por agrupar a las mujeres cubanas en el año 1921 alrededor de un único objetivo: el respeto a sus derechos. Un segundo antecedente fue en el año 1931 y un tercero en 1939, con la creación de la Federación Democrática de Mujeres Cubanas.
La historiografía relacionada con el sector femenino en Cuba conserva, felizmente, valiosos documentos que permiten afirmar que, fue en esa época en la que se establecieron los principios que hoy sustentan a la Federación de Mujeres Cubanas, gracias a valientes mujeres que desafiaron el momento histórico que les tocó vivir.
El 21 de mayo de 1918 nació el Club femenino de Cuba, una organización que, aunque no era representativa de todos los sectores de la sociedad, sí fue la encargada de promover un primer intento por agrupar a las mujeres cubanas en el año 1921 alrededor de un único objetivo: el respeto a sus derechos. Un segundo antecedente fue en el año 1931 y un tercero en 1939, con la creación de la Federación Democrática de Mujeres Cubanas.
En abril 1922 se efectuó el primer congreso de mujeres en Cuba, dos años después tuvo lugar el segundo y no fue hasta 1939 que lograron reunirse de nuevo.
Estas reuniones se caracterizaron por la polémica alrededor de los conceptos que allí expusieron un grupo de mujeres, como las destacadas académicas Vicentina Antuña, Camila Enriquez Ureña , Mirtha Aguirre y Rosario Novoa, sobre todo, porque estaban planteando un cambio en la educación.
Sin embargo, fue en el Tercer Congreso Nacional de Mujeres de 1939 donde se definieron las líneas a seguir por el movimiento femenino cubano. El evento se llevó a todos los rincones de la capital, duró todo ese año 1939 e involucró no solo a las mujeres, sino a artistas, intelectuales y otros sectores de la sociedad cubana.
Gracias a la gestión directa de las miembros de su Comité Organizador y a sus vínculos con figuras de las artes, cantantes y otras manifestaciones culturales, hicieron uso de escenarios muy conocidos de la capital, como teatros y sitios donde se efectuaban espectáculos públicos para llevar el mensaje contenido en el lema del congreso: Por la paz y el progreso de Cuba.
Asistieron 2 mil delegadas. Por primera vez estuvieron representadas las obreras. Fue el marco propicio para crear asociaciones que llegaron a sumar 36 en todo el país, de acuerdo a la procedencia de las 50 mil mujeres que lo integraron.
No obstante el silencio de la mayoría de la prensa de la época, las actividades de aquel congreso quedaron plasmadas en algunos periódicos que hoy se conservan.
Su impacto fue tal que, también por primera vez, fueron invitadas tres mujeres a la Asamblea Constituyente.
El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934). De esta forma se convirtió Cuba en uno de los países con uno de los importantes movimientos feministas de América Latina y uno de los tres primeros que tuvo el voto de las mujeres y la ley del divorcio.
Otras conquistas han logrado las mujeres cubanas en todos los ámbitos de la vida nacional partir del triunfo dela Revolución, 1959. Durante el octavo congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, que tendrá lugar en los primeros días del próximo mes de marzo, la labor fundamental de sus casi cuatro millones de afiliadas dista mucho de aquellos reclamos de principios del siglo pasado. Ahora su labor primordial es perfeccionar el trabajo de dirección a los niveles de base, involucrar en cada una de sus metas a las jovencitas, que serán, en definitiva, las continuadoras de aquelle pléyade de valientes cubanas que se enfrentaron a las retrógradas ideas de su época e hicieron una Revolución.
La Federación de Mujeres Cubanas, presidida, desde su nacimiento por la desaparecida Vilma Espin, no es más que el legado y la continuación de aquellas ideas por la reivindicación de la mujer.
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