Todas las mujeres son oprimidas por que sean mujeres, pero no son oprimidas de la misma forma. Lo que determina el grado de opresión que pesa sobre una mujer es la clase social a la cual ella pertenece, el grado de explotación que pesa sobre sus hombros.
Por: Cecília Toledo
La explotación, la apropiación de la fuerza de trabajo de las grandes masas de hombres y mujeres por la clase burguesa, es la máxima desigualdad que existe entre las personas.
Por: Cecília Toledo
La explotación, la apropiación de la fuerza de trabajo de las grandes masas de hombres y mujeres por la clase burguesa, es la máxima desigualdad que existe entre las personas.
Esa desigualdad significa un antagonismo total e irreconciliable entre los explotadores y los explotados, entre las clases y entre sus partidos y organizaciones. Desde que surgió, la explotación se convirtió en el hecho determinante de toda la historia de la humanidad de ahí en delante. No se trata de una sumisión injusta por razones culturales, raciales o sexuales, pero un hecho económico fundamental, que está en la base de la producción de toda la sociedad de clases.
En última instancia, la lucha entre los explotadores y los explotados es el motor de la historia. Y todas las formas de opresión sexual, racial, nacional o cultural están subordinadas la esa lucha fundamental.
Entonces, en la cuestión de la mujer tenemos que tener en cuenta las clases sociales, ver que ellas sufren la opresión de forma diferente conforme la clase a la cual pertenecen, y también tenemos que tener en cuenta los periodos históricos. Hoy nosotros vivimos dominados por la explotación capitalista y sofocados por el imperialismo. Esa es la lucha determinante. Mientras que no acabemos con eso, todas nuestras conquistas contra la opresión de la mujer tienden a perderse. Eso no significa que no luchemos contra la opresión, por el contrario, luchamos con más arraigo, exigiendo nuestros derechos. Pero sabiendo que en última instancia todo depende de nuestra lucha anticapitalista y antiimperialista.
Las mujeres trabajadoras y pobres deben organizarse junto a los de su clase
Mientras exista la explotación capitalista e imperialista, la mayoría de las mujeres tendrán que enfrentar todos los días los problemas que afectan a todos los explotados del mundo, independiente de su sexo, raza o color. Esos problemas comunes, que son el hambre, la miseria, el desempleo, los bajos salarios, la falta de servicios públicos de calidad, la incertidumbre delante del futuro, la violencia cotidiana y cada vez más brutal que destruye nuestras familias, unen con vínculos de hierro a todos los explotados del mundo. Y hacen que las mujeres trabajadoras tengan como preocupación central la misma que la de los hombres de su clase: la lucha por la supervivencia.
Y por eso las mujeres trabajadoras deben organizarse en las entidades de su clase, como los sindicatos, las centrales de lucha, los sin-tierra y otras, y en el partido revolucionario para poder luchar contra el capitalismo y el imperialismo, para acabar con la explotación económica. Sólo en casos excepcionales las mujeres trabajadoras llevan una lucha común con las mujeres burguesas contra la opresión.
Los trabajadores y sus organizaciones deben asumir la lucha contra la opresión de la mujer como una lucha de toda la clase.
Mientras exista la explotación capitalista y el imperialismo, sus problemas de opresión, como la legalización del aborto, las guarderías en los locales de trabajo, el fin del acoso sexual, el fin de la desigualdad salarial, el fin de la violencia doméstica, se transforman en banderas que deben ser asumidas por la clase trabajadora de conjunto, hombres y mujeres, porque la lucha contra la opresión tiene que venir junto con la lucha contra la explotación económica. Forma parte de nuestro trabajo revolucionario convencer a sectores cada vez más amplios de trabajadores sobre la importancia de las luchas contra la opresión de la mujer. Porque ellas pueden, dependiendo de la dirección, asumir una dinámica anticapitalista, al ganar para el movimiento a millones de mujeres trabajadoras.
Mientras existir la explotación capitalista, las mujeres de la clase trabajadora y las masas exploradas del mundo entero tendrán como tarea prioritaria la lucha anti-imperialista y por la revolución socialista, único camino posible para comenzarse a construir una nueva sociedad, donde los problemas de la supervivencia cotidiana, ya resueltos, abrirán espacio para la solución definitiva de los problemas de opresión que alcanzan a todas las mujeres.
Por eso siempre conmemoramos el 8 de Marzo llamando a las mujeres trabajadoras y pobres a participar de las luchas de su clase contra la explotación capitalista y contra el imperialismo; a que se organicen en los partidos políticos de su clase y repudien a los partidos burgueses. A afiliarse a los sindicatos de su categoría, donde formen comisiones de mujeres trabajadoras para debatir sus problemas específicos y luchar contra el machismo y la marginalización de las mujeres.
La lucha contra la opresión no es mero discurso en los días de fiesta, en los 8 de marzo. Es una lucha diaria, y concreta. Cada mujer que se afilia al Sindicato o participa de una huelga da un paso fundamental en su emancipación. Cada vez que una mujer se concientiza de su situación y se dispone a enfrentarla, también está dando más un paso en la lucha contra la opresión. Cada mujer que se concientiza de su importancia en la lucha por el socialismo y se dispone a ayudar en la construcción del partido revolucionario, haciendo lo que mejor sepa hacer, es una mujer que está enfrentando su opresión, liberándose de sus amarras y abriendo el camino para la emancipación total de todas las mujeres.
Pero para conquistar la emancipación total de todas las mujeres es preciso que la clase trabajadora tome el poder en todos los países, y con eso podamos comenzar a construir una nueva sociedad, el socialismo, donde ahí sí los problemas relativos la opresión podrán entrar en vías de solución definitiva.
La revolución socialista en Rusia, por ejemplo, fue fundamental para la emancipación de la mujer. En sus primeros años, antes de la burocratización del Estado obrero por el stalinismo, los bolcheviques tuvieron una política consciente por liberar a la mujer de la esclavitud del hogar porque eran conscientes de que sin eso ella no podría ocupar el lugar que la revolución necesitaba en la conducción del Estado obrero. A pesar de la burocratización y de la restauración del capitalismo, la revolución socialista en Rusia dejó grandes lecciones y mostró al mundo que en pocos años, en un estado obrero en transición al socialismo, aún en economías atrasadas en comparación a las potencias imperialistas, las mujeres conquistaron mucho más que en siglos de capitalismo.
Las luchas de las mujeres son parte integral de la revolución socialista, porque el capitalismo sienta las bases objetivas para la independencia de las mujeres, pero no puede llevar eso hasta el fin, haciendo con que esa independencia se vuelva contra ella. La burguesía se hizo incapaz de cumplir las tareas democráticas, históricamente conectadas a su ascenso y sólo bajo la dirección de la clase trabajadora esas luchas pueden llegar a cumplir las tareas democráticas. Por eso, cualquier frente permanente con la burguesía lleva a abandonar la lucha por esas tareas.
En la actual época histórica, de decadencia cada vez mayor de las fuerzas productivas y de las condiciones de vida de los trabajadores, el imperialismo no puede solucionar ningún problema de forma definitiva y por eso las luchas democráticas, como las de las mujeres, pueden en un determinado momento y bajo determinadas condiciones, asumir una dinámica anticapitalista. Todo depende del contexto, del programa y, sobre todo, de la dirección.
Es por eso que nosotros llamamos a todas las mujeres de la clase trabajadora a que luchen contra su opresión pero desde dentro de su clase, como parte de la lucha de la clase trabajadora de conjunto contra la explotación capitalista, contra el imperialismo y por la revolución socialista. La grande y verdadera lucha de las mujeres por la emancipación está hoy en la lucha por la revolución socialista. Sin la participación masiva de las mujeres, la lucha por el socialismo y por el fin definitivo de todas las opresiones es un sueño imposible.
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