jueves, enero 01, 2009

50 Años de obra revolucionaria

DEJAR DE SER DOMÉSTICAS

Por Marilys Suárez Moreno

La victoria revolucionaria trajo aparejado importantes y raigales medidas, una de ellas fue la nacionalización de la enseñanza y el diseño de programas para asignar iguales oportunidades a mujeres y hombres.

La incorporación masiva de la mujer a los planes educacionales, surgió apoyada en la Campaña de Alfabetización y nació con la Federación de Mujeres Cubanas.


A los pocos meses de instituida la FMC, el Gobierno Revolucionario le confió la hermosa tarea de la educación masiva de las jóvenes campesinas y ese mismo año también marcó el inicio de otro gran movimiento educacional, las escuelas de Especialización para Domesticas.

Hay que recordar que hasta enero de 1959 trabajaban en Cuba 194 000 mujeres, una mayoría de ellas como niñeras y criadas y en otros tipos de subempleos, devengando salarios de miseria y sin ningún reconocimiento social ni protección estatal.

Las Escuelas de Superación para Domésticas y sus cursos especiales contribuyeron a elevar el nivel cultural y la autoestima de esas mujeres.

“A mi me embullaron las conversaciones de otras que habían venido aquí. Yo, en realidad, pensé en trabajar, pero nunca tan rápido ni en un banco”, declaró en aquel entonces una de las alumnas, Natalia Pouso, de 47 años y madre de cuatro hijas las que crió trabajando como sirvienta.

Natalia, como Sabrina Pedroso, de 18 años y cientos más de criadas, como las llamaban antes, fue de las primeras en inscribirse en estas Escuelas y en comprender la magnitud del proceso revolucionario que había transformado sus vidas

Si bien el primer centro de su tipo inició las clases en abril, fue el 15 de octubre de 1961 que comenzó a funcionar La Escuela de Especialización para Domesticas Patricio Lumumba, en la antigua Universidad de Villanueva, donde aprendieron taquigrafía, mecanografía, elementos de contabilidad, matemática, español e instrucción revolucionaria..

Las domésticas escogidas, previo examen de suficiencia, acudían a las aulas en sesiones de la mañana, la tarde y la noche, y se alojaban en residencias de los alrededores, abandonadas por los ricachones y personeros de la tiranía derrocada el 1 de enero de 1959. Allí recibían, además del alojamiento, alimentación, uniformes, asistencia médica y estomatológica, un estipendio mensual.

Obra de alto contenido humano y revolucionario, ya para finales de ese año existían 52 centros con una matricula de 17 000 alumnas. El proyecto era establecer 130 Escuelas similares en todo el país, con vistas a potenciar el trabajo de estas mujeres en el aparato estatal civil y a dignificarlas en su condición de mujer.

Las primeras egresadas comenzaron a trabajar en agencias bancarias. Aquellas que tenían una instrucción básica, salían de las Escuelas convertidas en empleadas de Bancos y oficinistas. Otros grupos se capacitaron como chóferes, lo mismo de autos que como tractoristas o camioneras.

Como bien expresó por aquellos años Elena Gil, prestigiosa educadora e integrante del Consejo de Dirección de las Escuelas de Superación para Domésticas, el núcleo de estas compañeras demostró mucha responsabilidad y empeño, así como una notable superación en su comportamiento personal y colectivo, lo cual las hizo acreedoras de respeto y admiración. En los años sucesivos, gran numero de ellas se hicieron técnicas y profesionales y ya no hubo razón para escuelas de este tipo, porque las domesticas dejaron de serlo..

Después de la alfabetización y dado el éxito obtenido por lo que se llamó la línea de masas”, surgieron nuevas tareas educacionales, entre ellas el Plan de Becas y el denominado Seguimiento, dirigido a la superación de los alfabetizados mediante la Educación Obrera Campesina (EOC), y que fuera paso previo para las posteriores batallas masivas por el sexto y noveno grados.

La organización femenina cubana brindó su mas decidida colaboración a ellos. Incluso, se planteó como una obligación moral que toda federada, especialmente las dirigentas, alcanzaran en un breve plazo el sexto grado y se logró que un alto porcentaje de mujeres se incorporaran a las aulas de Educación Obrera Campesina.

Muchos otros planes educacionales surgieron en esos primeros y tumultuosos años de la prodigiosa década del sesenta. La Federación de Mujeres Cubanas prestó su invaluable ayuda en ellos.

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