Las consecuencias de la sociedad patriarcal: El cruce entre capitalismo y patriarcado genera la cosificación de las mujeres
Se dice que es el oficio más antiguo del mundo, un atributo innato de las mujeres, un mal necesario e inevitable, y de libre elección para quién decida ejercer. Mitos que justifican la esclavitud sexual, y que representan la red más perversa tejida sobre la explotación de las mujeres.
Se dice que es el oficio más antiguo del mundo, un atributo innato de las mujeres, un mal necesario e inevitable, y de libre elección para quién decida ejercer. Mitos que justifican la esclavitud sexual, y que representan la red más perversa tejida sobre la explotación de las mujeres.
Sin embargo, está cobrando vida mediática en los últimos tiempos un tema que se suele disociar: la trata de mujeres. Son los mismos medios los que reproducen un modelo de sexualidad dominante hegemónica exacerbando la necesidad de consumo de prostitución, promoviendo todo el tiempo los cuerpos cosificados en programas como el de Tinelli o en la sección de “acompañantes” de los avisos clasificados, fomentando una sexualidad masculina agresiva al mostrar a mujeres que disfrutan cuando son violentadas.
En noticieros y telenovelas se nos muestran, como si fuera un fenómeno reciente, la problemática de la trata. El problema fue que se puso en evidencia que víctimas pueden ser todas, sin importa el sector social. Pero algo no se dice: no es una situación nueva y, como siempre, castiga a los sectores más vulnerados, donde, jugando con la necesidad y la imposibilidad de acceder a un trabajo digno, miles de chicas en el país son secuestradas y obligadas a ejercer la prostitución.
El cuerpo como mercancía
En un mundo regido por el mercado y potenciado por la globalización, el comercio en sí constituye un valor por encima de cualquier otra consideración ecológica, sanitaria, cultural o política. De esta manera, drogas, armas y seres humanos son concebidos como simples mercancías. Es significativo que estos tres constituyen los negocios que más dinero mueven a nivel mundial.
Esta mercantilización de las cosas y las personas se ceba principalmente en las mujeres, y sus cuerpos se afianzan más como objetos reales y simbólicos de la dominación. De esta manera el cruce entre capitalismo y patriarcado genera la cosificación de las mujeres, moviendo miles de millones de dólares al año, en un negocio de esclavitud que supera con creces la magnitud de personas-mercancías movilizadas durante el auge del comercio de esclavitud africana.
“Trata y prostitución son dos caras de la misma violencia” dice el eslogan de la campaña “Ninguna mujer más víctima de las redes de prostitución”. Es que no puede existir la una sin la otra.
Liliana Azaraf, militante de la colectiva “La Caldera” e integrante de la campaña dice que “la prostitución es la raíz del trafico de mujeres, niñas y niños con fines de explotación sexual y los cimientos de ésta es la concepción del patriarcado sobre las mujeres y su sexualidad, siempre subordinada a la satisfacción de los deseos masculinos. Se ejerce violencia al poner nuestros cuerpos como factibles de ser usados, comprados y vendidos por otros. Esta enajenación se vio agravada con el capitalismo que ha concretado un enorme negocio a partir de la objetivación del cuerpo de la mujer, convirtiéndolo como mercancía. El patriarcado va a enseñar a los varones de todas las clases sociales que pueden hacer uso, someter y apropiarse del cuerpo de las mujeres. Por otro lado, impone a las mujeres una sexualidad colonizada y subordinada”.
Asimismo aclara que “la prostitución no encuentra su causa en cada mujer, en su especificidad, sino en la construcción social de las mujeres como seres para y de otros. Definidas en torno a su sexualidad erótica procreadora las mujeres todas, su cuerpo y su sexo son para el placer de otro”.
De esta manera el cuerpo de la mujer es deshumanizado, sirviendo a una clientela mayoritariamente masculina a quienes la mediación del dinero les otorga privilegio y poder materializar todo tipo de violencia contra las mujeres, niñas y niños que se encuentran en esa situación. Así se monta un enorme negocio del que van a participar desde las redes de proxenetas, pasando por la responsabilidad del Estado, los clientes prostituyentes y hasta los medios de comunicación.
En definitiva, sin la prostitución no hay trata y la naturalización de la prostitución confirma todas las definiciones patriarcales sobre las mujeres quienes al ser despojadas de su humanidad y reducidas a la categoría de objeto pueden ser vendidas compradas y traficadas.
“No se puede escindir el problema del trafico de mujeres con el de la prostitución. Si consideramos que existe una prostitución voluntaria estaríamos admitiendo que la mediación del dinero legitima de alguna manera la violación y el ultraje que es lo que pasan las mujeres en situación de prostitución. No podemos hablar de la libre elección de la prostitución porque estaríamos omitiendo un elemento fundamental para este análisis y es la desigualdad que existe entre varones y mujeres en esta sociedad patriarcal”, concluye.
Es que en este sistema que invisibiliza, margina, cosifica y niega oportunidades a las mujeres, la prostitución siempre va estar asociada a la pobreza y a la exclusión de miles de mujeres y niñas que se ven arrastradas a la prostitución como un medio de subsistencia.
Diferentes posturas
Existe el debate entre los movimientos de mujeres y organizaciones sociales acerca de la cuestión. ¿Mujeres en situación de prostitución o trabajadoras sexuales? ¿Abolición, prohibición o reglamentación de la prostitución? Hay quienes consideran que la prostitución debe ser reglamentada por el Estado. Que las prostitutas son trabajadoras sexuales que tienen que sindicalizarse y obtener los beneficios de cualquier trabajadora/or autónoma/o.
Es el caso de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) que decidieron integrarse a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) para luchar en esta perspectiva, recibiendo fuertes críticas desde amplios sectores feministas, que consideran que la prostitución no puede desvincularse de la trata de personas, y que es una de las máximas expresiones de la apropiación del sistema patriarcal del cuerpo de la mujer.
En este sentido, se plantea la abolición, postura que encuentra eco en un amplio sector de organizaciones en todo el país que están llevando en conjunto la Campaña “ni una mujer más víctima de la prostitución”. La iniciativa tuvo su expresión en nuestra provincia el 25 de octubre pasado, en el marco de una serie de jornadas y acciones publicas, tendientes a visibilizar la temática. Desde allí asumen una posición abolicionista, afirmando que todo tipo de prostitución es explotación del cuerpo de otra/o, atentando contra la dignidad de las mujeres, postulando su desaparición. Esta postura “no reconoce diferencia entre prostitución ‘libre y forzada’ porque las situaciones de prostitución no se dan nunca en libertad, las mujeres son consideradas, en todos los casos, como mercancías” expresaron desde la campaña.
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