miércoles, febrero 03, 2010

"El feminismo no persigue que la mujer tenga más derechos que el hombre"

Lourdes Chaparro
eldiadecórdoba
La Secretaría General de la Universidad de Córdoba (UCO) está dirigida, por segunda vez en la historia, por una mujer, ya que la primera fue la ex ministra de Cultura Carmen Calvo. Ahora, María José Polo se encarga de dirigir el día a día de la institución, la asesoría jurídica, el archivo y registro, la administración electrónica de la Universidad y del protocolo, además de continuar con su tarea docente. Asegura que por ello no tiene que recibir ninguna medalla, ya que "me supone un esfuerzo y un coste en el que hay que tener claro hasta dónde se puede llegar". María José Polo se define como una mujer positiva, muy exigente consigo misma y muy trabajadora porque "he tenido el privilegio de elegir lo que hago".

-El plan estratégico de Igualdad elaborado por la Junta de Andalucía revela que las mujeres representan casi el 55% del alumnado en la Universidad y que el 80% de los hombres cursas ramas técnicas. ¿A qué se debe tanta diferencia?

-Creo que hay una inercia en el tiempo y tienen aún que pasar unos años para compensarse. Ciertamente, son más las alumnas que los alumnos, pero no son tantos los años en que esta situación se viene produciendo. Por tanto, la salida al mercado laboral y la trayectoria profesional hasta puestos de decisión, de responsabilidad o de gestión de equipo tiene unos pasos detrás. En paralelo, creo que a escala social y familiar los roles siguen estando tan diferenciados casi como en generaciones anteriores. Hasta que una mayoría de mujeres sean trabajadoras, no como una cuestión de opción, esto no cambiará.

-¿Cree que es necesario que la Administración autonómica se vaya a gastar casi 3.000 millones de euros hasta 2013 en actuaciones dirigidas a eliminar las discriminaciones por razón de sexo en los ámbitos laboral, educativo, cultural y social?

-Trabajo en la Administración pública y, en general, la igualdad de oportunidades en el acceso, a priori, es más fácil que en puestos que se eligen entre personas, y se me escapa cuantificar la necesidad. Podría decir que el plan es importante porque todas las medidas positivas al final acaban haciendo mella y, sobre todo, obligan a sectores que puedan ser más reacios y que tengan perjuicios. Pero eso no tiene que estar igual distribuido en todas las empresas. A los que no estén tomando decisiones con prejuicios, estas medidas no les van a venir mal, sino que van a seguir optando por los mejores currículos, sin pensar si es una mujer o un hombre. Sin embargo, en aquellas situaciones en las que aún hay prejuicios, el plan va a obligar a cambiar; ese el inicio. Una vez que haya más distribución en todos los escalones, los prejuicios se acaban venciendo.

-Hace un par de semanas, el centro de profesores Luisa Revuelta acogió una exposición acerca del papel de la mujer en la ciencia y su responsable, Carmen Jalón, consideró necesario fomentar las vocaciones científicas entre las mujeres. ¿Cree que es necesario?

-Cuando empecé a estudiar Agrónomos, en 1986, en mi especialidad había 28 alumnos y sólo tres mujeres y ahora la proporción es de un tercio de mujeres en clase. Cuando se habla de las carreras científico técnicas hay que tener en cuenta que hay muchos perfiles diferentes. Sin embargo, ha sido menos frecuente que las mujeres hagan ingenierías y más carreras de humanidades, donde hay una cuota femenina importante.


-¿Por qué las mujeres se decantan en su mayoría por éste ámbito de estudio?


-Creo que hay una parte que es cultural, en sentido, de costumbre o tradición. Con independencia de las tendencias, gustos o facilidad para determinados tipo de organización de trabajo, creo que no hay nada muy consolidado. No soy consciente de haber tenido dificultades para dedicarme a lo que me dedico, no las he sufrido. No he tenido más dificultades o dificultades por el hecho de ser mujer, ni cuando decidí hacer Agrónomos, ni cuando decidí quedarme en la Universidad y probar para ver si salía la oportunidad, ni en otro momento cuando me han ofrecido oportunidades como ésta. Las dificultades que he podido tener en este nivel son de tipo de familiar y estructural, claramente, porque la sociedad no está estructurada para facilitarnos y hacer esto sin sentirnos culpables porque no estamos atendiendo nuestras obligaciones familiares.

-Es evidente, que el hombre puede dedicarse sin más complicaciones al mundo de la investigación que la mujer

-Lo que es cierto es que como no están asumidos los roles familiares al 50% en el 100% de la población universitaria, ese hecho hace que las mujeres tengamos otras dificultades y otros condicionantes a la hora de elegir nuestra dedicación. En el caso de trabajos con horarios fijos, eso no tendría mayores consecuencias. El problema es que la investigación es un trabajo muy particular, al menos, como yo la entiendo. Es una vocación y te tiene que gustar. La investigación parte del afán por descubrir y por avanzar en el conocimiento y cuando tienes en la cabeza un problema es muy difícil echar el cierre hasta el día siguiente y, sin embargo, hay veces en las que no tienes más remedio. Llegas a casa, hay muchas cosas y te gustaría continuar. Por ejemplo, tengo compañeros que como no tienen esa responsabilidad adicional no tienen ese inconveniente y estos no vienen dados porque haya condicionantes expresos que te impidan ascender en tu carrera investigadora. Es decir, la Universidad no te veta, ni te impide, se trata de que tu eres persona en todas las vertientes sociales: familiar, laboral y las actividades que completan tu ocio.


-¿Y hasta cuándo se va a producir esta situación?, ¿cree que en algún momento cambiará?


-No lo sé. Yo, por ejemplo, tengo mucho apoyo de mi familia y no me podía estar dedicando a esto sin la colaboración de mis padres; esa es la situación. Si hubiese guarderías en los centros de trabajo y las empresas tuviesen en cuenta los ritmos que tienen las familias, no la pretendida responsabilidad de las mujeres, sino los ritmos familiares, porque los niños no entran al colegio a las 08:00, ni tampoco salen a las 18:00, sería distinto. Poner una reunión a las 09:00 en cualquier trabajo es casi garantizar el estrés a todas las mujeres con hijos pequeños que tengan que ir a esa reunión. A mi me pasa y, por eso, siempre que puedo pongo los consejos de gobierno de la Universidad a las 09:30 porque sé que voy a llegar tranquila. Creo que todo ese tipo de situaciones cuando las vivan todos caerán por su propio peso.

-A las Administraciones públicas se les llena la boca a la hora de defender la conciliación de la vida familiar y laboral, los colegios cuentan con aulas matinales. ¿No cree que se han dado ya algunos pasos?

-Sigo pensando que en cualquier caso es cuestión de tiempo. Simplemente hay una inercia que cuando pasen los años y las generaciones pasen, esto cambiará. Yo, por ejemplo, a mi hijo le estoy educando de una manera diferente porque la vida antes era otra, era distinta. Quiero pensar que cuando ellos tengan que ocuparse de las cuestiones que nos permiten vivir les parecerá natural hacer este tipo de cosas. Quiero pensar que cuando ese ambiente o ese tipo de distribución y ayuda en el reparto de responsabilidades se haga así; los que se hayan educado así lo harán de una forma natural y, por eso pienso que es una cuestión de inercia. Y si hay que poner medidas positivas, la Administración tiene una responsabilidad social de regular, pero también tiene que haber mucha educación en las familias. Eso está claro.

-¿Qué opinión le merecen los movimientos feministas y de la necesidad de tener que feminizar los discursos, tal como utilizar alumno y alumna?

-Hay una cuestión de partida que creo que es errónea y que es entender que el feminismo es lo contrario del machismo. El feminismo, hasta donde yo sé, no persigue que las mujeres tengan más derechos que los hombres, ni convencer a nadie de que la mujer es mejor que el hombre, mientras que el machismo lo que entiende es que hay una sensación de que se es más y se tiene más. Por tanto, no se puede hablar de feminismo en contraposición al machismo en ese sentido porque lo que se pretende es la igualdad de derechos y oportunidades. Tampoco voy a defender que soy igual que un hombre porque físicamente no lo soy. No sé si el lenguaje o deformar el lenguaje de verdad va a servir sirva para que la igualdad de oportunidades llegue antes. Sinceramente, a mí de momento tener que utilizar ciudadano y ciudadana lo que de verdad hace es que me complica el lenguaje. Y si viese que eso está viniendo acompañado de mejoras, pues no me importaría complicarme el lenguaje. Sinceramente creo que hay muchas personas con capacidad de decisión y regulación muy estrictos con el lenguaje y no se equivocan nunca, pero en sus actitudes no lo han interiorizado.

-¿Ha tenido que abandonar el campo de la investigación al hacerse cargo de la Secretaría General de la UCO?

-No he dejado nada de lo que hacía y lo que he hecho es aumentar el número de horas de trabajo a la semana y pasarlo a los fines de semana. Esta es una etapa de gestión y la acepté como tal y no he querido de dejar de dar clase. Es complicado, pero es una decisión y no hay que ponerse ninguna medalla. Me supone un esfuerzo y un coste en el que hay que tener claro hasta donde se puede llegar.

-En los próximos meses se celebrarán las elecciones a rector en la Universidad, ¿cree que continuará en el cargo?

-Eso hay que preguntárselo al rector, José Manuel Roldán Nogueras. En su momento, él me hizo una participación para estar en su equipo y depositó su confianza en mí y él es el primero que lo tiene que decir. Estoy muy contenta con la experiencia y está resultando satisfactoria, pero no es el momento de manifestarse en este sentido; no me corresponde.

-¿Qué balance hace de estos últimos cuatro años?

-Me ha merecido la pena porque me ha permitido participar en la institución de una manera diferente a la que nunca había hecho nunca. Nunca había ocupado cargos de gestión, lo acepté con vocación de servicio y es una oportunidad que siempre le agradeceré al rector. A nivel profesional, también me ha permitido conocer mejor la institución y también supone una mejora en tu propia actitud ante el trabajo.

-¿Y a nivel personal?

-A nivel personal me ha hecho aprender a trabajar con grandes grupos de personas en facetas que nunca había tenido que ejercitar en la investigación. La Secretaría General tiene muchas áreas: el día a día, la asesoría jurídica, pasando por protocolo, archivo y registro y la administración electrónica y cada una de ellas son grupos diferentes, con sus funciones y trayectorias y proyección a medio plazo. Esto me ha obligado a ser capaz de abordar los problemas poniéndome en el lugar de cada grupo y también a hacer un esfuerzo de llevar en paralelo distintas cosas con sus puntos específicos, algo que me va ayudar mucho cuando no esté en el Rectorado. Ha sido una experiencia única, inesperada y para mí ha sido muy satisfactoria. Me ha permitido trabajar en equipo con personas universitarias como yo, pero pertenecientes a ámbitos de trabajo muy distintos, con un objetivo común y eso ha sido muy enriquecedor.

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