El avance del capitalismo globalizado, especialmente en América Latina, va colocando a esta región en el ojo del huracán de las protestas sociales y de la convergencia de las diversas luchas anticapitalistas. Hace algunos años, sectores del movimiento feminista anticapitalista se sumaron a esa convergencia, contribuyendo así con la transversalidad del análisis feminista en numerosos debates y artículos.
La confluencia de esas resistencias populares han sido fundamentales para truncar el blindaje del “capitalismo salvaje” como “única alternativa”. Como dice Claudio Katz,”Los trabajadores, explotados y oprimidos de todo el planeta son los antagonistas del imperialismo del siglo XXI”. Sin embargo, las sucesivas tentativas de criminalizar los movimientos sociales y la pobreza, a partir de los aparatos del Estado (policía, sectores del Poder Judicial, etc.) y de los grandes medios de comunicación, así como la prisión y el asesinato de militantes, nos coloca frente a varias encrucijadas.
En un mundo cada vez más excluyente y violento, en el que 70 % de la población pobre es de sexo femenino, el papel de las mujeres en los movimientos anticapitalistas y la repercusión de la criminalización en sus vidas merece una breve reflexión.
La confluencia de esas resistencias populares han sido fundamentales para truncar el blindaje del “capitalismo salvaje” como “única alternativa”. Como dice Claudio Katz,”Los trabajadores, explotados y oprimidos de todo el planeta son los antagonistas del imperialismo del siglo XXI”. Sin embargo, las sucesivas tentativas de criminalizar los movimientos sociales y la pobreza, a partir de los aparatos del Estado (policía, sectores del Poder Judicial, etc.) y de los grandes medios de comunicación, así como la prisión y el asesinato de militantes, nos coloca frente a varias encrucijadas.
En un mundo cada vez más excluyente y violento, en el que 70 % de la población pobre es de sexo femenino, el papel de las mujeres en los movimientos anticapitalistas y la repercusión de la criminalización en sus vidas merece una breve reflexión.
Mujeres contra la privatización y la destrucción de los recursos naturales La combinación macabra entre la reestructuración productiva, la suspensión de derechos, la intervención militar en los países periféricos y la apropiación de los recursos naturales, patrocinado por el capitalismo patriarcal recae con dureza sobre las mujeres. Es por esto que la lucha contra los desiertos verdes, contra las trasnacionales de los agronegocios y contra la privatización del agua tienen cara de mujer, pues son ellas también las que garantizan la soberanía alimentaria por medio de las actividades de subsistencia; son ellas las que caminan varios kilómetros en el calor del suelo semiárido del nordeste para buscar el agua que utilizará su familia.
La acción de las mujeres de Vía Campesina en Brasil, que destruyeron la sustitución de eucaliptos de Aracruz Celulosa fue un ejemplo victorioso de ese protagonismo de las mujeres. La lucha por la preservación de los bosques y de los ríos trae consigo la condena de las “quebradeiras” de coco y de las mujeres de las riberas, cuya convivencia sustentable con el medio a través de la pesca y de actividades extractivas garantiza su sobrevivencia y la sobrevivencia de nuestra Amazonia. En todos los rincones de “Nuestra América”, sea en Oaxaca o en Ciudad Juárez, en los barrios de Caracas o en las calles de Quito, es posible vislumbrar la participación de las mujeres y su convicción de no someterse a la neocolonización imperialista de nuestro continente, denunciando, inclusive, a los gobiernos pro imperialistas de América Latina que son cómplices de este intento.
La lucha por la legalización del aborto en la mira de la criminalización A pesar de varias iniciativas del movimiento latinoamericano y de algunas victorias importantes —como la descriminalización del aborto en México hasta la décimo segunda semana de gestación— estamos sufriendo un fuerte ofensiva de sectores religiosos y conservadores que, poniendo en práctica las Campañas por la “Vida”, viene realizando un fuerte cabildeo para que las leyes que criminalizan el aborto se tornen aún más retrasadas. Fue lo que sucedió en Nicaragua hace poco más de un año, cuando fue aprobada ¡la criminalización del aborto terapéutico!
Aquí, en Brasil, las mujeres son acosadas por los tres poderes del Estado. El presidente Lula sigue comprometido con el Vaticano, enviando señales, inclusive, sobre la posibilidad de incluir la enseñanza religiosa en los currículos escolares. Al apagar las luces de 2008, el presidente del Congreso, diputado Arlindo Chinaglia (PT/SP), se nos presentó con la creación de la Comisión Parlamentaria de Averiguaciones (CPI, por sus siglas en portugués) del aborto, que tiene como objeto nada más lo que respecta a la institucionalización de la criminalización de las mujeres que defienden la legalización del aborto y de aquellas que son obligadas a realizarlo.
También recientemente fuimos sorprendidas con una acción arbitraria del Poder Judicial del estado de Mato Grosso do Sul, en la ciudad de Campo Grande, que indició a más de diez mil mujeres por la práctica del aborto, utilizando como prueba para ello los expedientes médicos requisados en una clínica clandestina. De esas mujeres, cerca de 1 200 están siendo procesadas, viviendo de nuevo sus dramas personales y cruelmente expuestas.
Por tanto, si analizamos la forma como el capitalismo mercantiliza y controla aspectos fundamentales de la vida de las mujeres, utilizándolas como instrumentos y explotándolas a partir de los fundamentos del patriarcado, entonces podemos entender por qué el protagonismo de las mujeres en los movimientos anticapitalistas ha obtenido notoriedad. En consecuencia, se da como un hecho el que estén en la mira de la criminalización por su participación en dichos movimientos.
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