sábado, julio 25, 2009

Melba y Haydée: Donde la luz no Olvida a sus Guerrer@s...

Por: Marilys Suárez Moreno
Sus nombres trascendieron la historia. Y se comprende. Asaltar un cuartel, como bien dijo la eternamente Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas en una oportunidad, no había sido nunca en Cuba y quizá en el mundo, añado, tarea de mujeres. Que Melba Hernández y Haydé Santamaría tenían fibra para eso y que, la mujer en general, una vez entrenada, puede lo que puede un hombre, ninguno de los que a poco serian héroes y mártires, lo dudaban.

Pero a la sensibilidad del jefe y guía del ataque al cuartel Moncada, le resultaba penoso llevarlas al combate cuerpo a cuerpo. El razonamiento esgrimido por las dos combatientes fue concluyente: “Si estamos en pugna abierta contra cualquier tipo de discriminación, ¿por qué establecer en esto discriminaciones?” Y Fidel cedió, porque negarse equivalía a negar el principio raigal afianzado en la hondura de su ideología, recordaría después Vilma.

Las dos participaron en el asalto. Abel Santamaría, segundo al mando de Fidel y el hermano de Yeyé, como le decían a Haydée, dirigió el grupo que apoyaría el ataque, desde el Hospital Civil Saturnino Lora. Esta posición de retaguardia la integraban, entre otros compañeros, las dos heroicas mujeres, preparadas para fungir como enfermeras.

Luego vendrían las horas terribles, envueltas en una nebulosa de sangre y humo. La muerte de Abel y de Boris Luis Santa Coloma, su novio, gobernaron su vida. Pero a pesar de aquel dolor insufrible, Yeyé se repuso y con su hermana de lucha, Melba, se reincorporó a la batalla tan pronto abandono la cárcel, a donde fueron enviadas las dos mujeres por su participación el ataque al Moncada.

A finales de 1956, en espera de la inminente llegada del Granma a las costas cubanas, Haydee se encontraba entre los organizadores del alzamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba, junto con Vilma Espín y otras combatientes y combatientes del clandestinaje. Luego subiría a la Sierra Maestra. Al bajar, en una misión, la Dirección del Movimiento 26 de Julio le envió a los Estados Unidos con la misión de recaudar fondos y armas para la lucha en la Sierra.

Melba por su parte, partió hacia México, donde vivió aquellos meses de 1956 dedicados a preparar le destacamento expedicionario que vendría en el Granma.

Las dos vivieron la alegría del triunfo revolucionario y trabajaron fuertemente por su consolidación. Yeyé ya no vive físicamente, pero junto a Melba, hoy con 88 años, nos siguen dejando el legado de sus fortalezas, de sus ejemplos, de sus heroísmos. Allí donde la luz no olvida a sus guerreros, al decir poético de Fina García Marruz, están sus nombres.

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