TP La siguiente no es una historia de fantasmas o una leyenda de Halloween, en realidad ocurrió. Durante la Segunda Guerra Mundial, en las filas de la aviación militar soviética, existió un cuerpo de combate femenino, que ha sido considerado una de las más gloriosas páginas de la lucha contra el fascismo.
En 1941, Marina Raskova –una aviadora militar que había recibido el galardón de Heroína de la Unión Soviética, en 1938, por romper un record de vuelo de larga escala femenino, además de haber sido la primera mujer piloto graduada en la URSS–, convenció a Stalin de crear un cuerpo de combate femenino para la rama de la aviación militar soviética, siendo hasta ahora en la historia la única unidad militar de aviación, integrada exclusivamente por mujeres, que ha existido y combatido.
Se crearon tres regimientos aéreos de bombardeo nocturno, el 586, 587 y el legendario de 588 –liderado por Marina Raskova–, los cuales entraron en operación a principios de 1942.
Lo más relevante de estas heroicas mujeres soviéticas, que apenas eran entrenadas por unos dos o tres meses antes de ir a volar y combatir, era que pilotaban unos aeroplanos de madera y lona ya anticuados que fueron fabricados en 1927, los Biplanos U-2 que eran usados generalmente para labores de fumigación o correo aéreo. Estos lentos aviones de madera, en cambio, eran robustos y con una gran capacidad de planeo eran ideales para las acciones casi suicidas de estas valientes y jóvenes mujeres soviéticas.
Mientras sus camaradas hombres bombardeaban de día las posiciones fascistas del frente ruso, estas mujeres pilotos siempre volaban de noche, sin radares ni radio, se guiaban apenas con una brújula y un reloj.
Para evitar la detección enemiga solían volar muy bajo y apagaban el motor, planeaban hasta sus objetivos y dejaban caer sus bombas sobre los criminales fascistas, luego encendían nuevamente los motores y escapaban a todo gas.
Preferían no usar paracaídas para llevar más bombas, además, si eran descubiertas o derribadas al volar al ras de suelo el paracaídas se hacía inútil, generalmente cargaban pequeñas bombas incendiarias, que usualmente eran lanzadas a mano.
A pesar de todos los anteriores elementos, eran muy temidas por las tropas hitlerianas, quienes las llamaban con profundo temor y respeto ‘Nachthexen’ o Brujas de la Noche. Los fascistas otorgaban una Cruz de Hierro a quien lograse derribar a alguna de estas heroicas jovencitas, que eran casi indetectables, apenas un leve silbido que producía el viento al rozar las alas de sus biplanos eran el anuncio de la muerte que escuchaba la canalla fascista.
Los regimientos femeninos de bombardeo nocturno realizaron durante la guerra 24.000 vuelos y lanzaron unas 3.000 toneladas de explosivos sobre los fascistas.
Una de cada tres mujeres soviéticas del regimiento de bombardeo nocturno murió en combate, 23 de ellas recibieron la Orden de Heroínas de la Unión Soviética. La mayoría fueron condecoradas a título póstumo, entre ellas Marina Raskova que el 4 de enero de 1943 entregaría su vida en combate en la lucha contra el fascismo.
Para los nazis eran las Brujas de la Noche, pero el pueblo soviético las conoció como Los Halcones de Stalin.
(*) Profesor de Historia
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