Manuel E. Yepe
Rebelión Las mujeres lograron un formidable resultado en las recientes elecciones generales cubanas, lo que confirma un notable avance en los esfuerzos por la justipreciación del papel de la mujer en la sociedad, objetivo social esencial de la revolución cubana desde su llegada al poder hace más de medio siglo.
Los comicios generales comenzaron en octubre de 2012 con la elección de los delegados a las Asambleas en 168 municipios de la isla y concluirán el próximo 24 de febrero cuando inicie una nueva legislatura, por 5 años, la Asamblea Nacional del Poder Popular, renovada en un 67 por ciento de sus miembros respecto a su anterior integración.
De los 1269 legisladores electos para un mandato de cinco años en las quince Asambleas Provinciales cubanas de todo el país el reciente tres de febrero, la mitad son mujeres. Diez de esas Asambleas eligieron a mujeres como presidentas y siete seleccionaron a mujeres como vicepresidentas.
Esta feminización del empoderamiento ciudadano ha sido resultado de 54 años de programas ininterrumpidos para logar la plena igualdad de la mujer en Cuba, proceso que ha cubierto las esferas de la economía, la política, la legislativa, las políticas sociales y los patrones culturales en una sociedad aun patriarcal.
Entre las razones que promovieron este avance en los órganos del Poder Popular sobresalen la crecida participación de la mujer en el empleo asalariado y el hecho de que, desde 1978, es femenina más de la mitad de la fuerza laboral técnica y profesional cubana, en la que desde 1993 ellas representan las dos terceras partes. Hace tres décadas que las mujeres asalariadas tienen en Cuba niveles educaciones más altos que los hombres ocupados.
Las mujeres merecían desde hace tiempo una representación mayor que la tercera parte del total de dirigentes en los órganos superiores de dirección del Estado y el gobierno que hasta ahora habían logrado, pero los prejuicios derivados de la mentalidad patriarcal y machista imperante, unidos a obstáculos materiales o de recursos largamente reconocidos para la plena igualdad de la mujer hicieron preciso reforzar la voluntad política revolucionaria para subsanar tal obcecación.
Quedan por resolver otros obstáculos e injusticias que limitan el empoderamiento de la mujer en el contexto político, económico y social. El mas evidente de ellos es la carga de doble jornada que pesa sobre las mujeres -sean ellas médicas, científicas, juezas… o parlamentarias- que como regla asumen la mayor parte de las tareas cotidianas del hogar- como tradición que data de tiempos en que la mujer estaba prácticamente excluida del empleo laboral. Con una población cubana cada vez mas envejecida (18% tiene 60 años y más) cuyo cuidado generalmente cae sobre las mujeres, se prevé un aumento de la carga hogareña tendente a recaer sobre las féminas.
Será este un desafío que el proyecto socialista cubano tendrá que enfrentar de inmediato, sin que las limitaciones de recursos materiales sirvan de pretexto para la posposición del justo empeño. La lucha por la igualdad de la mujer, objetivo priorizado desde 1959 por la dirigencia revolucionaria cubana, entronca con otro empeño que, sin haber sido bandera en la etapa inicial del proceso, se muestra ya como impostergable para el desarrollo ulterior de la sociedad socialista en Cuba.
En la batalla por la igualdad de género, Cuba registra no pocos avances iniciales en materia de erradicación de la discriminación y la violencia de género que van más allá del perfeccionamiento de la legislación cubana para hacerla más inclusiva y justa en esta materia. La lucha contra la homofobia, la atención a sus víctimas y el seguimiento que requieren estos problemas llegan cada vez más a toda la sociedad.
El próximo 24 de febrero será constituida la Asamblea Nacional del Poder Popular cuando ocupen por derecho propio sus curules los 612 diputados y diputadas que fueron electos el 3 de febrero para la nueva legislatura quinquenal.
En esa reunión del Parlamento se propondrán y designarán los integrantes de los Consejos de Estado y de Ministros. El Consejo de Estado lo integrarán 31 diputados y lo conformarán un Presidente, que es el jefe de Estado y de Gobierno, un primer vicepresidente, cinco vicepresidentes, un secretario y veintitrés miembros más.
Más de un 50% de los legisladores que integrarán el renovado parlamento cubano son mujeres y es evidente que al elegir éste sus órganos de dirección y los de las instancias superiores del Estado y el Gobierno se presume que habrá de reiterarse la tendencia a la feminización que se ha manifestado en las provincias y municipios ya constituidos.
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