Angela Castellanos Aranguren
(Especial de SEMlac).- Investigaciones colombianas avanzan en estrategias para el control del cáncer de cuello uterino, cuyo desarrollo servirá para personalizar el tratamiento a mujeres que sufren de este tipo de cáncer, muy frecuente en los países en vías de desarrollo.
El cáncer del cérvix es el tercero más común en mujeres en el mundo y el séptimo tipo más detectado en la población general. Más del 85 por ciento ocurre en países en desarrollo, según datos de 2008 de Globocan, un proyecto de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
"Es una enfermedad en la cual hemos trabajado desde hace una década porque la mayoría de los casos tiene consecuencias fatales y, aunque se sabe mucho del cáncer, su cura está aún muy lejana; mientras más se conoce, más se descubre que falta mucho por conocer", afirmó a SEMlac Myriam Sánchez, directora del Grupo de Investigación en Hormonas (GIH), del Departamento de Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
"Buscando estrategias nuevas para el control del cáncer diferentes a la radioterapia y quimioterapia -que son válidas en algunos casos, pero en otros no-, venimos trabajando desde 2002 en el cáncer de cuello uterino o de cérvix que, por no tener tanta incidencia en los países desarrollados, no ha sido objeto de tanta investigación como otros", agregó Sánchez, química con Maestría en bioquímica y profesora titular de la UNAL.
Aunque el propio sistema inmunológico de la mujer afectada puede controlar el cáncer de cérvix, la tasa de mortalidad mundial es de 52 por ciento y 88 por ciento de las muertes ocurren en naciones en desarrollo. Sólo en América Latina y el Caribe, 31.700 mujeres murieron en 2008 como resultado de este padecimiento, de acuerdo con Globocan.
En Colombia, la tasa cruda de mortalidad en 2010 fue de 8,2 casos por cada 100.000, según datos del Departamento Nacional de Estadística y del Instituto Nacional de Cancerología (INC) de Colombia.
La "familia" de hormonas que está fallando
Parte de los resultados obtenidos en esta línea de investigación fue publicada en octubre 2012 en Anticancer Research: International Journal of Cancer Research and Treatment, una revista internacional indexada e independiente, con revisión por pares, que se dedica a publicar artículos originales de alta calidad sobre diversos aspectos de oncología clínica y experimental.
Como afirma la publicación, los autores del artículo no tienen conflicto de intereses; es decir, no tienen intereses comerciales ni políticos que puedan afectar los resultados de la investigación.
Ellos son Pablo Moreno Acosta, microbiólogo y PhD en Ciencias e investigador del INC; Myriam Sánchez, directora del GIH de la Universidad Nacional de Colombia; Oscar Gamboa, Ricardo Cendales, Alfredo Romero y Germán Darío Díaz, del INC; así como Zoila Conrado, de la Fundación Santa Fé de Bogotá.
Además, contó con aportes de investigadores extranjeros como Joseph Balart, del Instituto Catalán de Oncología; Antoine Levy, del Instituto Gustave Roussy; Cyrus Chargari del HIA Val de Grace y Nicolás Magné, del Instituto de la Loire Cancérologie, entidades científicas francesas.
La progresión del cáncer de cérvix toma muchos años. En algunas mujeres puede demorar entre 10 y 15 años llegar al estado maligno más agresivo. Antes de ese momento más avanzado se puede curar, ya sea retirando el tejido maligno o aplicando medicamentos. Pero cuando las células pasan a la forma de cáncer invasivo, las posibilidades de curación son mínimas.
"Cuando a una mujer le hacen una citología o examen PAP, los patólogos miran la forma de las células, mientras nosotros lo que hicimos fue mirar al interior de estas, observamos las moléculas en las muestras de aproximadamente 100 casos de citologías", explicó Sánchez.
Las pacientes se clasificaron según el grado de la enfermedad y se compararon con mujeres sanas. Esto es lo que se conoce como un estudio de casos (pacientes) y controles (sanos).
El análisis se enfocó sobre un grupo de moléculas que hacen parte de la familia de "factores de crecimiento similares a la Insulina" (IGF por su sigla en inglés), que promueven el crecimiento, la proliferación y la migración celular y que, por tanto, se han asociado con el desarrollo del cáncer, el cual se caracteriza por un crecimiento desordenado de las células.
Sobre la relación de los IGF y el cáncer, hay mucha investigación a nivel mundial, pero, principalmente, en otros tipos de cáncer diferentes al de cuello uterino.
El cáncer se basa en que una célula no responde a las señales que regulan su crecimiento en armonía con las células vecinas, y empieza a crecer impidiendo que otras puedan hacerlo; es tan hábil que logra convencer a otras a ponerse a su servicio y, no contenta con eso, migra y coloniza otros órganos. Esa etapa se llama metástasis.
Los investigadores concluyeron que algunos de los componentes del sistema IGF estaban alterados en las mujeres con cáncer de cérvix, en particular el receptor IGF-IR, y eso podría contribuir a que la célula creciera fuera de control.
En una segunda fase de la investigación se examinaron biopsias de tumores obtenidas de un grupo de mujeres con cáncer de cuello uterino que estaban bajo tratamiento de radioterapia.
"Observamos que las pacientes en las que se encontraron contenidos altos del receptor IGF-IR en las biopsias de tejido tenían un riesgo alto de no responder al tratamiento con radioterapia. Esto permitió concluir que las mujeres con cáncer de cérvix y niveles de expresión del receptor IGF-IR tienen un riesgo alto de desarrollar resistencia a la radioterapia", explicó.
Por tanto, prosiguió, se puede optimizar el pronóstico de éxito de la radioterapia si se miden los niveles del receptor IGF-IR en las biopsias; es decir, haciendo un diagnóstico molecular. Esto es beneficioso para las mujeres, pues con esas mediciones se puede personalizar el tratamiento, aplicarlo en aquellas que no ofrecerían resistencias y evitar radiaciones a las que sí la van a presentar.
La tercera fase de la investigación se hizo en líneas celulares de cáncer de cérvix, que son reactivos biológicos certificados que se adquieren comercialmente. Trabajaron con dos líneas, la llamada HeLa, que se obtuvo de una mujer con cáncer y que tenía el Virus del Papiloma Humano (VPH); y la C 33A, obtenida de otra paciente que desarrolló un tipo de cáncer cervical atípico, pues no tenía infección con el virus.
El VPH es uno de los agentes causantes del cáncer de cuello uterino, según demostraron especialistas luego de muchos años de trabajo, entre ellos la epidemióloga colombiana Nubia Muñoz Calero y el científico alemán Harold zur Hausen, la primera nominada y el segundo ganador del Premio Nobel 2008 en Medicina y Fisiología, por este hallazgo.
La profesora Sánchez explicó a SEMlac que, aunque la infección por este virus es un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de cérvix, no es suficiente y se requiere la confluencia de otros factores de tipo genético, inmunológico y ambiental para que se desencadene el cáncer. De hecho, si bien son pocos, hay casos de cáncer de cuello uterino en mujeres que no han sido infectadas por el virus.
Los genes dicen qué se debe hacer, pero son las proteínas las que hacen la tarea. Por ello, si la hacen mal, aunque los genes estén bien, aparecen enfermedades, profundizó Sánchez. De ahí que la investigación aplicó la técnica proteómica, que consiste en analizar todo el conjunto de proteínas presentes en una muestra de tejido o de células de manera global y no individualmente.
Sánchez anotó que experimentos en el laboratorio ya demostraron que, cuando se anula la expresión del receptor del IGF-IR, la capacidad que tiene la célula para migrar disminuye apreciablemente. Naturalmente, la anulación del receptor IGF requiere más pruebas, incluso clínicas, antes de poder aplicarse en las pacientes de manera masiva. Por ejemplo, pruebas para establecer cómo afecta tal anulación a todo el sistema con que está vinculado el mencionado receptor.
Si bien el camino de la ciencia, y en particular de los nuevos tratamientos médicos, puede demorar 10 o 15 años, la investigación básica realizada es el primer paso para que un día se puedan caracterizar los tumores de cuello uterino de manera individual, gracias al diagnóstico molecular, y proporcionar un tratamiento personalizado.
Para avanzar más en el estudio y aplicación del diagnóstico molecular "quiero mencionar, desde mi percepción y considerando el ámbito en el que me desenvuelvo, que el mayor obstáculo a superar es la falta de interés y reconocimiento a la investigación traslacional (o aplicada) que hemos venido desarrollando", afirmó a SEMlac Pablo Moreno, coautor de la investigación.
"El principal aporte de esta investigación es estudiar los diagnósticos moleculares en el desarrollo terapéutico del cáncer de cuello uterino", agregó Moreno. "Este es un tema que cada día toma más vigencia entre oncólogos e investigadores, algunos de los cuales pronostican que la salud personalizada no sólo empezó, sino que va tener una rápida evolución", concluyó.
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