Sara Lovera
(Especial de SEMlac).- Al comenzar octubre, monumentos, palacios, edificios y sedes de parlamentos fueron iluminados con luces rosas en un acto simbólico. Así sucedió en México con la inmensa mole arquitectónica de la Cámara de Diputados, ya que se trata de llamar la atención sobre el cáncer de mama, que cobra casi medio millón de vidas femeninas en el mundo, mujeres cada vez más jóvenes.
En este país, 5.000 de ellas pierden la vida cada año por este mal, debido a que el diagnóstico es tardío y no existe conciencia cabal del problema, dicen especialistas.
Esta jornada, para hacer conciencia en la población y entre quienes toman decisiones, terminará el 28 de octubre. A la campaña de información se sumaron decenas de organizaciones civiles, médicas, instituciones oficiales y mujeres del espectáculo, que han ofrecido testimonios públicos.
En ese contexto, SEMlac se encontró con una joven activista, Mariana Ibáñez Rosiñol, quien se desborda en sonrisas. Apenas nos sentamos frente al mar del Pacífico, sin preámbulo, espetó: "Tengo 28 años y soy una sobreviviente de cáncer de mama. Estoy sana por un milagro y un médico capaz, y hoy no puedo dejar de pensar en todas mis compatriotas que pierden la vida porque el cáncer les fue detectado tardíamente. Yo me he salvado y ahora tengo que decir que el problema no es sólo de las mujeres, sino también de los hombres".
Alta, risueña, habla positivamente con los ojos y dice a SEMlac, "este es mi camino y voy a luchar hasta el ultimo día de mi vida porque las mujeres se salven". Ensenada, la ciudad que la vio nacer, se ubica en el segundo lugar en incidencia y no existen ni suficientes servicios, ni conciencia, agrega.
Ella es creadora de la campaña "Tócate o te Toca 2.0" en Ensenada, el municipio territorialmente más grande del país, bañado por el mar y cercado por dos grandes valles, el de Guadalupe, donde se produce el mejor vino de California, y el de San Quintín, a donde año tras año llegan miles de jornaleras a la cosecha del tomate que se exporta a los Estados Unidos.
Ensenada está a 3.000 kilómetros de la capital del país, y ahí donde todo es turismo y recursos,"había que hacer algo y rápido", insiste Mariana.
"Tócate o te Toca 2.0" moviliza a las autoridades sanitarias del lugar, a empresas y personas, para convocar a una inmensa caminata que, por segundo año, se realizará el 28 de octubre, y a varias conferencias informativas. La ciudad empezó ya a cubrirse de decenas de anuncios espectaculares.
Charlamos en uno de los hoteles de uno de los cuatro puertos más importantes del país, con casi medio millón de habitantes, que recibe cruceros de todo el mundo hasta tres veces por semana. La ciudad/puerto de Ensenada no tiene, dice Mariana, un solo especialista y carece de los instrumentos capaces de detectar el cáncer.
Galardonada como Ciudadana Distinguida 2012 por el XX Ayuntamiento de Ensenada, desde que descubrió que tenía cáncer de mama hace tres años, ha desarrollado un sinfín de capacidades creativas, diseño de promocionales con el símbolo del moño rosa, prótesis artesanales -porque las otras tienen un costo de entre 300 y 500 dólares-, carteles, fotografías, una página web, consignas que difunde en las redes sociales y profesionales y una permanente actividad que ya la ha convocado a otras partes del país, a donde acude a contar su historia.
Contextos y hechos
Cada año el cáncer de mama provoca el deceso de 500.000 mujeres en el mundo, 5.000 de los cuales ocurren en México. La mayor parte de los casos se presenta en países industrializados pero las muertes en números preocupantes ocurren en los subdesarrollados, señaló la académica Claudia Infante Castañeda, entrevistada por SEMlac.
La experta en sociología médica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM indicó que entre los principales factores que afectan la sobrevivencia está el inicio tardío del tratamiento, y consideró que es equivocada la creencia de que ese retraso sea culpa de la mujer, que acude al médico a destiempo por ignorancia, miedo o desinterés.
Lo cierto, explicó, es que el tratamiento se demora por la ineficiencia de los servicios de salud y del primer médico que visitan, sostuvo.
Infante Castañeda y sus colaboradores entrevistaron en 2010 a 20 mujeres que acudieron al Instituto Nacional de Cancerología (INCan). Posteriormente, en 2011, aplicaron el mismo cuestionario a unas 700 que lo hicieron al Instituto Mexicano del Seguro Social y al Hospital General de México.
Como resultado, comentó, las mujeres hablaron abiertamente de su experiencia al detectar el síntoma que les hizo sospechar que en su pecho tenían algo que no era normal y, también, de su trayectoria para obtener atención en algún nosocomio con servicios especializados.
Para tener probabilidades de sobrevivir, se tiene que recibir tratamiento desde que la enfermedad está en sus primeras fases, pero en México casi 90 por ciento de los casos se diagnostican en etapas avanzadas.
"Los resultados preliminares de nuestro análisis muestran que alrededor de 75 por ciento de las mujeres que llegan a un hospital de especialidades, como el INCan, consultaron por primera vez a un médico antes de que pasaran tres meses, contados a partir de que detectaron un signo o síntoma".
Agregó que el estudio demostró que alrededor de 80 por ciento de las mujeres que llegaron oportunamente a su primera consulta médica (pública o privada) tuvieron que esperar más de tres meses antes de empezar a recibir tratamiento por los servicios médicos. "Es decir, hubo demora porque fueron de un servicio a otro para ser diagnosticadas, o porque ya con el dictamen debieron esperar el tratamiento".
La historia de Mariana
Fue el 4 de julio de 2010 cuando su vida dio un giro de 180 grados; tras varios meses de estar batallando con una bolita que tenía en el seno derecho, Ibáñez fue diagnosticada con cáncer de mama.
Su historia había comenzado dos años antes, el 5 de octubre de 2010, cuando durante una autoexploración la joven sintió una bolita del tamaño de la cabeza de un alfiler. Ibáñez esperó hasta enero, cuando le tocaba su chequeo anual, para realizarse un ultrasonido mamario.
El radiólogo que le hizo los estudios le aseguró que se debía a una condición fibroquística. "Nada de qué preocuparse", le aseguró el técnico y le explicó que a su edad es muy común encontrar bolitas de grasa o inflamaciones en los pechos, pero que es raro que sean tumoraciones malignas. Quedó más tranquila y continuó con su vida normal.
A los pocos días de la revisión médica, la también comunicóloga, egresada de la Universidad Iberoamericana en Tijuana, recibió una oferta de trabajo en la Riviera Maya (en Quintana Roo) que no podía dejar pasar. Pronto se fue a trabajar como Ejecutiva de Relaciones Públicas. Con un nuevo empleo, en una ciudad diferente, del otro lado del país y muy lejos de su familia, comenzó a sentirse mal. Sufría de dolores de estómago, fiebres y dolores de cabeza constantes que ella atribuía al calor y al agua de Quintana Roo.
Para ese entonces la pequeña protuberancia que sintió aquel día en Mexicali del tamaño de un alfiler, ya tenía el tamaño de una canica. Consultó a un par de doctores más, quienes insistían en que no tenía nada de qué preocuparse y que era demasiado joven para sufrir una enfermedad tan letal como el cáncer.
A la mañana siguiente de su regreso a casa, Ibáñez se acercó a su papá, quién es médico, y le pidió que le revisara la bolita que seguía creciendo en su pecho. En ese momento la joven le contó que había visto a varios doctores, quienes le habían dicho que era sólo una inflamación, pero su intuición le decía que "eso no era normal".
El galeno se sorprendió de la situación en la que se encontraba su hija y de inmediato le recomendó ver a Salvador Navarro Hernández en León, Guanajuato, a 2.000 kilómetros al sur, uno de los mejores senólogos del país.
En León le hicieron los estudios pertinentes y una biopsia que confirmó que, efectivamente, la joven de 27 años tenía cáncer en etapa IV, la más grave.
El 7 de julio, acompañada de sus padres, viajó a la ciudad de México para someterse a una complicada operación. Esa noche, con una increíble actitud y poniendo todo de su parte, la joven se despidió de su seno derecho. La mastectomía se realizó al día siguiente.
Además, le hicieron una disección ganglio axilar para determinar si había extensión de la patología. Cuando la axila tiene ganglios con cáncer el pronóstico de la paciente es peor. A Ibáñez le tuvieron que extraer 40 ganglios, de los cuales 12 ya tenían actividad cancerígena.
Puesto que el cáncer se encontraba en su sistema linfático, era importante extraer cualquier tejido infectado inmediatamente para evitar que se expandiera a otros órganos.
A la mañana siguiente de su mastectomía, Mariana le sonreía a la vida. Ella sabe que su intuición la salvó y su médico se lo confirmó. "De haber esperado un par de meses más, no la cuentas", le dijo Navarro Hernández.
Ibáñez vivió su tratamiento y recuperación con gran sentido del humor y actitud muy positiva. Sin embargo, admite que ha sido una experiencia muy difícil, pero el mantenerse ocupada le ha ayudado a seguir adelante. Al regresar a Ensenada, decidió comenzar una campaña de prevención de cáncer.
En un grito desesperado porque nadie pase por lo que ella pasó y prevenir que otras chicas vivan la negligencia médica que ella vivió, durante el mes de octubre Ibáñez trabajó para crear conciencia entre los jóvenes sobre la importancia de la autoexploración y de poner atención a nuestra intuición. "Si logro que una joven se autoexplore y eso previene que le quiten un seno, ya logré mi misión", dice convencida.
Luego de un tratamiento de quimioterapia para seguir con seis semanas de radiación diaria, recibirá cinco años de terapia hormonal y bloqueadora de estrógeno para asegurar que el cáncer no se reproduzca en ningún otro lugar.
Contexto final
El cáncer de mama le ha ganado terreno al cérvico-uterino, que registra una incidencia de mortalidad de 3.900 casos anualmente. Cada año, 11.148 mexicanas fallecen de neoplasias asociados a la cérvix, mama, ovarios y endometrio. Se llaman cánceres femeninos. Un tema prioritario de la salud pública.
La campaña de autoridades y organizaciones civiles considera que determinados estilos de vida -como el sedentarismo, el sobrepeso y el tabaquismo-, asociado a una decreciente práctica de dar pecho, permiten al cáncer de mama ganar terreno.
Las medidas de prevención son tan sencillas como la autoexploración a partir de los 10 años; acudir al médico para el examen a partir de los 25 al menos una vez al año, así como realizar la mastografía a partir de los 40 años. Mariana hace notar que ella tenía 27 años.
Una mastografía permite prevenir, pues de detectarse un nódulo es posible realizar una biopsia y, de salir positivo, iniciar un tratamiento, que no necesariamente tendrá que ser por radio o quimioterapia. Pero, para Mariana ello no es suficiente. Es mucho más lo que hay que hacer.
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