La nepalesa Suntali Shrestha, de 45 años, se restriega las manos con gesto nervioso al recordar las noches que pasa en vela por temor a que no suene la alarma de inundación mientras duerme y quede sumergida bajo el agua.
"Las sirenas están siempre en mi cabeza, no me dejan en paz", grita Suntali ante una multitud de gente reunida en esta pequeña ciudad del noreste de Nepal para describir las penurias que pasan por los cambios del clima.
La mayoría son mujeres. Algunas tuvieron que caminar varias horas para asistir a este tribunal sobre mujeres y cambio climático, con la esperanza de ser escuchadas por las autoridades, y quizá también por la Conferencia de las Partes (COP 17) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comenzará el 28 de este mes en la ciudad sudafricana de Durban.
El tribunal fue organizado el 30 de octubre por Jagaran Nepal, una entidad sin fines de lucro con sede en Katmandú que se dedica a promover los derechos femeninos, la paz y la gobernanza, y por Mahila Utthan Kendra (Centro para la Elevación de las Mujeres), con apoyo del equipo de trabajo feminista del Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza (CGAP, por sus siglas en inglés).
La reunión se concentró en algunas aldeas de Dolakha, un distrito montañoso 135 kilómetros al noreste de la capital, que está en peligro de quedar sumergido bajo el agua.
Nagdaha, la aldea de Suntali, está a la sombra del Tsho Rolpa, el mayor lago glaciar de Nepal, y ahora el más peligroso.
Situado a 4.580 metros sobre el nivel del mar, en la falda de la cumbre Gauri Shankar, de 7.146 metros, en la cordillera del Himalaya, Tsho Rolpa se formó y ha crecido por el derretimiento del glaciar Trakarding.
Rodeado de la presa natural que forma la morrena, el lago de 1,76 kilómetros cuadrados crece a medida que se funde el Trakarding por el calentamiento global.
La temperatura promedio de Nepal aumenta 0,06 grado al año, pero en las montañas la suba es de 0,14 grado.
Así retroceden los glaciares y se expanden la superficie y la cantidad de lagos en la región del Himalaya. El Trakarding se achica 66 metros por año y genera frecuentes avalanchas que aumentan la presión sobre la presa natural de Tsho Rolpa.
Desde los años 60, 17 lagos glaciares se desbordaron en Nepal, causando muerte y destrucción. Numerosos estudios pronosticaron en 1997 que el Tsho Rolpa experimentaría una brutal crecida. Si la presa se rompe, un flujo de 80 metros cúbicos de agua haría peligrar a unas 6.000 personas y una central hidroeléctrica de 60 megavatios.
La población local sostiene que, en el peor de los casos, el desborde del Tsho Rolpa también alteraría al río Tamakosi, tributario del caudaloso Kosi que fluye por Tíbet, Nepal y China y que suele causar inundaciones en la temporada monzónica en este país y en India. Un desborde glaciar no haría más que potenciar su poder devastador.
Las autoridades instalaron 17 estaciones de alerta temprana de inundaciones con sirenas, pero la población local sostiene que algunas se arruinaron en la guerra civil que libraron rebeldes maoístas durante 10 años.
Además, la gente que vivía en las zonas más peligrosas y que se desplazó en 1997, ha ido retornando al ver que el desborde no se producía.
Los carteles con indicaciones de alerta, colocados por las autoridades, no tienen significado para personas como Suntali, que no saben leer ni escribir.
"No hay escuela en Nagdaha", dice al tribunal Kamala Shrestha, una joven de 24 años que cría aves de corral. "La más cercana está en Charikot, a dos horas en automóvil, así que solo dos o tres mujeres de la aldea saben leer y escribir", relata.
"Incluso para comprar paracetamol tenemos que ir a Charikot", apunta. "Además, el camino no está apto para el tránsito de vehículos, por lo que tampoco llegamos al mercado. Deseamos que el tribunal consiga que el gobierno construya una escuela, un centro de salud y una carretera".
La presidenta de Jagaran Nepal, Sharmila Karki, señala que el informe del tribunal se enviará a la COP 17.
"Queremos que algún integrante de nuestra comunidad plantee el asunto en Durban, pero es difícil", dice Karki. "Nepal es uno de los países más vulnerables al cambio climático, sin embargo, poca gente tiene conciencia de los peligros. Además, las políticas tienen una gran ausencia de perspectiva de género".
Cuando una primera audiencia se celebró en Katmandú, en 2009, una mujer denunció que el cambio climático le había causado prolapso de útero.
"Ella contó que los arroyos de su aldea se estaban secando, y por eso tenía que caminar casi cinco horas para conseguir agua", recuerda Karki. "Los médicos dijeron que cargar mucho peso por periodos prolongados puede causar prolapso de útero. Sin embargo, muchos en la audiencia, ignorantes de esto, lanzaron risas burlonas", añade.
Según Karki, la situación empeoró desde 2009. Entonces las mujeres mencionaban las dificultades del desplazamiento por las inundaciones, la inseguridad alimentaria y problemas de salud. Ahora también se quejan de estrés.
El gobierno adoptó el año pasado políticas para prevenir la violencia doméstica, pero no hay medidas para ayudar a que las mujeres obtengan justicia climática.
"Vivir en un ambiente de terror psicológico también es una violación a los derechos femeninos", alerta Karki.
"Las mujeres jefas de hogar están sometidas a un enorme estrés, en especial porque no hay políticas para garantizar su acceso a recursos naturales, como agua, ni la atención médica o la educación que necesitan para lidiar con los cambios", añade.
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