Alejandra Waigandt
Artemisa Noticias Una reciente investigación de una organización de la sociedad civil confirma la escaza presencia femenina en los cargos de máxima autoridad en las empresas. Las mujeres llegan a la cima, pero sólo en un 4 por ciento. Las dificultades son variadas, aunque la cultura de las organizaciones empresariales constituye un obstáculo importante y el lugar que esa cultura y las propias mujeres asignan a la maternidad.
Las mujeres en cargos de máxima autoridad en las organizaciones empresariales de Argentina alcanzan el 4 por ciento, según una nueva investigación del Equipo Latinoamericano de Justica y Género (ELA) sobre la distribución del poder en diversos ámbitos, entre ellos el económico. Esta estadística coincide con la previsión del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), sobre las mujeres en las posiciones CEOs de las empresas más grandes del planeta, que no alcanzan ni el 5 por ciento. La Organización Internacional del Trabajo, que contabiliza todos los cargos ejecutivos, estima para la región un 20 por ciento de presencia femenina. Estos guarismos revelan una profunda brecha de género en el acceso a los procesos de toma de decisiones en el país, la región y el mundo.
El estudio de ELA ‘Sexo y Poder. ¿Quién manda en la Argentina?’, propone el IPM (Índice de Participación de la Mujer) para medir las oportunidades de liderazgos en tres espacios: el económico, el político y a nivel de la sociedad. Este último aporta información sobre ongs, medios de comunicación, sindicatos, instituciones culturales, científicas y tecnológicas. Ofrece de ese modo una fotografía valiosa en cuanto a la capacidad de cuantificar a las mujeres que accedieron a puestos claves.
En Argentina se registra un incremento de la participación femenina en el mercado laboral. El informe de ELA reconoce este avance, vinculándolo incluso a logros educativos, pero al mismo tiempo señala que estos dos indicadores son insuficientes para mostrar el escenario en que debe construirse la igualdad real entre varones y mujeres. 'Las mujeres continúan recibiendo salarios más bajos que los varones por tareas equivalentes, su presencia es minoritaria en los cargos ejecutivos y tienen muchas veces una inserción laboral precaria que las margina de la protección social', señala la investigación.
La sobrerepresentación femenina en determinadas actividades es otro ingrediente del escenario de oportunidades. La organización que dirige la abogada Natalia Gherardi agrega la segregación ocupacional vertical. Quiere decir que las mujeres llegan en menor medida que los varones a ocupar puestos de máxima responsabilidad y liderazgo en determinadas ramas de actividad. Paralelamente, el acceso de las mujeres a puestos de toma de decisión se da mayoritariamente en empresas de menor tamaño de facturación, según datos de 2009.
Estas tendencias fueron confirmadas por el IPM, elaborado en base a datos recolectados en 2010. 'Las mujeres ocupan apenas el 4,4 por ciento de los puestos directivos en las primera línea en las grandes empresas de la Argentina. Si se tiene en cuenta el total de las cámaras empresarias registradas en el Ministerio de Trabajo, la presencia femenina en los espacio de decisión es aún más baja: sólo 4 de 134 puestos relevados son ocupados por mujeres', precisa el estudio.
Laberinto de cristal
La investigación de ELA está confirmando la metáfora del laberinto de cristal, que sustituye la idea de techo de cristal, la cual explicaba la existencia de una barrera invisible que impedía a las mujeres ejecutivas el ascenso a puestos jerárquicos y especializados. La nueva metáfora, proporcionada por las investigadoras norteamericanas Alice Eagly y Linda Carli, reconoce que las mujeres erosionaron esta barrera invisible y están logrando acceder a los lugares de toma de decisión. Pero al mismo tiempo da cuenta de las numerosas dificultades que ellas deben afrontar durante el desarrollo de sus carreras profesionales.
Está por ejemplo la cultura de la organización, que subestima la capacidad de las mujeres para liderar gerencias de comercialización, ventas, finanzas, productivas, etcétera. Esta clase de discriminación suele ser ejercida a todos los niveles en una estructura empresarial, pero es especialmente nociva cuando recluta, selecciona y promueve personal, porque termina penalizando a la mujer con hijos, a la que toma licencia por maternidad, inclusive a aquella que desea ser madre o se encuentra en edad reproductiva.
En esta línea diversos estudios incluyen por un lado el problema de la autopercepción de las mujeres, que explica que las propias empresarias no se tienen confianza para liderar una determinada actividad, mientras que por otro lado señalan que hay mujeres que no están dispuestas a afrontar la problemática de la conciliación de las obligaciones laborales y familiares, renunciando a las posibilidades de ascenso en una empresa.
Es decir que la maternidad es otro importante obstáculo. Los testimonios de mujeres ejecutivas que aportan las investigaciones de género, muestran que las políticas internas de las compañías no contribuyen a que las mujeres que desean ser madres puedan llevar adelante al mismo tiempo un cargo gerencial, el cual implica mayores responsabilidades y tiempos particulares para realizar viajes y reuniones.
Frente a estas dificultades y barreras en el ascenso de las mujeres a cargos de mayor responsabilidad, Gherardi llama la atención acerca de la necesidad de políticas públicas inclusivas y de fortalecimiento de la democracia, que brinden una estructura de oportunidades igualitaria para mujeres y varones.
Flexibilidad horaria, servicios de guarderías u oportunidades de teletrabajo, son algunas de las políticas que contribuirían a la conciliación de la vida laboral y familiar. Pero la experta en managment femenino Lidia Heller, precisa en varios estudios que muchas de estas políticas están dirigidas únicamente a la mujer, lo cual refuerza los estereotipos de género. 'Para que las mujeres puedan avanzar en lo público, es necesario que los varones avancen en lo privado', asegura la experta, que cree que deberían promoverse medidas que involucren a los varones en el cuidado de los hijos y del hogar.
Por lo tanto las mujeres enfrentan dilemas que los varones pasan por alto en la mayoría de las compañías: discriminación, acoso, menores oportunidades de desarrollo, ausencia de políticas laborales consolidadas favorables a la conciliación de la vida laboral y familiar y las dificultades para compartir las responsabilidades domésticas y de cuidado de los hijos. Según Heller ese panorama en el ámbito económico está cambiando muy lentamente y a este ritmo mujeres y varones alcanzarían la paridad dentro de 75 años.
Artemisa Noticias Una reciente investigación de una organización de la sociedad civil confirma la escaza presencia femenina en los cargos de máxima autoridad en las empresas. Las mujeres llegan a la cima, pero sólo en un 4 por ciento. Las dificultades son variadas, aunque la cultura de las organizaciones empresariales constituye un obstáculo importante y el lugar que esa cultura y las propias mujeres asignan a la maternidad.
Las mujeres en cargos de máxima autoridad en las organizaciones empresariales de Argentina alcanzan el 4 por ciento, según una nueva investigación del Equipo Latinoamericano de Justica y Género (ELA) sobre la distribución del poder en diversos ámbitos, entre ellos el económico. Esta estadística coincide con la previsión del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), sobre las mujeres en las posiciones CEOs de las empresas más grandes del planeta, que no alcanzan ni el 5 por ciento. La Organización Internacional del Trabajo, que contabiliza todos los cargos ejecutivos, estima para la región un 20 por ciento de presencia femenina. Estos guarismos revelan una profunda brecha de género en el acceso a los procesos de toma de decisiones en el país, la región y el mundo.
El estudio de ELA ‘Sexo y Poder. ¿Quién manda en la Argentina?’, propone el IPM (Índice de Participación de la Mujer) para medir las oportunidades de liderazgos en tres espacios: el económico, el político y a nivel de la sociedad. Este último aporta información sobre ongs, medios de comunicación, sindicatos, instituciones culturales, científicas y tecnológicas. Ofrece de ese modo una fotografía valiosa en cuanto a la capacidad de cuantificar a las mujeres que accedieron a puestos claves.
En Argentina se registra un incremento de la participación femenina en el mercado laboral. El informe de ELA reconoce este avance, vinculándolo incluso a logros educativos, pero al mismo tiempo señala que estos dos indicadores son insuficientes para mostrar el escenario en que debe construirse la igualdad real entre varones y mujeres. 'Las mujeres continúan recibiendo salarios más bajos que los varones por tareas equivalentes, su presencia es minoritaria en los cargos ejecutivos y tienen muchas veces una inserción laboral precaria que las margina de la protección social', señala la investigación.
La sobrerepresentación femenina en determinadas actividades es otro ingrediente del escenario de oportunidades. La organización que dirige la abogada Natalia Gherardi agrega la segregación ocupacional vertical. Quiere decir que las mujeres llegan en menor medida que los varones a ocupar puestos de máxima responsabilidad y liderazgo en determinadas ramas de actividad. Paralelamente, el acceso de las mujeres a puestos de toma de decisión se da mayoritariamente en empresas de menor tamaño de facturación, según datos de 2009.
Estas tendencias fueron confirmadas por el IPM, elaborado en base a datos recolectados en 2010. 'Las mujeres ocupan apenas el 4,4 por ciento de los puestos directivos en las primera línea en las grandes empresas de la Argentina. Si se tiene en cuenta el total de las cámaras empresarias registradas en el Ministerio de Trabajo, la presencia femenina en los espacio de decisión es aún más baja: sólo 4 de 134 puestos relevados son ocupados por mujeres', precisa el estudio.
Laberinto de cristal
La investigación de ELA está confirmando la metáfora del laberinto de cristal, que sustituye la idea de techo de cristal, la cual explicaba la existencia de una barrera invisible que impedía a las mujeres ejecutivas el ascenso a puestos jerárquicos y especializados. La nueva metáfora, proporcionada por las investigadoras norteamericanas Alice Eagly y Linda Carli, reconoce que las mujeres erosionaron esta barrera invisible y están logrando acceder a los lugares de toma de decisión. Pero al mismo tiempo da cuenta de las numerosas dificultades que ellas deben afrontar durante el desarrollo de sus carreras profesionales.
Está por ejemplo la cultura de la organización, que subestima la capacidad de las mujeres para liderar gerencias de comercialización, ventas, finanzas, productivas, etcétera. Esta clase de discriminación suele ser ejercida a todos los niveles en una estructura empresarial, pero es especialmente nociva cuando recluta, selecciona y promueve personal, porque termina penalizando a la mujer con hijos, a la que toma licencia por maternidad, inclusive a aquella que desea ser madre o se encuentra en edad reproductiva.
En esta línea diversos estudios incluyen por un lado el problema de la autopercepción de las mujeres, que explica que las propias empresarias no se tienen confianza para liderar una determinada actividad, mientras que por otro lado señalan que hay mujeres que no están dispuestas a afrontar la problemática de la conciliación de las obligaciones laborales y familiares, renunciando a las posibilidades de ascenso en una empresa.
Es decir que la maternidad es otro importante obstáculo. Los testimonios de mujeres ejecutivas que aportan las investigaciones de género, muestran que las políticas internas de las compañías no contribuyen a que las mujeres que desean ser madres puedan llevar adelante al mismo tiempo un cargo gerencial, el cual implica mayores responsabilidades y tiempos particulares para realizar viajes y reuniones.
Frente a estas dificultades y barreras en el ascenso de las mujeres a cargos de mayor responsabilidad, Gherardi llama la atención acerca de la necesidad de políticas públicas inclusivas y de fortalecimiento de la democracia, que brinden una estructura de oportunidades igualitaria para mujeres y varones.
Flexibilidad horaria, servicios de guarderías u oportunidades de teletrabajo, son algunas de las políticas que contribuirían a la conciliación de la vida laboral y familiar. Pero la experta en managment femenino Lidia Heller, precisa en varios estudios que muchas de estas políticas están dirigidas únicamente a la mujer, lo cual refuerza los estereotipos de género. 'Para que las mujeres puedan avanzar en lo público, es necesario que los varones avancen en lo privado', asegura la experta, que cree que deberían promoverse medidas que involucren a los varones en el cuidado de los hijos y del hogar.
Por lo tanto las mujeres enfrentan dilemas que los varones pasan por alto en la mayoría de las compañías: discriminación, acoso, menores oportunidades de desarrollo, ausencia de políticas laborales consolidadas favorables a la conciliación de la vida laboral y familiar y las dificultades para compartir las responsabilidades domésticas y de cuidado de los hijos. Según Heller ese panorama en el ámbito económico está cambiando muy lentamente y a este ritmo mujeres y varones alcanzarían la paridad dentro de 75 años.
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