(Especial de SEMlac).- La práctica de la lactancia materna está disminuyendo aceleradamente en el Perú, ante la arremetida de las compañías farmacéuticas que venden sustitutos de la leche materna, pero también por las presiones que confrontan las madres que trabajan.
De acuerdo con estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), solo 49 de cada 100 recién nacidos son amamantados en el Perú, lo cual, a juicio de esa entidad, es una caída drástica de esta práctica y un retroceso respecto a los logros alcanzados en el último decenio.
La lactancia es una práctica ancestral en el país, donde hasta hace pocos años era común ver a madres amamantando a sus bebés en lugares públicos, sin que a nadie —salvo a los turistas extranjeros— les llamara la atención, una imagen que hoy prácticamente ha desaparecido incluso en el interior de la nación.
Según Mario Tavera, oficial de salud de UNICEF, la curva descendente ha sido más fuerte desde el año pasado y se debe "al incremento del consumo de fórmulas sustitutas dentro de los centros de salud, tanto públicos como privados", declaró a la prensa.
SEMlac pudo comprobar que representantes de laboratorios y compañías farmacéuticas que fabrican y distribuyen leches maternizadas se valen de diversas estrategias de venta para convencer a las madres de que los sucedáneos de la leche materna son tan buenos como ésta. Los regalos son un recurso que casi nunca falla.
"Me regalaron tres latas de leche y ropita para mi bebé. Mi mamá me dijo que si le comenzaba a darle sustitutos, mi hijita ya no iba a aceptar mi leche, y así ha sido, ahora me sale muy caro seguir comprando la leche artificial, pero estoy atrapada", dijo a SEMlac Ana Aguilar.
Ella dio a luz en un hospital público, donde se supone que los médicos y enfermeras que permiten el contacto de los representantes de las farmacéuticas con las parturientas deben ser sancionados administrativamente.
Así lo establece, al menos en el papel, una disposición del Ministerio de Salud (MINSA) basándose en la transgresión al Reglamento de Alimentación Infantil, que promueve la atención y el cuidado de la lactancia materna como prioridad.
"Eso es atentar contra la libre competencia y la libertad de trabajo", fue la airada respuesta que nos dio un promotor de una multinacional farmacéutica que ofertaba sus productos de manera ostensible a la puerta de un hospital público.
"¿Acaso yo les pongo [a las madres] una pistola en el pecho para que compren esta leche?, yo solo les hago ver las ventajas que tiene, para una madre que trabaja y está fuera todo el día, garantizarle una buena alimentación a su bebé", señaló, pero negándose ásperamente a dar su nombre.
En similar sentido se han pronunciado las entidades empresariales que agrupan a la industria farmacéutica. En más de una oportunidad han declarado no oponerse a la lactancia materna, pero reclamando su derecho a ofertar sus productos como parte de las reglas de la competencia y el libre mercado.
De acuerdo con UNICEF, la venta de leches maternizadas aumentó en 75 por ciento entre 2005 y 2010, siendo las ciudades de la costa las que mayores aumentos registran, aunque también las ciudades andinas comienzan a mostrar incrementos.
En promedio, las leches 'maternizadas' cuestan el equivalente a 36 dólares y alcanzan para 5 a 7 días, dependiendo de la dosis que se les dé a los bebés. También hay presentaciones más pequeñas, que cuestan unos 25 dólares pero alcanzan escasamente para tres días.
En el plano laboral
El argumento utilizado por los promotores de leches maternizadas, sobre las eventuales ventajas para las madres trabajadoras, es un fuerte "gancho" para muchas mujeres que se debaten entre continuar con la lactancia materna o enfrentarse a las presiones en sus centros de trabajo.
María Elena Flores, de la Dirección de Promoción de la Salud del Ministerio de Salud, admite que las madres que deciden dar de lactar a sus bebés, pero trabajan, sea en la actividad pública o privada, confrontan demasiadas presiones laborales que, en muchos casos, las hacen desistir mucho antes de lo previsto de continuar con esta práctica.
Esas presiones no provienen solo de los jefes o supervisores directos, sino también de los propios compañeros de trabajo, entre ellas muchas mujeres, confirmó a SEMlac.
A ello se añade la ausencia de lactarios, lugares especialmente acondicionados para que las madres puedan extraerse la leche y guardarla en condiciones adecuadas durante la jornada laboral. Esos locales deben existir, por ley, en los centros de trabajo que cuenten con más de 20 mujeres en edad fértil, pero no existen incluso en muchas entidades del Estado.
Las leyes laborales peruanas establecen, además, que durante el primer año, después del parto, las mujeres adscritas al régimen de la seguridad social disponen de una hora libre para dar de lactar a sus bebés. Otro derecho que muchas prefieren no usar porque es "mal visto" en el ambiente laboral.
"Decidí dejarlo, estaba demasiado estresada. Mis amigas me decían que era absurdo, en pleno siglo XXI, seguir aferrada a prácticas de siglos pasados; que ahora hay leches maternizadas que son iguales que nuestra leche, y era eso o pasar por la vergüenza de manchar mi ropa con la leche, levantarme al alba para dejar los biberones preparados, salir corriendo de acá…", dice Miryam Espinoza, secretaria en una empresa privada de cosméticos.
"No creas, me da pena. Yo siempre tuve mucha ilusión de darle de lactar a mis hijos cuando los tuviera, pero la vida moderna no lo permite", dice con un suspiro. Solo pudo amamantar a su pequeña los dos primeros meses.
No obstante, "esa práctica de siglos pasados" sigue siendo, en opinión de los especialistas, la mejor alternativa para los primeros meses de vida del bebé.
Según Flores, para que una mujer siga dando de lactar se requiere que esté bien informada sobre la ventaja de la leche materna frente a los sucedáneos, de manera que pueda rebatir los supuestos argumentos "en contra" de esta práctica.
Pero, además, necesita conocer que la ley la ampara, que ese es su derecho y que no puede ser objeto de presiones ni menos de represalias, añade.
No obstante, para ello se necesita mucha personalidad de parte de la mujer, especialmente en un país donde la precariedad laboral es muy alta, el porcentaje de población adecuadamente empleada es muy bajo y, por tanto, la mayoría no tiene derechos laborales, pues no figuran en planillas oficiales, sea en la actividad pública o privada.
"Las quejas del jefe o la jefa, y muchas veces de los compañeros, pueden estresar a la madre que trabaja y generar un ambiente laboral desfavorable para llevar a cabo una lactancia materna exitosa", reconoce Flores.
El MINSA realiza periódicamente campañas de divulgación pública exhortando a la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y complementaria hasta los dos años, incidiendo no solo en las ventajas nutricionales y de fortalecimiento del sistema inmunológico de los lactantes, sino en las ventajas psicológicas para la madre y su bebé
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