martes, mayo 10, 2011

María Galindo fue desalojada violentamente por policías durante la ceremonia del Matrimonio Indígena

Fuente: Mujeres Creando
María Galindo, una de las principales representantes de la agrupación Mujeres Creando, fue sacada a rastras del Coliseo Cerrado Julio Borelli Viterito de la ciudad de La Paz, donde se desarrollaba la ceremonia del Matrimonio Colectivo Aymara con Identidad, promovido por el Viceministerio de Descolonización

Galindo, con grabadora en mano, había ingresado a ese escenario deportivo para entrevistar a las contrayentes, al percatarse del hecho, las policías encargadas de la seguridad la agarraron de sus extremidades y la arrastraron, como se observa en la fotografía, hasta sacarla a la calle México.



OPINION DE MUJERES CREANDO SOBRE LA DESPATRIARCALIZACIÓN (Publicada el año pasado)


El concepto de despatriarcalización fue acuñado por Mujeres Creando de cara al proyecto masista de descolonización como una manera de enfrentar los contenidos patriarcales de dicho proyecto.

Nos pareció políticamente urgente poner en cuestión desde la despatriarcalización la mitificación del mundo indígena como un mundo ideal de horizontalidad varón-mujer. Esto no solamente es falso en cuanto vemos una realidad contemporánea de sometimiento, explotación de las mujeres, expropiación del derecho a la tierra por parte de sus parejas y familias, desprecio por su vida y por su palabra, sino que podemos fundamentar el lugar de desvalorización de las mujeres como un lugar ancestral de las culturas andinas que son y han sido profundamente patriarcales.

Nos interesó también el concepto de despatriarcalización como una interpelación de los conceptos de justicia indígena originaria que plantea el matrimonio como un deber ser temprano a las mujeres, la conciliación con el violador por parte de los padres de la víctima con el matrimonio, penaliza el aborto con un castigo severo, público y humillante de la mujer joven.

Fue una respuesta tan certera plantear que no se puede descolonizar sin despatriarcalizar que el Gobierno, a través del Viceministerio de Descolonización y del Ministerio de Educación, decidió cooptar este concepto pero para distorsionarlo y utilizarlo como cliché.

Basta ver que la primera política que están lanzando es el matrimonio ritual andino. Profesado por un amautismo que es una práctica de exclusividad masculina muy al estilo del censurado cura católico. Si el amauta tiene su par mujer que se lo cocina, lava y le acompaña por detrás cargando las cosas, eso no lo redime porque esa mujer no es más que una asistente. Cuando encontramos de manera excepcional una mujer que realiza el rito amauta, ella ha logrado ese sitial gracias a una cómoda posición de viuda.

Aquellos que se casen bajo este ritual tendrán privilegios de antemano, tal cual acontece en el mundo occidental y católico. Recibirán casa y esta ceremonia se convertirá en un requisito para poder ser autoridad en la comunidad. Se trata de una retroceso de 100 años, el matrimonio por coerción y el matrimonio como único estatus civil de prestigio social.

La Iglesia Católica aún no ha reconocido el divorcio como un derecho, por ello una mujer divorciada no puede casarse por la Iglesia y ni siquiera comulgar. Eso es reaccionario y patriarcal por parte de la Iglesia Católica que tanto criticamos. Sin embargo, en la inaugural recuperación del rito indígena de matrimonio lo que se hace es un remedo del rito católico y bajo las mismas taras patriarcales. Sólo que denominándolo cínicamente como política de despatriarcalización.

Relatado no parece más que una fábula mal inventada de algo que no puede ser cierto, sin embargo, por mucho que nos asombremos se trata de una política de Estado formulada desde el Ministerio de Culturas en la Unidad de Despatriarcalización.

Está claro que una de las preocupaciones más importantes de la Unidad de Despatriarcalizacion es el mantenimiento del sometimiento de las mujeres, un sometimiento que en las maravillosas comunidades rurales andinas implica que las mujeres no hablen en las reuniones colectivas, que ellas sirvan la comida y no se sienten a la mesa si no apartadas en una esquina y en el piso. La subordinación de las mujeres es una parte constitutiva de las culturas andinas, no es una característica secundaria, la teoría de la complementariedad hombre-mujer, el famoso chacha-warmi es una teoría de complementariedad vertical.

Y mientras escribo estas líneas vuelvo a entender a las cientos y cientos de mujeres jóvenes que naciendo en una comunidad prefieren migrar a las ciudades y trabajar en condiciones de servidumbre, como es el trabajo de las trabajadoras del hogar, que permanecer en la comunidad bajo el yugo masculino y machista de los dueños de la tierra, del cielo y las estrellas.

Plantear la despatriarcalización como la reiteración de los valores machistas de la comunidad no es sólo una impostura teórica, sino que es una traición con sus propias hermanas de cultura.


LAS LESIONES SUFRIDAS POR MARÍA GALINDO



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