Hoy no celebro nada, así le digo a mis amigos e hijos. No puedo celebrar el 8 de marzo, bajo un sistema que oprime, segrega y dispone de los derechos reproductivos de las mujeres. El gobierno de Leonel Fernández Reyna y el Congreso de la República amparados en prácticas autoritarias de carácter patriarcal, eclesiásticas, homofóbicas y de clases dispone de nuestros cuerpos y derechos civiles para congraciarse con los sectores más conservadores a puja de poder controlar todas las instancias institucionales que hemos construidos bajo estándares democráticos.
Las mujeres son el experimento social de su embestida reeleccionista. Tirar por el suelo todos los logros alcanzados por tantas mujeres nos emboca a una perdida histórica que nos sumerge en dos posiciones las que se quedarán aplaudiendo en los banquillos de los partidos, iglesias e instituciones como el Ministerio de Estado de la Mujer.
El Despacho de la Primera Dama, los organismos gubernamentales y no gubernamentales feministas de las liberales y el tan afamado Gabinete Social. Y las que irán a las calles a gritarles a todos y todas que vamos a desobedecerles y a exigir nuestros derechos como seres humanos.
Las mujeres son el experimento social de su embestida reeleccionista. Tirar por el suelo todos los logros alcanzados por tantas mujeres nos emboca a una perdida histórica que nos sumerge en dos posiciones las que se quedarán aplaudiendo en los banquillos de los partidos, iglesias e instituciones como el Ministerio de Estado de la Mujer.
El Despacho de la Primera Dama, los organismos gubernamentales y no gubernamentales feministas de las liberales y el tan afamado Gabinete Social. Y las que irán a las calles a gritarles a todos y todas que vamos a desobedecerles y a exigir nuestros derechos como seres humanos.
La trama sobre nosotras es histórica. Se recrea cada vez que la necesitan los sistemas despóticos y fascistas. Se construyen " las buenas mentalidades" que no irán al purgatorio, sino directo a la Casa Grande terrenal. Esta sociedad solo aplaude a las mujeres que los bisturís han despedazados para ser mostradas en los escaparates de las salas de conversaciones, clubes de clases, o medios comunicacionales comprometidos onerosamente con las autoridades de turno.
Esta es la historia que les cuento, nuestro logro actual es un Ministerio de Estado de la Mujer seriamente comprometido con las fauces del agresor. Y porque no decirlo embrollado con el colonialismo y el imperialismo patriarcal hegemónico. Abrazado con las masculinidades autoritarias que manejan el Estado. No hay que levantar mucho el velo, el Ministerio de la Mujer es un espacio público que las liberales apoyan para lograr impulsar “las demandas de las mujeres burguesas” y desarrollar políticas públicas que desmovilizan las protestas sociales.
La agenda prioritaria de las mujeres contra la discriminación, el cambio social, la desarticulación del patriarcado, entre otros, se paralizó. Muchas mujeres se han “vendido al patriarcado” por ilusiones fantasmagóricas, como la de participar en espacios de concertación con el Estado y otros grupos sociales que se amparan en ONGs, cuyas agendas son para el servilismo y la dependencia estatista y extranjera.
La censura es la zapata de los estamentos tradicionales, tales como la iglesia, el Estado o de las agencias financiadoras. En fin, amordazadas por un sistema político que las convierte en clientes en vez de actoras políticas con voz y en capacidad de accionar para la transformación. Por ello, hacen fiestas y celebran el 8 de marzo, a fin de descodificar nuestros discursos, hacerlos potables y en efecto para que olvidemos nuestro proyecto fundacional, el cual todos y todas sabemos que lo escandaliza, ya que propone la liberación y nos sitúa en la acción, enfrentando los sistemas políticos, culturales y económicos que nos oprimen.
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