La diferencia entre el lugar que ocuparon en la sociedad cubana las mujeres antes de 1959 y el que ocupan hoy es enorme, y se debe en gran medida a la consagración de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) a la superación política, cultural y educacional de las masas femeninas.
En la actualidad, más de cuatro millones de mujeres pertenecen a la Federación, a la que puede ingresarse por decisión propia a partir de los 14 años de edad.
Las mujeres se hacen sentir hoy en cada sector de la vida nacional. Ellas representan el 39,1 por ciento de todos los dirigentes de la nación y el 43,32 por ciento de los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento); ocho son ministras y 46 viceministras; 12 son miembros del Consejo de Estado (40 por ciento) y una es vicepresidenta del país (la Contralora General de la República).
Constituyen el 46,7 por ciento de la fuerza laboral estatal civil; 25,4 por ciento de los trabajadores por cuenta propia; 65,6 por ciento de los técnicos y profesionales, más del 70 por ciento de los técnicos y profesionales de la salud y la educación; 63,8 por ciento de los médicos generales integrales y 51,6 por ciento de los investigadores del sistema de ciencia y tecnología.
En el campo de la salud, la atención a las embarazadas constituye prioridad del Gobierno Revolucionario y es una de las razones por las que Cuba registra un 4,8 por ciento de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos, la más baja en las Américas; el 99,9 por ciento de los partos son institucionales y el 99,5 por ciento de los niños son inmunizados contra 13 enfermedades de manera gratuita.
Al mismo tiempo, son el 65 por ciento de los graduados universitarios y 45,7 por ciento de los de la enseñanza técnico-profesional; 40 por ciento de los matriculados en carreras del campo científico-técnico y 53,4 por ciento del personal docente de la educación superior.
A diferencia de la situación que enfrentan millones de mujeres en el mundo, las cubanas tienen garantizadas sus necesidades básicas para vivir de manera digna. No están forzadas a sufrir el desgaste de la alienación capitalista, que casi siempre conduce a las drogas, la prostitución y la humillación, pues la Constitución nacional prohíbe cualquier tipo de discriminación, ya sea por sexo, religión o raza. Tampoco se les excluye por la posición laboral que ocupen, pues el Estado garantiza los derechos humanos básicos para que cualquier ciudadana o ciudadano tenga a su disposición, de manera gratuita, o subsidiada, la educación, la salud, la asistencia social, la alimentación.
Por todo eso no es difícil encontrarse con extranjeras de visita en Cuba asombradas y admiradas de que la mujer cubana disfrute de derechos que para ellas constituyen apenas una quimera y un motivo de lucha.
Todo ese desarrollo personal, económico y social, valga significar, ha sido conquistado a pesar de los obstáculos impuestos hace casi cinco décadas por el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra la Isla.
Son visibles los logros de la organización femenina (que el pasado 23 de agosto cumplió 50 años de creada), durante todo ese tiempo, en su empeño de situar a la población femenina en el lugar que ganó por derecho propio, teniendo en cuenta su importante rol patriótico y revolucionario, desde las guerras independentistas en la Isla.
Hoy, como siempre que se habla de la Federación, se recuerda con respeto y admiración a quien fuera su presidenta desde su surgimiento, la heroína de la última etapa de lucha por la liberación nacional, combatiente en el llano y en la Sierra Maestra, Vilma Espín, ejemplo de valor, sacrificio, ternura y solidaridad humana.
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