Tres mujeres, dos cubanas y una mexicana, escribieron una nueva página en el libro de la ciencia latinoamericana al recibir premios internacionales en sus respectivas especialidades, los cuales reconocen su labor como investigadoras jóvenes.
Ellas son las doctoras Aimé Peláiz y Aramis Rivera, de la Universidad de La Habana, y Myriam Adela Amezcua, del Instituto Mexicano del Petróleo.
¿Sus méritos? Años de trabajo en temas como materiales ferroeléctricos, en el caso de Peláiz, mientras su compatriota se dedica al estudio, con fines médicos, de la zeolita natural de Cuba. A Myriam la ocupa la remediación de suelos contaminados por hidrocarburos.
Cada una recibió el premio otorgado por la Organización del Tercer Mundo para Mujeres en la Ciencia (OTMMC) en las especialidades de Física-Matemática, Química y Biología, en ese orden, durante dos importantes reuniones en esta capital.
El vicepresidente de China, Xi Jinping, les entregó el galardón en ceremonia realizada en el Gran Palacio del Pueblo.
Una necesaria labor
La iniciativa se inscribe en los esfuerzos por reconocer y estimular el aporte de la mujer a la ciencia, en la lucha por avanzar en el camino de la igualdad de género, un empeño mucho más difícil en el mundo subdesarrollado.
Esta primera convocatoria extendió sus reconocimientos a igual número de científicas jóvenes de Africa, (dos de Nigeria y una de Suráfrica), Asia (China, India y Turquía) y países árabes (Egipto, Iraq y Yemen), todas seleccionadas entre 90 candidatas.
Bienvenido este proyecto, respaldado por la Academia de Ciencias del Tercer Mundo y la Fundación Elsevier, por su contribución a crear conciencia sobre la necesidad de que todas las naciones formen y garanticen empleo a cientos de mujeres como las 12 distinguidas en la capital china.
Es innegable que la labor de esas científicas ayudará a resolver problemas de sus sociedades, como la creciente pobreza, de predominante rostro femenino.
Cabe recordar que la OTMMC, fundada en 1989, es el primer foro internacional que agrupa a investigadoras del Sur, con vista a fortalecer su papel en el proceso de desarrollo y promover su representación en el liderazgo tecnológico y científico.
Su misión es necesaria, sobre todo cuando en muchos países- no solo los africanos- las semillas del saber están por sembrarse.
De esos temas se habló en la IV Asamblea General de la mencionada organización y la Conferencia Internacional ¿Mujeres Científicas en un Mundo de Cambios¿.
La ministra surafricana del sector, Naledi Pandor, describió una situación común en la mayoría de las naciones, incluso muchas desarrolladas: la mujer no está representada debidamente en el campo de la ciencia y tecnología.
Válido es, entonces, el reconocimiento y estimulo a quienes, con profundo silencio y en medios diversos, demuestran con su labor que ellas también pueden contribuir a solucionar problemas y enfrentar desafíos que afectan a todos.
Cierto: sólo 12 recibieron ahora el citado premio, pero los más de 700 colegas participantes en estas reuniones sintieron la misma alegría. Y cada una regresó a casa con un nuevo logro en su vida de mujer dedicada a la ciencia.
mgf/lam
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