martes, marzo 23, 2010

Justicia para Natalia Gaitán...

Crimen lesbofóbico en Córdoba
EnRedando.org
La sociedad cordobesa, en especial quienes vienen agitando las banderas de la no discrimianción por orientación sexual e identidad de género, se vieron sacudidas a comienzos de la semanada pasada por el crimen de Natalia Gaitán, prepetrado por el padrastro de su novia. Mientras se investiga el caso distintas agrupaciones acompañan a la madre, Graciela Vázquez en su reclamo de justicia por la muerte de su hija, y un deseo singular: el de instalar entre las causales por homicidio el de la discriminación por género.

La madrugada del 7 de marzo se tiñó de luto cuando Natalia Gaitán de 27 años, moría luego de recibir una perdigonada que le disparó el padrastro de su novia. Graciela, la mamá de Natalia, repitió a los medios que la entrevistaron: “la mató como a un perro”. El crimen pasó a ser considerado, desde que tomó estado público en Córdoba y el país, como un asesinato lesbofóbico, caracterizado por la alevosía con la que el agresor disparó desde una corta distancia hacia la víctima, quien tenía desde hacía un año una relación amorosa con la hija de su mujer.

Natalia y su novia, de quien no se conoce el nombre verdadero para preservar su intimidad porque aún es menor de edad, habían comenzado a convivir, y esa situación no fue tolerada por el padrastro de la más joven, quien había ido a buscarla hasta la casa que compartían para que volviera a la casa de su madre. Una amiga de Natalia fue hasta la casa de los padres de su novia, a una pocas cuadras en el barrio Parque Liceo, de la ciudad de Córdoba. Allí entabló una fuerte discusión con la mamá de la joven. La demora preocupó a Natalia quien se acercó hasta la casa para buscar a su amiga. La discusión ahora la involucró también a ella, y el padrastro de su novia, entró en la casa, buscó el arma, y cuando salió al patio le disparó desde una muy corta distancia en el hombro izquierdo.
El impacto la dejó tirada en el suelo, y así la encontró su madre cuando llegó hasta el lugar alertada por vecinos. Graciela intentó en vano que un móvil policial trasladara a su hija herida gravemente y con mucha pérdida de sangre hasta el hospital más cercano. Hubo que esperar una hora la ambulancia pública. Ya en el establecimiento médico, fue intervenida quirúrgicamente, aunque no recibió el diagnóstico con la tecnología que la gravedad del caso requería, análisis de las arterias comprometidas en la herida por ejemplo, esos aparatos estaban rotos en el hospital. Algunas horas más tarde Natalia no resistió más y falleció. Las injusticias continuaron, haciendo más traumática la situación de su familia, porque no pudieron retirar su cuerpo hasta más de un día después, en avanzado estado de descomposición, a causa de que la morgue tenía el aire acondicionado y las heladeras rotas.

Graciela Vázquez no deja de señalar cada detalle que hace de la muerte de su hija un crimen simbólico: Natalia era lesbiana, pobre, y además buena gente, solidaria. Había sufrido la discriminación que la sociedad suele imponer a quienes no sienten ni desean como las normas lo permiten. Por eso no quiere sólo llorar su muerte o aguardar a que la justicia condene al asesino, Daniel Torres, el padrastro de la novia de su hija. Quiere que este crimen sea considerado por la justicia como un crimen por discriminación de género, para que se visibilice en nuestro sistema judicial, lo que su hija sufrió en vida e incluso luego de fallecer, cuando se hizo la autopsia para determinar la verdadera causa de la muerte, y detectar si antes del deceso Natalia había estado afectada por alguna droga, alcohol, o si alguna otra causa había provocado su muerte más allá del impacto de la escopeta con que Torres la fusiló.
Graciela habla como militante social, pero también como madre que supo acompañar a su hija, que supo darle contención cuando lo necesitó, cuando intentó suicidarse y la mandaron a un psiquiatra. “Natalia tuvo el acompañamiento de sus padres, mientras vivió mi marido, y luego el mío cuando quedé viuda.” Su deseo es que los padres de chicos y chicas lesbianas y homosexuales comprendan a sus hijos, los acompañen, porque sabe que la sociedad los discrimina. Natalia, o Pepa, como la conocían en el barrio, era muy querida y respetada por ser tan solidaria. Incluso el mismo agresor, cuando necesitó trabajar recibió la ayuda de Graciela, quien tiene un comedor solidario en el barrio, y fue allí donde se conocieron Natalia y su pareja.
El crimen de Natalia no sólo movilizó a las agrupaciones de la diversidad de la ciudad de Córdoba. También a nivel nacional desde distintas agrupaciones de lesbianas se han hecho eco y se inició una recolección de firmas para pedir por justicia y para visibilizar lo sufrido por Natalia, un ejemplo más de las discriminaciones de las que las lesbianas pobres y marginadas son objeto en nuestro país.
El jueves 18 de marzo por la tarde será la primera marcha por el barrio Liceo en la ciudad de Córdoba. Marcharán con la consigna: “Basta de violencia contra lesbianas, gays y travestis. Justicia por Natalia” Es de esperar que en otras ciudades de Argentina se acompañe esta acción el mismo día y a la misma hora. El blog http://www.bastadelesbofobia.blogspot.com/ publica el pronunciamiento “Fusilada por lesbiana” y junta firmas en la casilla de correo: tanmalacomobuena@gmail.com

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