Las mujeres, en particular las feministas, nos la pasamos hablando para los otros. A ellos les enseñamos el mundo con nuestros cantos de cuna, entre rezos y plegarias les traiemos a los dioses y a los ángeles para que los protegan, les decimos cómo son y nuestra imagen empequeñecida por la histpria les devuelve como espejo concavo la suya, a cual más bella y poderosa. En pocas ocasiones, todavía, hablamos no sólo con nosotras sino para nosotras.
Salimos de las alcobas y de las cocinas con nuestra sabiduría de crianza, de tizanas y de ungüentos, para mirar afuera, para mirar a los otros y querer estar en el convivio. No fue sencillo, no había lugar para nosotras. Entonces, nos decidimos a cambiar la vida.
Hace años empezamos a decir no y nuestra voz ha sonado muy alto y seguirá sonando y cada una habrá de recorrer su propio camino y aprenderá a decir no. En palabras de Franca Bassaglia, ese no a la sujeción es el primer sí hacia nosotras. De ese no y de ese sí quiero hablarles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario