Estudio con 200 pacientes muestra diferencias en la corteza insular del cerebro, área que además se relaciona con la depresión. Esto abre camino para crear drogas contra el trastorno.
Entender los mecanismos que desencadenan la percepción perturbada de la imagen corporal y la rígida restricción de alimentos, características de la anorexia nerviosa, ha sido tarea no sólo de la sicología. En los últimos años la neurociencia ha concentrado sus estudios en dilucidar los factores cerebrales relacionados con esta enfermedad que afecta entre el 3% y 10% de las jóvenes en Chile, según cifras del Ministerio de Salud.
Una nueva investigación realizada por especialistas del Hospital Great Ormond Street en Londres (Inglaterra), y que será dada a conocer mañana en la Novena Conferencia Internacional de Desórdenes Alimenticios, revela que una deficiencia en el área del cerebro conocida como corteza insular o ínsula vuelve más vulnerable a las mujeres que presentan esa alteración a desarrollar anorexia.
INFLUENCIA BIOLOGICA
El equipo de expertos liderados por Ian Frampton, sicólogo infantil del Hospital Great Ormond Street, evaluó a más de 200 mujeres entre 12 y 25 años en Inglaterra, Estados Unidos y Noruega, que se trataban por esta enfermedad en centros privados.
El 70% de las mujeres estudiadas presentaba un daño en sus neurotransmisores, encargados de mantener la comunicación de las células cerebrales, y alteraciones en corteza insular del cerebro, área involucrada, además, con trastornos como la dislexia y la depresión. "Esta estructura crucial que permite la adaptación del organismo al ambiente externo", dice Frampton.
Según los expertos, la identificación de esta alteración abre el camino para desarrollar las primeras drogas, las que operarían de forma similar a los antidepresivos: "Nuestra investigación muestra que una falla en el desarrollo cerebral de algunas niñas las hace vulnerables a la enfermedad y en un grado mayor que factores de riesgo conocidos para la anorexia, como las imágenes en medios de comunicación de mujeres muy delgadas".
ALTERACION CEREBRAL
La estructura cerebral responsable de la anorexia nerviosa, según el estudio, es la corteza ínsula. Ubicada en las profundidades de la superficie lateral del cerebro, entre los dos lóbulos, tiene un volumen de 20 ml.
Esta zona, explica Fernando Torrealba, neurobiólogo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UC, tiene un complejo conjunto de conexiones de distintas estructuras cerebrales, de ambos hemisferios, relevantes en las emociones y en la percepción del propio cuerpo.
"Es una corteza sensorial, que sirve para detectar las necesidades del cuerpo y percibir las emociones. Por ejemplo, detecta la baja de temperatura e indica a las otras partes más complejas del cuerpo que se abriguen", explica Torrealba. En el caso de la anorexia, determina que una persona sienta hambre, pero debido a la alteración la persona no come lo que realmente necesita para quedar satisfecho.
Además, integra las conexiones relevantes relacionadas con rasgos de la anorexia, como la imagen distorsionada del cuerpo, la baja autoestima, ansiedad y obsesión. "Hay pacientes que al haber tenido daños extensos en la ínsula desconocen partes de su cuerpo", dice Torrealba. Esto se relacionaría con la anorexia nerviosa, enfermedad caracterizada porque quienes la sufren no se consideran enfermos.
NUEVOS TRATAMIENTOS
El hallazgo permitirá nuevos tratamientos destinados a revertir la anorexia nerviosa, sugiere Ian Frampton, sicólogo infantil a cargo del estudio. Como por ejemplo, utilizar terapias sicológicas que hoy se están usando para tratar desórdenes del ánimo o de la personalidad. Estas terapias cognitivas podrían estimular las áreas que están dañadas (como la ínsula) y reparar su funcionamiento, agrega Frampton.
El estudio, además, abre nuevas posibilidades de tratamiento, como el uso de drogas específicas que podrían ayudar en la evolución positiva de la enfermedad, explica Pascuala Urrejola, pediatra experta en trastornos alimentarios de la UC. Se trata de una terapia similar al que se usa en depresiones.
El tratamiento de la enfermedad, recalca Urrejola, se compone de dos piezas clave: la parte nutricional, para recuperar el peso, y el tratamiento siquiátrico. "El éxito se obtiene cuando se involucra a la familia, ya que las pacientes se niegan al tratamiento, porque no se sienten enfermas", indica la experta de la UC.
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