El concepto género es patrimonio de las ciencias sociales como categoría de análisis; y su construcción teórica es parte de un proceso social y académico distante a los Andes. Sin embargo reconocemos su importancia, la misma que radica en la capacidad de analizar las relaciones entre hombres y mujeres indígenas en la sociedad actual.
Bajo este marco el género nos es útil, porque nos permite señalar el conjunto de características diferenciadas que la cultura Tawantinsuyana (hoy Andina) y la cultura Occidental , cuales son las características que estas culturas asigna a mujeres y a hombres, pues define la existencia de las personas al asignar conductas, formas de actuar y pensar que dan sentido a la vida. No es biológico, sin una construcción cultural de la sexualidad (sexo social), que también puede ser definida en función del tiempo. Irene Silverblat (1987) sostiene: “Los sistemas de género legitiman lo que significa ser el varón o la mujer, y estamos conscientes ahora de que las ideologías de género sobrepasan las identidades macho y hembra y se extienden a todos los aspectos de la vida social; llegan a imbuir todas las experiencias humanas, extendiéndose hasta nuestra percepción del mundo natural, del orden social y de las estructuras de prestigio y poder”.
Por ello Género es conjunto de fenómenos determinantes de la vida social, colectiva e individual, adquiridos en el proceso de la crianza; se trata de características socialmente construidas que definen y relacionan los ámbitos del ser y del quehacer femenino y masculino dentro de la comunidad. Es posible concebirlo como una red de símbolos culturales, conceptos normativos, patrones institucionales y elementos de identidad subjetiva que a través de un proceso de construcción social, diferencia los sexos y al mismo tiempo los articula dentro de relaciones de poder sobre el acceso a los recursos, que permite delimitar espacios de poder y de subordinación.
Nos permite ver esta diferencia Javier Lajo en “Qhapaq ñan, la Ruta de la sabiduría Inka”. Dice: “la cultura occidental asume como abstracción global del origen de todo la UNIDAD. Pero en la concepción de lo real, de lo concreto, se trata de la concepción o cosmovisión de un cosmos impar en donde la estructura cosmogónica o complejidad se dá por emanación, enajenación, alineación o clonación de la unidad”. Desde esa visión lo diferente es invalidado con guerra eterna contra lo diferente, enajenando todo lo que se cruce en el camino, no necesita cotejarse o consultar a nadie, no interesa el medio o el método, sólo interesa su verdad e imponerla como sea a cualquier precio, su voluntad como poder absoluto es el reflejo de ese macrocosmos unitario, impar. En cambio la cosmovisión indígena andina establece que “el origen de todo es la PARIDAD como el principio de todo, compuesto por dos elementos diferentes, dos esencias que son complementarias y proporcionales componen dos cosmos paralelos pero combinados en donde la unidad no existe en tanto que tiene un correlato o contraparte que lo equipara y lo desequipara según el momento de que se trate, pues el tiempo tiene dos momentos y oscila en dos sentidos” a lo que se da la unión de los opuestos complementarios, de allí que una condición básica de la conciencia de la identidad humana es de que uno solo puede conocerse solo en relación con los otros.
Por ello la concepción occidental enajena a la hembra, la señala como una copia imperfecta del varón inventando con esto el sistema Patriarcal.
La concepción Andina Indígena señala lo masculino y femenino, es la manera de hacerse y ser; y da como resultado la Paridad Cósmica clave de la vincularidad como relación obligatoria entre ellos y el cosmos por ello todo esta separado en paridad que se completan.
El tema de género en las culturas andinas está reflejado en la configuración y el ordenamiento espacial que planteamos líneas arriba. Podría decirse que el espacio es el espejo en el que la sociedad se refleja. Para Quechuas y Aymaras, en los Andes se reconoce a través de una lectura que atribuye a los cerros (montañas) y todas lo que existe una condición de género: unos son urqu (macho) y otros qachu (hembra), algunos también son señor y señora; especialmente las montañas son personas, antepasados míticos de ayllus y markas, fuente de conocimiento a donde acuden constantemente los sabios yatiri o lugares de donde emana saberes y conocimientos.
En la cultura andina ancestral "ni hombre ni mujer, adquieren el status de persona adulta y plena socialmente, si es que no ha sido reunido por la sociedad con su pareja, completando la unidad de la persona social Kgari en Runa Simi(lengua del humano) Kgari -warmi(hombre-Mujer) es decir que se proyecta al universo simbólico y organizativo más amplio, reflejado en el dualismo en la organización de los ayllus según mitades complementarias y jerarquizadas (arriba-abajo; alasaya-manqhasaya; aransaya-urinsaya) asociado con lo masculino y femenino. No es primero el hombre, tampoco es primero la mujer son los dos al mismo tiempo, es la pareja la base fundamental en la cultura andina, porque la reciprocidad, dualidad y complementariedad constituyen un principio fundamental en la cosmovisión paritaria andina. Esta complementariedad en el mundo andino tiene su fundación en el mundo mítico de las deidades espirituales, por ejemplo como TaytaInti (Padre sol) y MamaKilla(Mamaluna), deidades masculinas y deidades femeninas; Mamakilla es particularmente importante por la significación y simbolismo que tienen al establecer el rol económico de la mujer.
Esta relación intrínseca de pareja se materializa en el proceso social en “Taqikunas panipuniw akapachanxa” (en este mundo todo es par) pues sólo son jaqi-persona-/Kgari (hombre -warmi Mujer), cuando ya se han casado y tienen su propio terreno agrícola o “chacra”, la que es entendida “no sólo como el espacio agrícola, sino como el escenario de la crianza y del florecimiento de todas las formas de vida” (Grimaldo Rengifo Vasquez). Para merecer tener voz y voto en la comunidad tiene que ser pareja; lo mismo para ser autoridad, la pareja de esposos conforma jaqi/runa, Kgari warmi,(hombre-mujer) es la unidad social y colectiva, así, la identidad de género sólo es comprensible a través de los status y roles que un individuo, hombre o mujer, adquiere durante el proceso de la crianza que luego se completa con el matrimonio. Son sujetos activos de la sociedad en tanto son Kgari /warmi y son capaces de cualquier reto. Su fuerza y vigor necesariamente deben expresarse a través del matrimonio; entonces, esa energía irá en beneficio de la sociedad.
Jaqicha,(matrimonio) otorga identidad, sexo socialmente reconocido, que se expresa como pertenencia. Así, una mujer u hombre nombra a su cónyuge nayankiri, el que es mío/la que es mía. Como sujeto, ego, él/ella, es el/la que me pertenece, pues no se dice jamás nayax jupankiri (yo de él/ella), ni siquiera existe en el vocabulario. Es el ego que otorga identidad de género a la pareja, de manera indistinta si es hombre o mujer. Jaqicha, asimismo, connota humanización, cultura. El matrimonio tiene la facultad de transformar en “lo más cercano a la noción occidental de persona parece ser la pareja estable, socialmente reconocida”según Alejandro Ortiz Rescaniere. Es decir, es gente, es individuo, que siendo parte de la tama (comunidad, sociedad) cumple con normas establecidas de convivencia.
La percepción del universo andino y su sociedad está compuesta por entidades complementarias pero a la vez opuestas: masculino, femenino; alto, bajo; lo maduro y lo joven; lo moderno y lo antiguo; lo viejo y lo nuevo; lo duro y lo suave, todo tiene sexo definido y actúa en su condición de carácter sexual. Entre los pares hay equivalencias: masculino y femenino; cada uno tiene sus propias cualidades, se complementan pero a la vez se oponen con su par; hay contemplación hay relaciones ricas; en la cultura occidental compiten y buscan asegurar la superioridad del macho frente a lo femenino. “La dinámica de la sociedad andina está basada en la competencia entre pares que se perciben como complementarios, pero desiguales” (Alejandro Ortiz, 2001:117).
Kgari es identidad de género de hombre casado, así también Warmi es de mujer casada; no se nombra warmi a una niña o a muchacha joven, como tampoco Kgari a un varón soltero. Los atributos de Kgari y Warmi están ligados a la función de reproducción biológica de la especie y al rol social del ayllu. Al mismo tiempo de ser padres y madres biológicas asumen también la función de padres sociales: awki-tayka (padre y madre) autoridades paritaria: mallku-talla.
Actualmente en las comunidades andinas indígenas los mallkus asumen tomas de decisiones, la responsabilidad, muchas veces sin tallas ellos sostienen que no pueden asistir como autoridad paritaria a la reunión comunitaria, pues si los dos asisten al evento quien se queda al cuidado de los asuntos y responsabilidades familiares, por ello la talla (autoridad mujer) es la que asume este trabajo mientras el marido asiste como Mallku, antes no existían esos problemas por cuanto “era la comunidad quién asumía el trabajo de las tierras de las autoridades, ahora ya no es así”, es el marido quien se ve obligado a cumplir con la comunidad, en tanto que las esposas, mama t’allas, únicamente asumen el rol de la representación ritual, o cuando se hace necesario la representación en su calidad de complementación, hoy esta situación es una falta de equidad ocasionado por el sistema y en el caso de que tenga que trasladarse bastante lejos como autoridades también ira solo uno de los dos por falta de dinero para los dos y generalmente es el marido o Mallku.
Por esta experiencia sabemos que sólo cuando el ejercicio del poder es paritario podemos decir que hay igualdad de condiciones; suelo amplio para el desarrollo en armonía de los géneros. Actualmente tenemos encima todo un sistema reacio al cambio y aun mas a aceptar esta particular forma de vida armónica con nuestros pares que nos permitiría, planear, plantear muchas cosas entre ellas la sinergia intergeneracional entre mujeres y sus pares.
El desarrollo de la civilización andina Tawantinsuyana se caracterizo por su notable éxito en el manejo del espacio, desde una relación particular con la Pacha (espacio –tiempo) la cual se manifiesta cosmogónicamente/ espiritualmente a través del culto a la Pachamama (mama: generadora de vida). Es en el Tawantinsuyu (Confederación de Pueblos Incas, hoy territorio Suramericano) un modelo de civilización y de organización, multiétnica y plurilingüe que tuvo como base de desarrollo a los ayllus (Ayllu unidad comunitaria compuesta por varias familias entre si) y como base de desarrollo y política de Estado, el trabajo comunitario de hombres y mujeres en igualdad de condiciones o Ayni; que es la reciprocidad entre miembros del Ayllu y/o comunidad; con la finalidad de generar el y por el bien común. El Ayni fue practicado entre familias, comunidades, pueblos, para luego pasar a niveles regionales o suyos (región).Todo en el mundo andino es AYNI y este igual a reciprocidad. Para el hombre andino, el Cosmos / naturaleza siempre funcionó y siempre funcionará basado en el Ayni. Este modelo todavía se practica en algunas comunidades indígenas. Un ejemplo de ello: la tierra alimenta a las plantas, las cuales a su vez generan oxígeno el cual sostiene la vida de animales, hombres, mujeres los cuales también cumplen funciones especificas haciendo que se cumpla una armonía total. Para el mundo andino todo elemento de la naturaleza DA y RECIBE para contribuir a un bien común, LA VIDA en armonía. El resultado fue el autosostenimiento económico en todos los rincones del Tawantinsuyo (Tawa = cuatro /Suyu =Region) con provisiones que garantizaban el bienestar y alta nutrición de cada uno de sus habitantes.
Esta adaptación humana fue trastocada de manera violenta por la colonización europea, cuya visión fue la apropiación y despoblamiento de los pueblos indígenas. El sumac Kausay o buen vivir: bienestar social, económico y político; dejó de ser parte de la filosofía estatal del Tawantinsuyu con esta irrupción, pasando ha convertirse en un pensamiento de resistencia indígena; y, es así como la inequidad impuesta a nuestros ancestros y ancestras tomó carácter de legalidad y legitimidad hasta hoy, traducido
en particulares formas de exclusión, subordinación e invisibilidad colectiva, principalmente de la mujer indígena.
El colonialismo occidental impuso en nuestras naciones originarias una serie de códigos y costumbres por la fuerza las cuales se practican a la fecha como si fueran propias, para algunos “costumbres tradicionales” y son violentas, opresivas; costumbres impuestas a sangre y fuego por el colonialismo opresor dirigidas especialmente en contra de las mujeres indígenas, las cuales han sido aprendidas/asumidas por nuestros hombres y la comunidad porque los privilegia como genero en desmendro del genero femenino en el transcurso del tiempo a través del aculturamiento y se continua a través de sus múltiples expresiones culturales discriminativas y ofensivas a las mujeres indígenas no dando le la oportunidad de expresarse inclusive en las asambleas comunales y otros aspectos por ejemplo un hombre come mas no porque trabaje mas sino por ser hombre, solo por eso.
La globalización expresa su mayor impacto en la vida de los pueblos indígenas especialmente en la mujeres y los niños en Latinoamérica a través de la feminización de la pobreza, lo que significa un trato cruel y desastroso para la vida de las mujeres indígenas y no indígenas en pobreza económica, se aúna a esto la misoginia dirigido a las mujeres indígenas especialmente, un ejemplo de ello son los crímenes de Ciudad Juárez en México, Guatemala, Canadá; cuyas victimas son mujeres indígenas. Traducido en odio a las mujeres y al querer destruirlas, desaparecerlas.
Se profundiza el problema de desigualdad que sentimos las mujeres indígenas cuando vemos el despojo sistemático de nuestras tierras, territorios y recursos naturales, lo cual ocasiona la destrucción de nuestra comunidades indígenas que son la base material de nuestra identidad; los estados nacionales implementan nuevas políticas y leyes del régimen agrario constitucional y provocan en la práctica graves danos a las tierras, territorios y recursos naturales de las Comunidades Indígenas y dejan de ser inalienables, inembargables e imprescriptibles, violando con ello Instrumentos internacionales, aceptados y aprobados por los gobiernos de los estados partes (Convenio 169 de OIT) .
Continua el exterminio cultural y educativo de los pueblos indígenas que es provocado por la persistencia crónica de un solo sistema educativo nacional, que esta sellado por una inercia histórica homogeneizante que nos conduce a todos a la castellanización en el idioma y a la occidentalización en la cultura pues la educación indígena es sometida a clandestinidad forzada y con ello las mujeres indígenas y sus pueblos van perdiendo su cultura. La falta de reconocimiento legal y carencia de los espacios jurídicos y políticos para las instituciones indígenas por parte de los estados nacionales las legislaciones favorecen totalmente a las sociedades no-indígenas en detrimento de las sociedades indígenas de ahí que se profundiza el aprovechamiento, abuso y usurpación de los bienes materiales y culturales de los pueblos indígenas y con la consecuente invisibilizacion de la vida indígena.
No es posible entender los movimientos políticos amplios si no consideramos las dinámicas locales por las que están pasando las mujeres indígenas. Con la extracción de los hidrocarburos, petróleo, minería de la década de los setenta, la escasez de tierras cultivables, influye a que muchos hombres indígenas migren a las zonas mineras, petroleras, etc, dejando a sus mujeres al frente de la economía familiar. Estos procesos de monetarización de la economía indígena han sido analizados como factores que le restaron poder a las mujeres al interior de la familia, al influir en su trabajo doméstico cada vez fuera y menos indispensable para la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin embargo, para muchas mujeres se trató de un proceso contradictorio, pues a la vez que se reestructuró su posición al interior de la unidad doméstica, al incorporarse al comercio informal entraron en contacto con otras mujeres indígenas y se iniciaron procesos organizativos a través de comedores populares, vaso de leche para los niños, club de madres, cooperativas, organizaciones de lucha para lo sobre vivencia familiar indígena que con el tiempo se convirtieron en espacios de reflexión colectiva.
La migración de las parejas maridos y/o compañeros y propia es siempre un problema pero las mujeres indígenas han sacado experiencias positivas de esta desgracia , transformándolas en experiencias organizativas, y han influido en cierto modo en la manera en que los hombres y las mujeres indígenas han reestructurado sus relaciones al interior de la unidad doméstica y han replanteado sus estrategias de lucha aunque en muchos casos, algunos grupos partidarios, gobiernos de turno han capitalizado políticamente los votos de las mujeres indígenas para lograr “aceptación o popularidad” en base a chantaje, el hambre, la miseria, la pobreza extrema (Perú, Argentina, etc.) es decir se nos usa como ciudadanas de relleno.
La Iglesia Católica y otras han jugado un papel preponderante; en algunos haciendo promoción de espacios de reflexión, y en otros de asimilación al sistema dominante y adormecimiento de conciencias como como ser social y adormecimiento de las demandas como pueblos y movimientos indígenas en el trabajo por la liberación de un sistema completamente oportunista y explotador de lo indígena en que se han convertido los estados nacionales a través de los gobiernos de turno .
El liderazgo de la mujer en los distintos espacios, se da viviendo todos los días ante la presión y desigualdad sistémica hacia nuestros pueblos, hacia nuestra cultura y ha nosotras mismas como mujeres, y nos hace ver del porque ésta invisibilizacion de los estados nacionales. Este despertar es una muestra de la recuperación de la autoestima, pasando de la demanda a la propuesta, del ejercicio de la ritualidad a la política, ese trabajo de las mujeres indígenas viene surgiendo. Contribuye también con el proceso de reflexión y concientisacion las diferentes acciones autogestionarias de las propias mujeres indígenas a favor de la auto promoción a través de cursos, talleres y acerca de las desigualdades sociales y racismo de la sociedad dominante, pero todavía falta mucho mas porque no es un proceso homogéneo. Es así que poco a poco las mujeres indígenas empiezan a cuestionar las desigualdades de género que se vivencia al interior de sus propias casas, comunidades, pero principalmente las desigualdades que asumen los estados nacionales. En los años 70 para adelante las mujeres indígenas empobrecidas económicamente vienen formando organizaciones de sobrevivencia, este es un vehículo que sirve para comprender su posición . En 1994, escuchamos a mujeres activistas indígenas en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en igualdad con su pares levantan la voz en espacios públicos y desde la clandestinidad de la lucha indígena para apoyar las demandas como parte de sus pueblos, representando los intereses de sus comunidades, para exigir el respeto a sus derechos específicos como mujeres. Esto es realmente alentador y marca el inicio de las voces de las hijas de la tierra en el continente latinoamericano para protestar la exclusión sistémica de los estados nacionales y por el reconocimiento de los derechos de los pueblos y como mujeres indígenas. Hoy con gran alegría vemos presencia de mujeres indígenas en espacios democráticos de participación política de algunos congresos en los estados nacionales de: Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia, Guatemala, etc.
Al reconocemos como movimiento social de mujeres indígenas nos permitimos ver las relaciones jerárquicas entre los sexos en multitud de ámbitos, que opera transformando la sensibilidad social ante determinados fenómenos y los conceptúa en problemas de desigualdad, al conceptuarlos los politiza exigiendo demandas y soluciones políticas ya que la falta de inclusión sistémica requiere igualar las condiciones entre los géneros. Es así que el feminismo es el espacio de libertad y de dignidad como mujer, es asumir su honor de mujer independientemente del honor del varón. Interrumpe la dinámica del patriarcado en sus diferentes expresiones una de ellas es separar a las mujeres de ellas mismas y hacer que se odien entre las mismas, posibilitando sea mas difícil que colaboren entre si, lo cual es contrario a nuestra cosmovisión paritaria.
Las mujeres indígenas en sus organizaciones de supervivencia y resistencia empiezan ha trabajar la agenda, para denunciar la opresión económica, extracción exagerada de recurso naturales, propiedad intelectual, apropiación de las tierras y territorios indígenas, judicializacion, criminalizacion de los lideres y liderezas, guerra, racismo, discriminación y exclusión como culturas, pueblos y como mujeres; frente a todo esto marca la falta de voluntad política de los gobiernos nacionales para insertar a nuestros pueblos indios en los planes y proyectos de los estados nacionales, falta de voluntad política para lograr la resolución de conflictos mediante el dialogo y llaman a los movimientos indígenas con epíteto “fundamentalistas” por el solo hecho de reclamar inclusión, transparencia gubernamental, justicia social y respeto.
De otro lado las mujeres indígenas al interior de sus organizaciones y comunidades trabajan por cambiar aquellos elementos de la "tradición" sembrada e impuestas por ese colonialismo patriarcal occidental que nos ha excluido e invisibilizado y sigue oprimiendo nuestras vidas como mujeres y pueblos.
El trabajo es lento, las dificultades son muchas, no hay recursos logísticos y persiste la extinción histórica de nuestros pueblos indígenas traducido en niveles de vida por debajo de lo vital, la pobreza extrema que soportan las mujeres y su familia indígena es una pandemia. Se incrementa la migración interna y masiva del campo a la ciudad, a las que en algunos casos los gobiernos le han puesto el nombre de familias “desplazadas” claro esa palabra para nosotras es un disfraz. El deterioro crónico de la fuerza de trabajo comunal, las altas tasas de mortalidad infantil y morbilidad en general. Todo esto se suma a los planes y campañas de esterilización forzada y reducción de la natalidad de nuestras poblaciones indígenas, que ha sido objeto de denuncias (PERU, GUATEMALA).
Este es el contexto económico y cultural en el que las mujeres indígenas en los Andes construyen sus vidas y es allí, desde esa realidad donde vamos construyendo nuestras identidades de género, y es el compás que marca las formas específicas de nuestras luchas, y concepciones sobre la "dignidad de la mujer" y las maneras de plantear alianzas políticas entre nuestros pares. Es también la lucha por recuperar nuestra cultura de igualdad de condiciones ancestralmente vivenciada en nuestros pueblos y comunidades.
Las identidades étnicas, y de género, han determinado nuestras estrategias de lucha como mujeres indígenas y hemos optado por incorporarnos a las luchas más amplias de nuestros pueblos y sus movimientos, pero a la vez hemos creado espacios específicos de reflexión sobre nuestras propias experiencias de exclusión e invisibilización como mujeres y como indígenas. Nosotras sabemos que un Pueblo con identidad es un pueblo que toma las riendas de su destino pues gana autoestima se reafirma. También reconocemos nuestros miedos y silencios forzados con muerte y dolor, vamos rompiendo poco a poco; a fuego lento, sabemos que es un proceso que nos corresponde pasar y es por ello, que reconocemos que la necesidad de la creación de espacios de reflexión como estos. A las andinas el trabajo de organización por la sobrevivencia nos ha permitido hacer visibles nuestras demandas a nivel de nuestra propia vida en nuestras casas, comunidades, en nuestras organizaciones y como integrante de nuestras Naciones indígenas, por lo menos en la CONAIP (Confederación de nacionalidades indígenas de Perú), reconocemos que no es posible entender la fuerza actual de los movimientos indígenas sin considerar la participación de las mujeres y sus experiencias diversas en las luchas indígenas y campesinas.
Es los años setenta y ochenta se empieza a cuestionar el discurso oficial Nación homogénea negando la plurinacionalidad real que existe en nuestros países, el discurso indígena plantea demandas de tierra, demandas culturales y políticas, posteriormente en los 90 la lucha por la autonomía, autodeterminación y lucha por la sobrevivencia de nuestros pueblos indígenas aquí se suceden cambios importantes en la economía doméstica con espacios de reflexión colectiva a los que se incorporan las mujeres indígenas. A la par que venimos reconociendo nuestros problemas como pueblos también venimos reconociendo nuestros problemas como genero y emplazándolos lentamente empezamos cuestionar al estado la invisibilizacion en que nos tiene postrados como pueblos desde las llamadas independencias .
Pese a todo esta participación activa, acompañamiento de mujeres indígenas no aparecemos en los trabajos de sistematización allí solo se habla de los lideres hombres pero no de las mujeres liderezas no se mencionan cual es la participación de las mujeres en esta serie de activismos, siempre hemos sido las encargadas de la logística de marchas, plantones y encuentros, caminatas reclamaciones y protestas en general, muchas veces hasta se nos ha negado la palabra, pero no esta escrito, el trabajo, la labor de las mujeres indígenas y se nos continua invisibilizando en la historia de nuestros propios movimientos, eso también es una muestra de cómo el sistema patriarcal colonial y occidental ha penetrado y tiene presencia en la transmisión de valores excluyéndonos en la historia.
Nuestros pueblos han olvidado muchas tradiciones de nuestra cultura ancestral beneficiosas para la armonía entre los géneros. Menos mal que esto viene cambiando como proceso a través de practicas del mismo pueblo en sus comunidades y aunque todavía es muy poco esta saliendo a luz el conocimiento de nuestros ancestros con fuerza, y se viene retomando y reactivando la sabiduría de nuestros ancestros y ancestras lo cual vemos con mucha satisfacción la presencia paritaria en la Cumbre Indígena en Bolivia 2006.
Lo positivo de las estas acciones de lucha conjunta es que compartir experiencias entre mujeres indígenas de distintas regiones y pueblos. Es allí donde podemos priorizar acciones en torno a nuestras concepciones: que es primero, cual debe ser nuestra tarea y que hacer frente a todo esto, pues lo invisible se viene haciendo visible.
La reconstrucción de relaciones equitativas entre hombres y mujeres se ha convertido en un punto medular en la lucha de las mujeres indígenas hoy. El concepto feminismo no ha sido tocado aun, ni reivindicado dentro del discurso político indígena. Este concepto sigue estando identificado con el feminismo liberal urbano, para muchas mujeres indígenas tiene connotaciones separatistas que se alejan de nuestras concepciones de la necesidad de una lucha conjunta con nuestros compañeros indígenas por tierra, territorio, autodeterminación como pueblos, sabemos que eso es prioritario y ocupa nuestra agenda y es la vida misma de nosotras como mujeres indígenas y de nuestras familias y comunidades pues es la forma natural de nuestra vida indígena.
Quienes como indígenas llegamos al feminismo tras una experiencia de activismo en organizaciones estudiantiles, universitarias, sindicales, sabemos sobre la fuerza ideológica negativa que han tenido los discursos que representan al feminismo como una "ideología burguesa, divisionista e individualista" que separa a las mujeres de las luchas de sus pueblos. Las experiencias del feminismo liberal anglosajón, que de hecho si partieron de una visión muy individualista de los "derechos ciudadanos", han sido utilizadas para crear una representación homogeneizadora del "feminismo". Lo cual no se ajusta a nuestra visión y concepción comunitaria indígena con una cosmovisión paritaria.
El feminismo como conjunto de teorías sociales y practicas políticas con apertura crítica de relaciones sociales históricas, pasadas y presentes, motivadas principalmente por la experiencia femenina en general, con una crítica a la desigualdad social entre mujeres y hombres, proclama la promoción de los derechos de las mujeres y cuestionan la relación entre sexo, sexualidad, y el poder social, político y económico .
Tal vez un día nos apropiarnos de este concepto, por el momento es prioritario trabajar por nuestra dignidad de mujer indígena, por inclusión como cultura, porque de no hacerlo viene el exterminio de nuestros Pueblos, por eso trabajamos primero por nuestra vida desde nuestra cosmovisión de lo que para nosotras significa la vida sin embargo como parte del colectivo de mujeres indígenas creemos que este cambio será parte del trabajo futuro. Por el momento hablamos sobre la dignidad de la mujer indígena y su derecho a ser diferente proclamamos la participación paritaria en nuestras organizaciones y comunidades la promoción de las mujeres indígenas el derecho de las mujeres indígenas a la participación política y a los puestos de dirección, el derecho a una vida libre de violencia sexual y violencia en la casa, el derecho a decidir cuantos hijos tener y cuidar, el derecho a un salario justo, el derecho a elegir con quien casarse, a buenos servicios de salud y de educación, entre otros.
Nos interesa el contenido de los instrumentos internacionales, las políticas nacionales como símbolo de posibilidades a una vida mejor para las mujeres indígenas. También cuestionamos el discurso homogenizador del feminismo citadino/occidental que enfatizan el derecho a la igualdad sin considerar la manera en que la clase y la etnicidad marcan las identidades de las mujeres.
De frente al movimiento indígena, estas nuevas voces han puesto en el tapete las perspectivas de las culturas de origen prehispánico, discutiendo las desigualdades que caracterizan las relaciones entre los géneros. A la vez, han puesto en tela de juicio la dicotomía entre tradición y modernidad que ha reproducido el indigenismo oficial, y que en cierta medida comparte el movimiento indígena independiente nacional, según la cual sólo hay dos opciones: permanecer mediante la tradición impuesta a sangre y fuego o cambiar a través de la modernidad. Las mujeres indígenas reivindicamos nuestro derecho a cambio y aceptación de la diferencia cultural y, a la vez, demandamos el derecho a cambiar aquellas tradiciones que nos oprimen y/o excluyen.
Paralelamente, las mujeres indígenas estamos cuestionando las generalizaciones sobre "La Mujer " que se han hecho desde el discurso feminista occidental en el deseo de imaginar un frente unificado de mujeres contra el "patriarcado", muchos análisis feministas han negado las especificidades históricas de las relaciones de género en las culturas no occidentales. En este sentido es importante retomar la crítica al feminismo radical y liberal por presentar una visión homogeneizadora de la mujer, sin reconocer que el género se construye de diversas maneras en diferentes contextos históricos. Con este aval algunas feministas urbanas con concepción occidental del feminismo en muchas ocasiones han tenido una falta de sensibilidad cultural frente a la realidad de las mujeres indígenas, asumiendo que nos une una experiencia común frente al patriarcado y se han olvidado de las diferencias y la diversidad. La formación de movimientos amplios de mujeres indígenas y criollas/mestizas-citadinas o urbanas se ha dificultado por esta falta de reconocimiento a las diferencias culturales.
Consideramos conveniente analizar críticamente las estrategias del feminismo occidental para crear puentes de comunicación con las mujeres indígenas. A pesar de que algunas mujeres indígenas están muy capacitadas, son las mujeres no indígenas quienes asumen los puestos de liderazgo en las jerarquía de cargos y de poder en los estados nacionales y en algunos casos las no indígenas ocupan relatorías acerca de la problemática de las mujeres indígenas quienes al no tener claro la vida de las indígenas dejan fuera las detalladas descripciones de las mujeres indígenas sobre nuestros problemas cotidianos, incluyendo sólo las demandas generales. Consideramos que sólo acercándose a estas nuestras experiencias y en nuestros zapatos podrán entender la especificidad de nuestras demandas y luchas. Es importante reconocer que las desigualdades étnicas, aunque sea de manera no intencionada, las mujeres no indígenas, con un mejor manejo de la lengua occidental y de la lecto-escritura, tiendan a hegemonizar la discusión cuando se trata de espacios conjuntos. Por ello, resulta fundamental respetar la creación de espacios propios y esperar el momento propicio para la formación de alianzas. Pues las mujeres indígenas, estamos viviendo nuestros propios tiempos y procesos, que no siempre confluyen con los tiempos, procesos y agendas del feminismo de las mujeres no indígenas.
Otro de los aspectos que miramos las mujeres indígenas es sobre el impacto de la globalización en nuestros pueblos y nuestras vidas, lo cual es terriblemente desolador y trágico para nuestro futuro inmediato, porque viene ligado a la militarización y la extracción exagerada de los recursos naturales, la contaminación de nuestros ecosistemas de nuestros pueblos, traen muerte generalizada; migración forzada de nuestros pueblos, significa salir de nuestras casas dejarlo todo y partir sin nada en las manos, partir sin rumbo fijo, preocuparnos y luchar por el derecho a vivir donde queremos y somos felices en nuestros pueblos sentimos que para nosotras eso es prioritario, porque es prioritario la sobrevivencia de los hijos, de la tierra donde podemos sembrar y comer de la tierra, también es nuestra preocupación como planeta o casa universal: nuestra Pachamama y esto no es un problema indígena, sino que se convierte en problema de todos y todas, pero no lo vemos en la agenda feminista con visión occidental.
El reto de nuestra diversidad esta en la reivindicación de un "feminismo paritario indígena" desarticulado y desestructurado por el colonialismo. Recuperar el feminismo paritario vivenciado por nuestras ancestras y ancestros será posible en la medida en que las mujeres y hombres indígenas nos apropiemos de él.
Otro aspecto importante es la justicia de género, dentro de la justicia comunitaria cuya base son valores ancestrales vigentes, la autodeterminación y la soberanía como temas importantes para el movimiento de mujeres indígenas, junto con el derecho a la tierra y a los territorios ancestrales, a la propiedad intelectual y la identidad cultural estos temas no son parte de la agenda feminista citadina/urbana/occidental.
Las mujeres indígenas estamos preñando nuestro feminismo paritario desde nuestra cosmovisión paritaria base y raíz de nuestra cultura basada en la paridad de los opuestos complementarios y proporcionales; priorizando la lucha por la vida misma; de nuestras comunidades y pueblos, reconociendo nuestras identidades y trabajando nuestra autoestima, confiando y valorándonos nosotras mismas y entre nosotras, para que conjuntamente con nuestros pares lo entendamos: el respeto a nuestros derechos colectivos como base comunitaria de lo que entendemos el desarrollo paritario, es decir el derecho paritario. Este es un trabajo político muy importante, no solo en contra de la homogenización, la asimilación, el colonialismo, el patriarcado, sino también por el respeto a la diferencia y diversidad esa es la bandera que alzamos como mujeres indígenas; pues el gobierno paritario nunca fue discutido en el mundo originario andino, porque la vigencia y actualidad de la circularidad, la alternabilidad, la paridad, la complementariedad, la espiritualidad, el comunitarismo, la inclusión, la solidaridad, la reciprocidad y el consenso son los cimientos sólidos en el ejercicio político de nuestras naciones originarias tradicionales basados en los principios relacionalidad del todo, el principio de correspondencia, el principio de reciprocidad.
Así lo viene entendiendo nuestras organizaciones y movimientos quienes han puesto en su agenda la participación paritaria(hombre/mujer), pues sabemos que la inclusión y liberación del colonialismo occidental como pueblos, requiere igualdad entre hombres y mujeres , requiere escribir sobre su participación e integración como paridad es tiempo que las mujeres indígenas asumamos cargos de dirección, planeamiento y activismo político indígena en igualdad de condiciones con nuestros pares, es decir retornar la esencia cultural de nuestras raíz como pueblos andinos, reapropiarnos de lo nuestro, recuperando nuestra identidad cultural plena, recuperar el comunitarismo (ayllu) y a través del Ayni, los derechos colectivos. Sabemos que, sin el aporte de las mujeres como pares de genero, no lograremos los objetivos de liberación cultural e inclusión cultural dentro de los estados por ello deberemos trabajar un movimiento paritario indígena.
Tenemos argumentos ancestrales fuertes basados en el valor de la igualdad como sentimiento moral, idea-fuerza con capacidad clarificadora y transformadora; a la luz de ello, es como podemos percibir los fenómenos de desigualdad en todos los niveles de la sociedad en que se producen y se reproducen, y genera una sensibilidad social en la que cualquier manifestación de desigualdad resulta chirriante e intolerable. Creemos que esto es importante para generar una demanda social capaz de presionar, como ya está ocurriendo en el continente con la insurgencia indígena. Esa sinergia entre las intervenciones políticas y la labor social generaran las políticas de igualdad, pero sin la sensibilidad social correspondiente serán vacías, una sensibilidad social que no se plasme en intervenciones políticas corre el riesgo de ser ciega.
Sabemos que feminismo y la democracia nacieron de un mismo parto y ahora que la democracia se encuentra en una situación difícil, en algunos ámbitos por la intransigencia y en otros por la indiferencia, la posición de las mujeres es el test definitivo de la democracia. Por ello el feminismo tiene que dejar la actitud de supremacía cultural de occidente, precisamente porque occidente hace un uso despótico y a su medida de ciertos postulados colonialistas y opresores, la tarea va a contrapelo de curso del mundo y nosotras como indígenas lo sentimos a flor de piel. Las mujeres tenemos algo común por encima de las diferencias: ellos, los masculinos, saben siempre que han de pactar y cómo pactar, nosotras deberíamos educarnos en la cultura del pacto y ejercitarlo.
Llegará un momento de hacer las alianzas entre mujeres indígenas con feminismo paritario y feministas que hayan avanzando en sus concepciones inclusivas de la diversidad y allí tendremos la oportunidad de crear un movimiento amplio, justo, equitativo en igualdad, justicia y paz, es nuestro paradigma. Las mujeres no podemos vivir bien en países que no tengan asegurada la democracia y la paz. Las mujeres sufren siempre las mayores consecuencias de la violencia que les hace regresar a sus papeles más primarios. www.ecoportal.net
* Canadá, 22 de febrero de 2007
International Campaign for Indigenous Dignity
"The fight for the independence continue".
Bibliografía:
* Carter E., William y Mamani P. Mauricio.
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