Eleanor Marx, hija menor de Karl Marx, nació el 16 de enero de 1855 en Londres y eligió la militancia para luchar junto a los trabajadores. En su adolescencia colaboró con los exiliados de la Comuna de París y con los inmigrantes irlandeses que llegaban a Inglaterra. Integraba un grupo de teatro que hacía obras para colaborar con el movimiento sindical y socialista. Pero, además, encontraba en el teatro una herramienta para la propaganda socialista y una forma a través de la cual cuestionar las ideas impuestas del matrimonio y el amor burgués. Todas sus actividades estaban cargadas de la convicción de que podemos transformar la realidad y que el cambio viene de la mano de la clase trabajadora.
Edward y Eleanor vivieron juntos, escribieron a dúo The Woman Question (1886) y viajaron a Estados Unidos, donde ayudaron a organizar el Socialist Party of America. Con el tiempo se distanciaron de la política y se volcaron al teatro: él escribió algunas piezas y cuatro llegaron a estrenarse sin mucho éxito; juntos montaron una versión de Casa de muñecas, de Ibsen, autor que ella admiraba y del que tradujo varias obras; Eleanor también volcó al inglés Madame Bovary, de Flaubert.
En 1895 Aveling cayó muy enfermo y Eleanor pasó meses a su lado. No obstante, apenas recuperado, él inició un romance con una actriz de 22 años llamada Eva Frye. La cosa se recompuso, unos murmuran que gracias a un dinero que Eleanor recibió de Friedrich Engels y que atrajo a Aveling, sumido por entonces en grandes deudas. Pero al cabo de tres años Aveling empeoró, debió ser operado de urgencia y le confesó a Eleanor que se había casado con Eva Frye en secreto, bajo un nombre falso, y que en adelante viviría con su nueva esposa. Desde luego, Eleanor se sintió traicionada.
El 31 de marzo de 1898 se envenenó con ácido prúsico y su suicidio conmovió al socialismo internacional. Meses después, en agosto, Aveling murió: acaso se quitó la vida o su salud terminó de deteriorarse. En su biografía de Eleanor, Yvonne Kapp no afima con certeza que el suicidio de Eleanor se debiera a su desengaño amoroso. Otros historiadores piensan que sí.
¿Quizá la doble vida de Aveling le dolió especialmente a Eleanor Marx porque allí vio repetirse la historia de su padre con Helene Demuth, la fiel sirvienta de la familia Marx que diera a luz un niño varón cuyo padre seguramente fue Karl, pese a que el leal amigo Engels salió en su momento a reconocerlo? No es raro que ciertos hechos y ciertas fechas se repitan en las familias. El mismo Karl, que no había obtenido la aprobación de los padres de Jenny, rechazó al periodista francés Hippolyte Lissagaray cuando, allá por 1872, Eleanor quiso casarse con él. Ella sólo tenía 17 años y era apodada “Tussy”; él tenía el doble de edad.
En cuanto a Laura Marx, repitió el desenlace de su hermana menor y se suicidó en 1911 junto con su esposo Paul Lafargue, autor de una obra llamada Elogio de la pereza donde postulaba jornadas laborales de tres horas y por lo tanto, según ciertos teóricos, impugnaba uno de los valores centrales del marxismo: el trabajo. “Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse”, había escrito Lafargue, deseoso de fusionar marxismo con hedonismo.
En 1884 se une a la Social Democratic Federation, pero al ver la tendencia reformista de esta agrupación y su alejamiento del movimiento obrero, decide romper junto a un grupo de militantes, con quienes forma la Liga Socialista, para abocarse al socialismo revolucionario e internacionalista. Eleanor escribe en el periódico de esta organización, donde se encarga de las noticias del exterior. Excelente oradora, le encomendaron la tarea de difundir el socialismo en Estados Unidos, adonde viajó por primera vez en 1886, invitada por el Partido Socialista del Trabajo, junto a su compañero Edward Aveling. Desde entonces colaboró incesantemente con las luchas obreras, participando activamente en todos los conflictos que apuntaban contra la burguesía expropiadora. Eleanor defendía y propagaba la necesidad de que la clase obrera se organizara. En 1889 ayuda a organizar el Congreso en París de la II° Internacional. En 1897, vuelve a Estados Unidos, y sus primeras palabras a los miles de trabajadores que la recibieron con banderas rojas fueron “toda riqueza, todo lo que hoy llamamos capital, se produce del trabajo de ustedes”. Ése fue uno de sus últimos discursos, y sus palabras quedarán inmortalizadas en la multitud de obreros: “Nosotros no queremos lo que dicen hoy en día que es orden, pues el orden de hoy es desorden (…) Encontramos hombres millonarios y hombres que mueren de hambre; mujeres que poseen millones y millones de mujeres que tienen que escoger entre el hambre o la prostitución”. Decidió terminar con su vida bajo los efectos del cianuro el 31 de marzo de 1898, luego de descubrir que su compañero Aveling se había casado a escondidas con una actriz, hacía tiempo, repartiendo su tiempo engañosamente entre ambos hogares. Esta noticia sumió a Eleanor en una profunda depresión. Pero a pesar de su corta vida, Eleanor ha dejado el legado de su lucha incansable, una lucha que hoy sigue viva. “Desde pequeña, yo sé lo que significa consagrar la vida al proletariado. Y esto es lo que continuaré haciendo”. Así lo hizo en los 43 años de su corta pero apasionada existencia.
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