jueves, abril 23, 2009

Ex- Repúblicas Soviéticas disimulan Violencia de Género

Más de un cuarto de las mujeres armenias han sido golpeadas por un miembro de su familia, y alrededor de dos tercios han sufrido abuso psicológico, aunque el Estado no ha hecho los suficiente para prevenir, investigar y castigar estos delitos, dijeron investigadores y activistas.

Los niveles de la violencia contra las mujeres son prácticamente los mismos en todas las ex repúblicas soviéticas, añadieron. A la vez que se resaltó, cómo cada vez más éstos países son la antítesis de lo que fueron mientras formaban la URSS. Pese a sus defectos, nadie puede negar que la Unión Soviética, ofreció a las mujeres verdaderas y objetivas condiciones para su liberación.

“Durante mi investigación sobre violencia de género en Belarús y Ucrania no vi significativas diferencias en los niveles. Lo que difiere de país en país son las medidas tomadas por las autoridades para combatir el problema y las actitudes sociales hacia las mujeres, incluyendo la aceptación social de la violencia”, dijo a IPS Heather McGill, investigadora de Amnistía Internacional.


“En Ucrania y Armenia, el Estado ofrece mínimo apoyo a las mujeres. El respaldo disponible es generalmente provisto por las organizaciones no gubernamentales (ONG). La situación en Belarús podría estar un poco mejor pues el Estado preservó los servicios sociales paternalistas y sistemas de control social heredados de la Unión Soviética”, explicó McGill.

Ara Sanjian, directora del Centro de Investigación Armenia de la estadounidense Universidad de Michigan-Dearborn, dijo a IPS que las ONG apoyadas por donantes occidentales están dándole más relevancia a la violencia contra las mujeres en ese país.

“Creo que debe haber una ley más severa para castigar casos extremos. Sin embargo, es importante crear conciencia sobre el tema, no sólo entre las mujeres, sino también entre los hombres”, subrayó:

“He conocido mujeres educadas en Armenia que ven una suerte de complot occidental cuando se trata de meterse en la privacidad de una familia en casos como incesto, violencia familiar y particularmente el uso de anticonceptivos”, añadió.

Ucrania es el único país de los tres (Armenia y Belarús) que ha adoptado una ley contra la violencia de género. Entró en vigor en enero de 2002. Inicialmente no era muy efectiva porque incluía el concepto de “comportamiento de víctima”, según el cual la mujer golpeada era causante en ciertos casos de la violencia y por eso se le hace una advertencia policial, en vez de detener al golpeador.

“En un caso hablé con un jefe de policía de la región de Vinnytsya, en Belarús, quien me informó que ese concepto era importante, ya que si la mujer cambiaba su conducta y, por ejemplo, le aseguraba al marido que la casa estaba en orden y la cena en la mesa cuando éste llegaba al hogar, él no tendría que golpearla”, contó McGill.

El concepto de ‘comportamiento de víctima’ fue borrado de la ley gracias a una campaña de Amnistía.

Las leyes contra la violencia de género son notoriamente difíciles de elaborar en estos países. Casi en todas las ex repúblicas soviéticas, los legisladores se resisten a discutir el problema.

A su vez, las autoridades son renuentes a tratar casos de violencia doméstica, y por lo general no responden adecuadamente, o imponen sentencias mínimas o multas. Estas últimas son castigos contraproducentes, ya que el golpeador saca el dinero para pagarlas del presupuesto familiar.

La mayoría de los países ex soviéticos son parte del Convenio Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos y de la Convención sobre la Eliminación de Todas Formas de Discriminación contra las Mujeres.

En Armenia, explicó McGill, la institución de la familia es muy fuerte. Como consecuencia, nadie quiere hablar sobre el abuso. Mientras, los gobiernos no asumen su responsabilidad e insisten en que la violencia doméstica es un asunto privado.

“Uno de los más grandes problemas es que las mujeres no avanzan, se avergüenzan de admitir que son víctimas y tienen miedo a repercusiones de sus familiares y de parejas abusivas. También tienen barreras financieras: no cuentan con dinero como para mudarse y por lo general, incluso si se divorcian, terminan viviendo en el mismo apartamento con el abusador y continúan siendo víctimas”, dijo McGill.

“Armenia (con una sociedad más conservadora) tiene algunas tradiciones que en cierta medida evitan que el tema sea discutido abiertamente en público. Las mujeres tienden a esconder el problema más que a buscar ayuda”, señaló Irina Alaverdyan, jefa de relaciones públicas del Foro de Políticas de Armenia.

El Ministerio de Familia y Juventud armenio administra una red de más de 200 centros en todo el país que ofrecen consejo y apoyo legal a las mujeres. Sin embargo, la calidad ofrecida por estos centros difiere por el nivel de experiencia de sus funcionarios, y no hay refugios administrados por el Estado.

Mientras, en Belarús las ONG sufren grandes restricciones para desarrollar su trabajo, y el apoyo que reciben es mínimo.

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