Enero cerró con un vendaval de pesadumbres sobre la sociedad dominicana —cada vez más consciente y enterada de la tragedia que presupone la violencia de género y de las urgencias por frenar su crecimiento— que en el primer mes del año condujo a los cementerios a 18 mujeres, con la incontable secuela de orfandades.
Esta manifestación de descomposición social no es la única que afronta el país en el presente: se han multiplicado los atracos, los asesinatos, los robos, inclusive los homicidios practicados por la policía en llamados "intercambios de disparos" con delincuentes.
Esta manifestación de descomposición social no es la única que afronta el país en el presente: se han multiplicado los atracos, los asesinatos, los robos, inclusive los homicidios practicados por la policía en llamados "intercambios de disparos" con delincuentes.
Pero las violaciones, hasta de niñas y niños, las golpizas y las ofensas han aumentado tanto que el número de querellas acogidas en la fiscalía, sólo del Distrito Nacional capitalino, anduvo en las 2.600 en el trimestre septiembre-diciembre.
Santo Domingo tiene un Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia y allí acudieron 727 agredidas. Y también tiene una institución de Intervención Conductual para Hombres, adonde fueron mandados 348 "masculinos violentos", calificativo que la abogada feminista Susi Pola ha adjudicado a los agresores.
Susi, por muchos años dedicada a defender a mujeres maltratadas desde el Núcleo de Apoyo a la Mujer en Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad del país, y autora principal de dos estudios sobre feminicidio, ha sido también responsable por la introducción en el lenguaje cotidiano de este término que ya se usa en la prensa y en muchos elementos del discurso sociopolítico.
La experta colombiana Amparo Beltrán, ejecutiva del grupo creativo CEPALC, de inspiración religiosa, entrevistada por SEMlac vía electrónica, explicó así los orígenes de ese término, tristemente incorporado al lenguaje común:
"En el idioma inglés se empezó a usar la palabra feminicidio en una revista de Londres, en 1801, para describir el asesinato de la mujer. Ya en 1827 se empezó a utilizar entre las pocas feministas inglesas de la época y en 1989 se aceptó la palabra en el diccionario inglés. En 1985 ya era bien conocido el vocablo".
Por los crímenes de Ciudad Juárez
La revista Encuentro, de la propia CEPALC, relata las vueltas que dio la palabra hasta llegar a nuestros días: "Cuando en Ciudad Juárez, en el norte de México, se empieza a matar en serie a las mujeres, la diputada mexicana Marcela Lagarde hizo la traducción del vocablo al español. No quiso utilizar la palabra literal de femicidio (que es la utilizada por la abogada costarricense Alda Facio), porque significaría solamente el "asesinato de una mujer".
"Su propuesta, en cambio, fue feminicidio para significar la construcción social de los crímenes de odio contra las mujeres, culminación de la violencia de género y la impunidad que, con frecuencia, los acompaña. Por eso —dice un artículo de Beltrán en la revista Encuentro— el feminicidio es crimen de estado: se da de manera perversa en complicidad con el silencio, la omisión, la negligencia frente al asesinato de las mujeres".
"Podemos comprobarlo también en Colombia, donde agentes del Estado con quienes se habla dicen que son casos aislados o que las mataron por motivos diferentes a lo que podríamos llamar política sexual del asesinato", dijo Amparo Beltrán a SEMlac.
"Se le da muy poca importancia a los casos que se denuncian y no se toman las medidas necesarias para acabar con este flagelo", subrayó.
Cabría anotar que cualquier similitud con lo que ocurre en muchos de los países de la región no es coincidencia, sino la expansión de la violencia patriarcal machista a las realidades de estos pueblos, en una coyuntura en que las mujeres descuellan y se implantan en múltiples espacios de lo social y los varones se resienten y se resisten a aceptar que ya ellas no son más su propiedad, consentidora del atropello.
"Tristemente, hay muchas mujeres que tienen funciones en el Estado y en el gobierno, que tampoco creen en la existencia del problema y apoyan en este caso a los varones, en la miopía frente a la situación", comentó Beltrán.
En República Dominicana ha habido una creciente toma de conciencia sobre el fenómeno. Muy recientemente, la secretaria de Estado de la Mujer, Alejandrina Germán, anticipó sus temores de que la cifra de feminicidios del pasado año, que hasta noviembre sumaban 162, se eleve en este 2009 frente a los 128 de 2007, 140 de 2006 y 149 de 2005.
"Llegó el momento de dejar de pensar que se trata de un problema para las organizaciones feministas, y que los ayuntamientos, el poder judicial, iglesias, Ministerio Público y otras instituciones de Estado compartan la responsabilidad", proclamó la Titular de la Secretaría de la Mujer.
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