"Para medir quién fue esta hermana nuestra, baste subrayar que será imposible escribir la historia de Fidel Castro sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley..." - expresó Armando Hart Dávalos, en la despedida de duelo de esta cubana, que era mezcla de actividad, dedicación y entrega a la Patria.
Este 11 de enero, al cumplirse otro año de su desaparición física, Celia Sánchez Manduley continúa siendo una leyenda, pero tan real, que se multiplica en el pueblo cubano, su pueblo, para el que dedicó cada segundo de su fértil y apasionada vida...
Este 11 de enero, al cumplirse otro año de su desaparición física, Celia Sánchez Manduley continúa siendo una leyenda, pero tan real, que se multiplica en el pueblo cubano, su pueblo, para el que dedicó cada segundo de su fértil y apasionada vida...
Celia Sánchez Manduley nació en la localidad de Media Luna, en la oriental provincia de Granma. Fue la más pequeña de cinco hermanas. Recibió de su padre, el médico Manuel Sánchez Silveira, el humanismo, y de su mamá, Acacia Sánchez, su especial sensibilidad.
Se vinculó desde muy joven al Movimiento 26 de Julio, creado con la finalidad de aglutinar a todos los hombres y mujeres, dispuestos a combatir para acabar con la opresión en el país.
Desplegó una intensa labor clandestina en condiciones realmente difíciles. Fue enlace principal entre los grupos revolucionarios en Manzanillo, Niquero y Pilón.
Además, sirvió de contacto entre la Sierra y el Llano. El aporte financiero de Celia al movimiento fue muy importante, era capaz de sacrificarse al máximo cuando se trataba de la Revolución.
Proporcionó suministros y apoyos a los expedicionarios del yate Granma y creó toda una red de recepción a lo largo de la costa con los posibles lugares de desembarco.
Al incorporarse a la guerrilla en la Sierra Maestra, su misión consistió en asegurar las comunicaciones, proveer los alimentos, atender las necesidades del campesinado. Nunca se le vio disgustada o cansada:sacaba fuerzas de su gran corazón para atender con infinita paciencia a todo aquel que reclamaba su ayuda.
Se ocupaba también de la seguridad personal de Fidel Castro y de la incorporación de las mujeres en todos los aspectos de la vida guerrillera.
Después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, ocupó el cargo de Secretaria del Consejo de Ministros y de la Presidencia, labor que desempeñó durante 21 años. Fue miembro del Comité Central y de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas.
Gracias a ella, contamos con una detallada documentación de la lucha revolucionaria, que responde a su esfuerzo por enriquecer la historia de la Revolución Cubana.
Nos regaló, con su maravillosa capacidad de crear, innumerables obras que se destacan por su belleza: la Casa de los Cosmonautas, en Varadero, el Palacio de las Convenciones, el Parque Lenin, la Ciudad de los Pioneros José Martí, en Tarará, entre muchas otras.
Es ilógico pensar que no tenía lunares. “Claro que tendría alguno en el carácter, pero las virtudes no se lo dejaron ver”, comenta Ricardo Vázquez.
“Si fumar mucho y tomar bastante café‚ es un defecto, Celia tuvo ese; empataba un cigarro con el otro. Si comer muy poco y casi siempre de pie es pecado, también podía señalársele eso, porque ella apenas pellizcaba la comida. Fíjate: después de la Revolución, midiendo un metro y 63 centímetros, pesaba sólo 115 libras”.
También resulta inconcebible que no se enamorara: Sí tuvo novios y varios pretendientes; y vivió fracasos en su juventud. Se habla, por ejemplo, de su enorme tristeza después que rompió el noviazgo con un muchacho manzanillero.
“Lo que hay que entender y subrayar es que el gran amor de su existencia fue la Revolución. Por ella, lo antepuso todo, se desveló, dio el alma y la vida”.
Según Emilio Puig Castillo, quien trabajó varios años en la casa del doctor Sánchez en Pilón, todos esos detalles la hacen aún más peculiar: “En mis 85 años nunca he visto nadie que se le parezca”, sentencia.
“Era una mujer de verdad; se daba a querer por todo el mundo. Organizaba su trabajo secreto sin que nadie se diera cuenta, despistaba a cualquiera. Tú la veías salir a pescar y andaba mirando por donde era mejor el desembarco. Recuerdo que cuando vino para lo del Granma el Jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, Frank País, ella me dijo: Hoy hay visita, ordeña temprano las vacas, dejas la leche en la mesa y después te vas. Yo ni sospeché‚ de quién se trataba”.
Por su parte Gustavo Navea, pescador de 75 años, quien tuvo el privilegio de andar varias veces en la mar con ella, considera que “tenía algo especial para convertirse en madre de la gente. Estando en La Habana, me llamaba por teléfono, se preocupaba por uno, por mi familia. Le gustaba recoger caracoles y tirar ella misma del anzuelo... Desde que se nos fue siento un vacío grande dentro de mí”.
Otro rasgo que la hizo incomparable era su capacidad para estar pendiente del detalle, de lo que parecía más mínimo; y los ejemplos están en los papelitos y notas de la etapa guerrillera que supo conservar para después armar la historia, o en las decenas de asuntos personales que resolvió luego del triunfo revolucionario. Miles de personas de todos los puntos del país, cuando veían sin salida sus problemas, decían: “Voy a escribirle a Celia.
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