México, mayo (SEMlac).- Los adolescentes en México, que estudian bachillerato, no sólo han naturalizado la violencia como solución a los conflictos, sino que en su vida preadulta pelean, violan, abusan sexualmente de sus colegas en la preparatoria y reafirman su visión de lo que deben ser los hombres y las mujeres.
El primer informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica y la Encuesta Nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia en la educación muestran actitudes contra la diversidad y discriminación a las mujeres que explica, dicen los expertos, la espiral de violencia existente en México y que justifica la solución policíaca o militar a los conflictos.
Por ejemplo la encuesta, realizada entre 13.000 jóvenes de todo el país, en 2008, un año después del Informe Nacional presentado recientemente, señala que uno de cada cinco estudiantes justifica toda clase de agresiones cuando son molestados por alguna causa y hasta un 13 por ciento cree que los varones pegan a las mujeres por instinto.
Para la psicóloga Gabriela Delgado, especialista en el tema educativo, consultada por SEMlac, los resultados de ambos estudios muestran claramente la ausencia de voluntad política de los gobiernos para realmente promover una cultura de la no discriminación de género, ya que mucho de lo encontrado en las escuelas es vivido cotidianamente por las y los docentes, quienes no reportan los hechos o, cuando lo hacen, las autoridades no establecen estrategias de solución.
El primer informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica y la Encuesta Nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia en la educación muestran actitudes contra la diversidad y discriminación a las mujeres que explica, dicen los expertos, la espiral de violencia existente en México y que justifica la solución policíaca o militar a los conflictos.
Por ejemplo la encuesta, realizada entre 13.000 jóvenes de todo el país, en 2008, un año después del Informe Nacional presentado recientemente, señala que uno de cada cinco estudiantes justifica toda clase de agresiones cuando son molestados por alguna causa y hasta un 13 por ciento cree que los varones pegan a las mujeres por instinto.
Para la psicóloga Gabriela Delgado, especialista en el tema educativo, consultada por SEMlac, los resultados de ambos estudios muestran claramente la ausencia de voluntad política de los gobiernos para realmente promover una cultura de la no discriminación de género, ya que mucho de lo encontrado en las escuelas es vivido cotidianamente por las y los docentes, quienes no reportan los hechos o, cuando lo hacen, las autoridades no establecen estrategias de solución.
Hay propuestas de establecer medidas vinculantes entre los espacios familiares y escolares para la sensibilización de madres y padres sobre la reproducción de relaciones de poder desiguales, estereotipos y roles que mantienen las diferencias entre los géneros y que dan origen a la violencia, tanto en el hogar como en la comunidad.
En los últimos 20 años se ha vivido, además, una política de simulación, creando acciones de "parche" y no integrales para solucionar estos problemas, sostiene la especialista Elena Azaola en la introducción del Informe Nacional, que ha dado luces y comprensión al fenómeno de la violencia en general y a la violencia de género que cunde en las relaciones sociales y crea un amplio espacio de justificación, por ejemplo, al militarismo.
Todas las acciones han sido segmentadas y sin continuidad, señala a su vez la socióloga Irma Saucedo que, en entrevista con SEMlac, considera que son urgentes acciones integrales y funcionarios y funcionarias realmente conscientes. De otro modo, se recrea sistemáticamente la intolerancia, la exclusión y la violencia como modo de vida.
En ello, la escuela debiera tener un papel que no está cumpliendo, como no lo cumplen los medios de comunicación de masas que reafirman papeles tradicionales y recrean la violencia.
La encuesta, que buscaba identificar problemas de sexualidad, embarazos no deseados y percepción de la seguridad, se topó con actitudes definitorias de una sociedad excluyente, violenta y que admite como natural la discriminación de las mujeres y de los hombres que no se ajustan al papel que la sociedad les ha asignado.
Según los resultados de ese estudio, se puede leer que las y los jóvenes creen inaceptable el matrimonio de dos de un mismo sexo hasta en 49 por ciento e informan que uno de cada cuatro jóvenes ha tenido que enfrentar agresiones físicas como algo del "destino" o "natural".
La escuela sigue siendo un reservorio de una manera de ver la vida convulsa porque el 85 por ciento de los entrevistados dijo que eso se aprende en la televisión y hasta el 60 por ciento no cree en la palabra de sus profesores, ni quiere seguir estudiando.
Uno de cada cinco se queja del maltrato magisterial y señalan que menudean las agresiones sexuales, sin denuncia, hasta en 23 por ciento.
Interrogados sobre sus sentimientos, revelaron que están tristes, muchos en su preadultez creen que su vida es un fracaso. En el 79 por ciento alumnas hablan de esa tristeza, un 35 por ciento, de ambos sexos, piensan que están fracasados y hasta el 43.6 por ciento dijeron vivir con miedo.
Cuando la encuesta indaga sobre la aceptación de la diversidad social, el 38,3 por ciento se resiste a estudiar con personas de otras "ideas políticas"; el 35,1 por ciento objeta a quienes profesan otra religión que no sea la católica; 31,6 por ciento rechaza a quien es extranjero y 30,9 por ciento le molesta compartir el aula con personas pobres. A quienes pueden tener otro color de piel se les rechaza hasta en 30,9 por ciento.
En la escuela un 44,3 por ciento recibe insultos como varones, porcentaje de 23 por ciento entre las mujeres; además reciben apodos (41,4 por ciento); insultos continuos hasta el 42 por ciento; habladurías que hieren hasta el 39,3 por ciento, sobre todo si son mujeres; también hablan de robos, rechazos diversos y abusos con golpes hasta en un 45 por ciento.
Es decir, la escuela no es un espacio ni de aprendizaje ni de seguridad. El 14 por ciento reconoció que ha golpeado a sus compañeros o compañeras.
A pesar de esta realidad, el 66 por ciento de los profesores intentan, según dijeron, parar esa forma de relación entre los jóvenes, pero no dicen cómo y hablan de diálogo mesurado menos del 20 por ciento. El resto reprime.
Los alumnos, hasta en 50 por ciento, aseguran que son presionados para tener relaciones sexuales, de lo contrario sufren burlas y desprecios de sus compañeros, lo que Gabriela Delgado interpreta como una manera de reforzar el machismo tradicional que afecta a las mujeres y somete a los hombres a estados de ansiedad, frustración, tergiversación y contradicción en cuanto a lo que es el placer sexual, aprendido en el ciclo básico.
Sin embargo, como muestra el Informe Nacional, sólo el 20 por ciento de las jóvenes reciben idéntica presión.
La violencia dentro del noviazgo que se desarrolla al interior de las aulas es atribuida a celos en 41 por ciento; a que ellas coquetean en 29 por ciento; a que ellas tienen amistades "indeseables" en 20 por ciento.
La encuesta detectó que existe abuso sexual entre el 38 por ciento de las y los estudiantes, pero sólo denuncia el ocho por ciento. Irma Saucedo señala que este es un buen ejemplo del fracaso de las campañas mediáticas que no encuentran refuerzo de cambio de actitudes en los otros espacios sociales y en los medios de comunicación.
Las cifras relacionadas a por qué no se hacen las denuncias son espectaculares, desde el miedo (35 %) hasta la "vergüenza" y la desconfianza (uno de cada cuatro), pero hablaron de culpa un 16 por ciento.
Todo ello se ata en otros resultados de la encuesta, en la creencia de que las mujeres son tontas, deben llegar vírgenes al matrimonio o son fáciles cuando aceptan relaciones sexuales. Entre la tercera y la quinta parte piensa eso y, paralelamente y por distintas razones, 47 por ciento de ambos sexos se siente sistemáticamente discriminado.
La encuesta exploró también el entorno social: 60 por ciento de las y los jóvenes no dialogan con sus padres; 66 por ciento desconfían del profesorado y uno de cada cinco creen que las mujeres sólo deben cuidar niños o estar en su casa (18 por ciento) y sólo el 10 por ciento piensa que la sexualidad es un derecho de ambos sexos.
Este panorama plantea, dicen las entrevistadas casi de la misma manera, grandes retos a las y los mexicanos que día a día conocen cifras de violencia, abuso sexual, represión y persecución, que finalmente, como sostiene la doctora Marcela Lagarde, se consiente en la sociedad y los refuerzan todas las instituciones educativas, familiares, religiosas y los medios de comunicación.
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