Porque es imposible separar la lucha de toda una vida por la equidad de género y los más nobles y justos ideales comunistas, pensamos hoy en Clara Zetkin.
Porque su militancia en el Partido Comunista Alemán no se limitó a ser la de un miembro de fila, sino que su voz se alzó de manera decisiva desde el ala más izquierdista contra la guerra, y trabajó incansablemente en una campaña antimilitarista y antimperialista, pensamos hoy en Clara Zetkin.
Porque para quien la creación de un primero de mayo femenino se convirtió en reivindicación necesaria, que devino Día Internacional de la Mujer, en memoria militante de las 129 mártires de la fábrica de algodón de Nueva York, quienes mientras hacían huelga fueron quemadas vivas por responsabilidad directa de su patrón; no es posible el olvido.
Porque su militancia en el Partido Comunista Alemán no se limitó a ser la de un miembro de fila, sino que su voz se alzó de manera decisiva desde el ala más izquierdista contra la guerra, y trabajó incansablemente en una campaña antimilitarista y antimperialista, pensamos hoy en Clara Zetkin.
Porque para quien la creación de un primero de mayo femenino se convirtió en reivindicación necesaria, que devino Día Internacional de la Mujer, en memoria militante de las 129 mártires de la fábrica de algodón de Nueva York, quienes mientras hacían huelga fueron quemadas vivas por responsabilidad directa de su patrón; no es posible el olvido.
Porque para quien se interesó mucho en la política sobre la mujer, la lucha por la igualdad y el derecho al voto, impulsando el movimiento femenino en la socialdemocracia alemana y se convirtió en la líder que junto con otros activistas antibelicistas, organizó una conferencia internacional de mujeres socialistas contra la guerra, a la cual asistieron más de cien delegadas de 17 países bajo el lema: ¡Guerra a la guerra!”; no es posible el olvido.
Porque para de quien se dijo que “era un magnífico ejemplar de caudillo revolucionario; pero de caudillo auténtico, no de esos que se fabrican en el laboratorio de la burocracia” o que “El 'motor' de su militancia fue primordialmente su odio a las injusticias que había podido ver desde muy joven”; no es posible el olvido.
Y es que para esta mujer el socialismo no fue solamente una finalidad histórica, era ante todo, una exigencia inmediata. En su lucha al frente del feminismo socialista funda y dirige “La campana”, órgano para las mujeres socialdemócratas, que llegó a ser el periódico feminista de mayor tirada y de gran influencia. Además, trata de conseguir no sólo el derecho de voto de las mujeres sino también el de poder organizarse sindical y políticamente.
Una lucha que abarcó el derecho de la mujer al trabajo profesional, las cuestiones de desocupación, de igual salario a igual trabajo, de la jornada legal de ocho horas, de la legislación protectora de la mujer, del sindicato y de las organizaciones profesionales, de las previsiones sociales para la madre y el niño, de las instituciones sociales para ayudar al ama de casa y a la madre.
Una mujer cuyo hogar fue casa de puertas abiertas para obreras, jóvenes, políticos, artistas, médicos, profesores, amigos…, en un tiempo agitado en el que se trataba de forjar la unidad de acción de la clase obrera contra el peligro fascista.
Su presencia estuvo unida indisolublemente a todos los congresos nacionales e internacionales del socialismo, en los cuales su oratoria fue comparada con recursos pirotécnicos que electrizaban a la multitud. Como presidenta del Reichstag al ser la miembro de más edad, hizo el llamamiento de esta institución a la lucha contra el nazismo, y subrayó la importancia, que en este combate, tenían las mujeres
Sus restos, hoy enterrados junto a la muralla del Kremlin en Moscú, son estandarte del feminismo y el comunismo. Sobre ellos, se erigen las nuevas banderas de una ya prolongada lucha. Pero en momentos de recordación, vale rememorar sus propias palabras cuando dijo: “No lloraremos a nuestros muertos, hay que luchar”.
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